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Perú y sus últimos Presidentes

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su condición ética, moral y legal.

Manuel Arturo Merino de Lama Presidente del 10  al 15 de Noviembre del 2020 renuncio a la presidencia de manera verbal debido a la muerte de 02 jóvenes realizadas en las protestas en su contra que proclamaban “Merino no es mi Presidente”.

Mercedes Rosalba Aráoz Fernández fue nombrada Presidenta en funciones por el Congreso destituido por Martín Alberto Vizcarra Cornejo el 30 de Setiembre del 2019

Juramentando al cargo de manera inconstitucional, para algunos especialistas cometió un delito en flagrancia, es decir usurpación de funciones, renuncio a través de una carta difundida vía Twitter el 01 de Octubre del 2019.

Martín Alberto Vizcarra Cornejo Presidente del 23 de Marzo del 2018 al 09 de Noviembre del 2020 el Congreso lo destituyo por tras ser acusado de recibir sobornos para conceder obras públicas durante su mandato, muchas  promesas incumplidas como carreteras, lo acompañaron los casos Chinchero y el de Richard  Swing.

Pedro Pablo Kuczynski Godard Presidente del 28 de Julio  del 2016 al 23 Marzo del 2018 sometido a dos procesos de vacancia presidencial acelerados por los conocidos Kenji videos, el indulto a Alberto Fujimori  y sus presuntos vínculos con Odebrecht, renuncio y desde el 02 de mayo del 2019 cumple 36 meses de arresto domiciliario.

Ollanta Moisés Humala Tasso Presidente del 28 de Julio 2011 al 28 de Julio del 2016, la empresa Odebrecht admitió haber entregado 3millones de dólares para su campaña presidencial el 13 de Julio del 2017 se entrego voluntariamente y fue recluido en el Penal de Barbadillo y el 26 de Abril del 2018 el Tribunal Constitucional inicio su proceso de libertad actualmente investigado bajo comparecencia restringida su caso se encuentra en Control de Acusación.

Alan Gabriel Ludwig García Pérez Presidente del 28 de julio del 2006 al 28 de Julio del 2011 en su segundo mandato, la Mega comisión que lo investigo desde el 2013 por 05 años por presuntas irregularidades fue desestimada por que presento una acción de amparo alegando vulneración al debido proceso ,finalmente el 16 de abril del 2019 el Poder Judicial ordena su detención preliminar por 10 días, así  como de su Exsecretario General de Presidencia Luís Nava y el 17 de abril al momento de su detención decide dispararse en la cabeza en un intento de suicidio falleciendo por una hemorragia cerebral masiva y paros cardiorrespiratorios.

Alejandro Celestino Toledo Manrique Presidente del 28 de Julio del 2001 al 28 de Julio del 2006 acusado por el Ministerio Publico de la Justicia Peruana por presunto lavado de activos, trafico  de influencias y colusión, su pedido de extradición desde Estados Unidos esta en proceso.

Valentín Demetrio Paniagua Corazao, Presidente Transitorio del 22 de Noviembre del 2000 al 28 de Julio del 2001, impulso la Comisión de la Verdad y Reconciliación encargada de elaborar un informe sobre el terrorismo entre los años 1980 y 2000, inicio en el fuero civil el nuevo juicio a los cabecillas terroristas tal como lo ordenaba la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Tuvo un cuadro de pericarditis y posteriormente una infecciosa pulmonar y fallece un 16 de Octubre del 2006, cabe destacar que fue el único  Presidente del Perú del presento escrito con autoridad  moral, un hombre de honor y decente, no incurso en actos de corrupción o en cárcel.     

Alberto Kenya Fujimori Inomoto, Presidente del 28 de Julio 1990 al 22 de Noviembre del 2000, renuncio desde Japón por fax a la Presidencia del Perú, el  Congreso Peruano no acepto tal renuncia lo destituyo y declaro vacancia por incapacidad moral, postulo al Senado Japonés lo cual no logro, en  el 2005 viajo a Chile para su regreso al Perú con intención de  participar en las elecciones del 2006 siendo arrestado por las ordenes internacionales de captura en su contra y fue extraditado en setiembre del 2007 , posteriormente  condenado por el Sistema Judicial Peruano a 05 sentencias; usurpación  de funciones, crímenes de lesa humanidad (homicidio calificado, lesiones graves y secuestro agravado)las matanzas de Barrios Altos y la Cantuta , peculado doloso por apropiación y falsedad ideológica en agravio del Estado(Compensación por tiempo de servicios de carácter ilegal a su Exasesor )Peculado doloso (mal uso de fondos públicos), violación del secreto de las comunicaciones y cohecho activo (corrupción de funcionarios) Espionaje telefónico, compra de Congresistas tránsfugas), peculado desvío de fondos para la compra de las líneas editoriales de los diarios chicha.

Alan Gabriel Ludwig García Pérez Presidente del 28 de julio de 1985 al 28 de Julio de 1990 en su primer mandato, fue el Presidente más joven del Perú democráticamente elegido a los 36 años, gran orador, demagogo y populista gustoso de los balconazos , subsidia alimentos, controla los precios, destina 10 % de pago a la deuda externa por ello el FMI lo declara inelegible, beneficia a los 12 apóstoles, empresarios amigos favorecidos con el dólar MUC, se produce una hiperinflación galopante, utiliza la maquinita, largas colas, precios sin control, altos  intereses bancarios, acompañado  de la estatización de la banca, y el tren eléctrico, unifico  la policía nacional y las regiones,se promulga la ley de las rondas campesinas ,el penal del Frontón fue bombardeado por un motín lo que se conocería como la Matanza de los Penales, se crea el Comando Paramilitar Rodrigo Franco como respuesta al ojo por ojo y diente por diente , los terroristas llegan a la ciudad y atentan contra los Soldados de los Húsares de Junín con un coche bomba , así como los apagones, el MRTA inicia los secuestros de lo  que ellos llamaban las cárceles del pueblo ,se forma el GEIN grupo que con los años capturaría a los altos lideres terroristas ,Víctor Polay líder del MRTA y 47  lideres terroristas fugan del Penal Casto Castro en los últimos días de gobierno de Alan García , noticia  que da la vuelta al mundo.  

Tenga en cuenta que esta es sólo una pincelada de los últimos presidentes del Perú y que habría que escribir mucho más de cada uno de ellos, espero  poder continuar con otros Presidentes del Perú.

A mi manera.

Juan Carlos Valderrama.      

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Analizando el declive intelectual de la razón eclesiástica

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Por: Lisandro Prieto Femenía

“La Biblia no es un iPhone. Todo lo que se puede actualizar, como un iPhone, eventualmente termina en la basura sólo para ser reemplazado por un modelo más caro. La Biblia ha perdurado por mucho tiempo y su valor ha cambiado poco, si es que ha cambiado”

Juan Pablo III, interpretado por John Malkovich en “The New Pope”

Durante extensos siglos, la Iglesia católica trascendió el rol de la potestad espiritual para erigirse como la matriz formativa ineludible del pensamiento occidental. Su identidad intelectual se forjó sobre la audaz convicción de que la fe no subroga la razón, sino que la culmina y la perfecciona, un postulado cimentado por figuras monumentales cuyo legado articula la base de la cultura occidental.

Recordemos que San Agustín de Hipona, en su diálogo con la incredulidad y la herejía, estableció el principio epistemológico fundacional de la primacía de la fe como condición para la intelección profunda, distinguiendo las facultades humanas de la indispensable iluminación divina. Su máxima «Crede, ut intellegas» (“Cree, para que puedas entender”), no representa una condena a la razón, sino su jerarquización: el acceso pleno a ciertas verdades metafísicas, sólo se hace posible para una mente previamente dispuesta por la gracia (Agustín, 1984, p. 19).

Posteriormente, la síntesis escolástica, personificada en Santo Tomás de Aquino, elevó la indagación racional al estatuto de un servicio riguroso a la verdad revelada. El Doctor Angélicus sostenía que el propósito de la filosofía no era demostrar los misterios de la fe, sino, más bien, mostrar que tales verdades “no son contrarias a aquellas que la fe enseña, y que las verdades de la fe son capaces de ser defendidas por argumentos necesarios o probables” (Aquino, 1888, p. 21). En definitiva, la hegemonía intelectual de la Iglesia fue, por ende, un compromiso metodológico; el axioma fides quaerens intellectum (la fe que busca la comprensión) constituyó la exigencia de una formación rigurosa en metafísica, lógica y teología.

Sin embargo, la realidad institucional contemporánea evidencia una erosión dolorosa y palpable en la calidad académica y filosófica de la producción eclesiástica. El problema no se redice a la ausencia de centros de excelencia, sino a la fragilidad estructural del cuerpo formativo predominante, donde el “logos” ha sido desahuciado de su rol protagónico. Los programas de formación clerical han experimentado una hipertrofia de las dimensiones pastorales, administrativas y devocionales de escaso vuelo intelectual, priorizando la praxis de gestión, la popularidad superficial y la obediencia silente sobre la dureza del rigor filosófico y la erudición crítica.

La histórica tarea de un clero capaz de entablar un diálogo riguroso con la complejidad del mundo moderno ha sido suplantada por una formación que genera, con frecuencia, diletantes bienintencionados, los cuales se revean incapaces de sostener un argumento metafísico, teológico, lógico y filosófico coherente, o al menos discernir con precisión las corrientes ideológicas subyacentes en el debate público. Esta contracción intelectual se agrava por el ecosistema cultural posmoderno, que penaliza la profundidad, el matiz y la argumentación extensa, al tiempo que recompensa la estupidez, la inmediatez mediática y el eslogan simplificado. El grave error de la Iglesia actual es intentar insertarse en la “era de la autenticidad”, descrita por el filósofo católico Charles Taylor, quien sostiene que se enfrenta a un mundo que ha abrazado el “humanismo exclusivo”, donde la vida se explica sin recurso a la trascendencia. Consiguientemente, Taylor argumenta que hemos transitado de una sociedad donde la fe era incuestionable a una en la que es una opción (nunca promocionada como “buena”) entre otras, forzando a las instituciones religiosas a reformular sus propios principios para ser inteligibles (Taylor, 2007, p. 535)

Ante la urgencia del mercado de la opinión, muchas voces eclesiásticas optan por la simplificación y el mensaje accesible, sacrificando el argumento complejo que, paradójicamente, es el único medio para recuperar una voz profética y sólidamente articulada. Este fenómeno es un claro síntoma de la fragmentación del discurso moral occidental que Alasdair MacIntyre describió lucidamente al señalar que “hemos perdido, quizá en gran parte, nuestras pretensiones de un conocimiento moral y social sistemático porque hemos perdido nuestras pretensiones de que ese conocimiento sea capaz de ser transmitido dentro de una tradición” (MacIntyre, 2007, p. 23). En definitiva, si la Iglesia es incapaz de articular su tradición de manera inteligible, densa y con el rigor humilde del debate racional, su voz se disuelve en la banalidad, condenándola al ostracismo cultural en terrenos donde supo ser Ama y Señora.

Otro aspecto que no podemos dejar pasar aquí es el paralelismo roto entre el “Monasterio” como Officina Sapientiae al seminario burocrático de hoy. La crisis formativa actual se revela con mayor acritud al trazar dicho paralelismo con el paradigma educativo de la época dorada de la teología, encarnado en los monasterios medievales. Estos cenobios no eran refugios de piedad, sino verdaderos talleres de sabiduría, donde el cultivo intelectual se consideraba intrínseco a la búsqueda de la santidad misma. Tengamos en cuenta que la lectio divina era inseparable del estudio metódico, y la vida comunitaria garantizaba la inmersión en una disciplina intelectual que abarcaba la gramática, la retórica, el cálculo (el Trivium y el Quadrivium) y, finalmente, la teología como la ciencia suprema. El modelo monástico exigía la unidad entre ordo (orden) y studium (estudio), entendiendo que sólo el silencio y la ascesis creaban las condiciones de posibilidad para el pensamiento profundo. Este compromiso vital de los monjes contrastaba diametralmente con una visión meramente instrumental de la formación eclesiástica.

En el contexto actual, el seminario- institución moderna diseñada para la formación especializada del clero secular- ha perdido, en gran medida, la fibra de esa integración sapiencial. Al respecto, Jean Leclercq, un experto en el monacato medieval, sostiene que, para los monjes, “la cultura no era un fin en sí misma; era un medio, un instrumento, un objeto del ejercicio de la humildad, es decir, la fe” (Leclercq, 1961, p. 11). Este principio revela que el estudio era un acto de piedad y no de simple adquisición de títulos (se pensaba que la sabiduría no sólo te hacía más cercano a la santidad, sino también más piadoso).

Mientras el monasterio medieval era una comunidad dedicada al estudio inmersivo del saber clásico y patrístico, el seminario actual opera bajo la lógica de la certificación burocrática y la eficiencia pastoral. La formación se ha fragmentado en módulos y créditos que priorizan la adquisición de habilidades funcionales- como la gestión parroquial o la coordinación de eventos- por encima de la lenta digestión filosófica y metafísica necesaria. El resultado de esta decadencia es un déficit del rigor y de la concentración: el seminarista no siempre es un asceta del saber inmerso en una tradición intelectual, sino un futuro administrador eclesiástico con una preparación filosófica totalmente insuficiente para confrontar las tesis nihilistas o materialistas de la academia moderna. En otras palabras, la disciplina del studium ha sido sustituida por la ansiedad de la relevancia pastoral inmediata, rompiendo el equilibrio que hizo de la Iglesia la Magistra Scholarum (Maestra de Escuelas) de Occidente.

Consecuentemente, la deficiencia en la formación filosófica y teológica del sacerdote actual se manifiesta de forma inmediata y tangible en el púlpito, deteriorando la calidad y el propósito sagrado de la homilía. La misma, en su sentido original litúrgico, es la actualización y aplicación del misterio de la Palabra de Dios al tiempo presente, en tanto que exige una exégesis rigurosa, una comprensión profunda de la historia de la salvación (historia salutis) y una capacidad retórica para articular verdades complejas con claridad. Si el sacerdote carece de una base filosófica sólida- especialmente en metafísica, lógica y antropología- su capacidad para realizar la interpretación correcta se trunca. En este punto, debemos considerar que el Concilio Vaticano II, en la Constitución Dei Verbum, ya advertía sobre la necesidad de que la Sagrada Escritura sea leída e interpretada con la debida formación: “La sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios […]. Los Padres de la Iglesia, cuya predicación es una exposición de la Palabra revelada, son un testigo permanente” (Concilio Vaticano II, 1965, n. 10). Así pues, un clero débilmente formado es totalmente incapaz de acceder a esta Tradición con profundidad crítica y los conocimientos históricos, filosóficos y teológicos necesarios.

El resultado de esta triste fragilidad es la sustitución del discurso teológico por el tópico banal, la anécdota moralizante superficial o la sociología de baja calidad. La homilía se convierte a menudo en una moralina simplificada o en una exhortación emotiva que evade la confrontación con las grandes preguntas de la fe. Este empobrecimiento no sólo es un problema retórico, sino que representa, fundamentalmente, una traición al sentido original de la Misa, la cual, como “fuente y cumbre” de la vida cristiana, se articula en dos mesas: la “mesa de la Palabra” (liturgia de la Palabra) y la “mesa del Pan” (liturgia Eucarística). Cuando la mesa de la Palabra se debilita por la predicación superficial, la conexión intelectual del fiel con el misterio eucarístico se atenúa. Así, la liturgia pierde su densidad intelectual y se reduce a un acto devocional privado o a una ceremonia social. Esta incapacidad de articular el Misterio en el lenguaje de la Razón condena al sacerdote a la ineficacia como mediador intelectual, haciendo que la Misa pierda su fuerza como evento pedagógico y sapiencial. Es imperativo, por tanto, que la formación clerical devuelva la primacía al rigor intelectual como condición sine qua non para la integridad litúrgica y la evangelización.

Aún hay más. La propia cúpula eclesiástica ha intentado diagnosticar esta patología, aunque la respuesta ha sido más retórica que materialmente transformadora. En la encíclica Fides et Ratio, San Juan Pablo II reivindicó la urgencia de la filosofía, advirtiendo que “la fe interviene para liberar a la razón de la presunción, tentación que fácilmente la asalta” (Juan Pablo II, 1998, n. 48). El pontífice no solo clamó por una revitalización filosófica, sino que alertó específicamente sobre su reducción a mera propedéutica teológica o a instrumental práctico, exigiendo un ámbito académico donde la filosofía conserve su “dimensión sapiencial” (Juan Pablo II, 1998, n. 83). Sin embargo, la noble reiteración magisterial de la importancia de la filosofía no ha sido acompañada de políticas académicas capaces de revertir la tendencia en seminarios y facultades teológicas. La tensión se define en la asimetría entre la intención y la capacidad efectiva de interlocución. La voluntad de diálogo proclamada en Gaudium et Spes (es el título de la única constitución pastoral del Concilio Vaticano II y trata sobre “la Iglesia en el mundo contemporáneo”) se ha traducido, en muchos casos, en una absorción acrítica de ideologías y modas, precisamente por la carencia de un armazón filosófico y teológico robusto que permita el discernimiento crítico y la oposición argumental.

El riesgo existencial es la autolimitación de la razón cristiana. Joseph Ratzinger, en su Discurso de Ratisbona, señaló el peligro de una razón que se autoexcluye de las grandes preguntas metafísicas. El Papa, teólogo magistral, advirtió que el intento moderno por restringir la razón “al mundo de las ‘certezas’ que se pueden obtener mediante la experimentación y la contrastación” (Benedicto XVI, 2006, n. 3) termina por empobrecerla, separándola del logos de la razón teológica, cuando la Iglesia renuncia a la metafísica o a la filosofía perenne como base de su formación, y sólo ofrece respuestas payasescas, emotivas, moralinas simplificadas o soluciones administrativas a problemas de índole profunda, se condena a la irrelevancia en los grandes debates que definen este siglo: bioética, inteligencia artificial, ecología integral, explotación humana, etcétera. El desfase no es sólo de contenido, sino de método y de lenguaje: la incapacidad actual de la curia o de los líderes para entrar en la analítica rigurosa y las epistemes especializadas del mundo actual erosiona drásticamente su autoridad intelectual hasta el punto de la caricatura.

Finalmente, la credibilidad epistémica de una institución depende intrínsecamente de su integridad moral. Cuando los escándalos sistemáticos socavan la autoridad espiritual de los pastores, la recepción de sus argumentos filosóficos o teológicos queda irreparablemente dañada. La atrofia intelectual y la crisis moral se retroalimentan en un círculo vicioso, catalizando el colapso de la autoridad en todos sus planos. Que quede claro, amigos míos, este ensayo no busca idealizar una edad de oro, sino remarcar la fractura crítica entre un pasado de producción intelectual eminente y un presente de superficialidad formativa mayoritaria.

La restauración del capital intelectual exige una visión audaz que valore la producción teórica, no como un apéndice subsidiario, sino como el corazón mismo de la misión evangelizadora, el medio para hacer inteligible la fe en un mundo que ha olvidado el sentido de la trascendencia. La cuestión fundamental reside en si es viable revertir la inercia institucional que ha priorizado la administración y el show sobre la metafísica, sin caer en un elitismo académico que la aleje de sus bases populares, y en cómo una Iglesia global, tentada por la inmediatez mediática, podría reconstruir el paciente y silencioso hábito de la lectio divina y la argumentación rigurosa, reintroduciendo el amor por el saber profundo. Lo más punzante es dilucidar si la Iglesia tiene la voluntad y el coraje de desmantelar la formación trivial y diletante que hoy sustenta la debilidad de su voz en el siglo XXI, o si prefiere la comodidad de la irrelevancia al rigor de la verdad. Si la respuesta a estos interrogantes es la pasividad continuada, sólo se puede anticipar la consolidación del declive epistémico de la razón cristiana y, con ello, la inevitable pérdida de la Iglesia como faro intelectual y moral.

Referencias Bibliográficas (APA 7)

Agustín, S. (1984). Sermones. (Vol. 1). Biblioteca de Autores Cristianos. (Obra original publicada c. 400 d.C.).

Aquino, T. de. (1888). Summa contra Gentiles: Libri Quattuor. Accedunt Tabulae. Ex Typographia Polyglotta S. C. de Propaganda Fide. (Obra original publicada c. 1259-1265).

Benedicto XVI. (2006, 12 de septiembre). Fe, razón y universidad: recuerdos y reflexiones. (Discurso de Ratisbona). Librería Editrice Vaticana.

Concilio Vaticano II. (1965). Constitución dogmática Dei Verbum sobre la divina Revelación. Librería Editrice Vaticana.

Concilio Vaticano II. (1965). Constitución pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual. Librería Editrice Vaticana.

Juan Pablo II. (1998, 14 de septiembre). Carta encíclica Fides et Ratio a los Obispos, a los sacerdotes y diáconos, a los religiosos y religiosas, y a todos los fieles sobre las relaciones entre fe y razón. Librería Editrice Vaticana.

Leclercq, J. (1961). El amor a las letras y el deseo de Dios: Introducción a los escritores monásticos medievales. Andrés Bello.

MacIntyre, A. (2007). After Virtue: A Study in Moral Theory (3.ª ed.). University of Notre Dame Press. (Obra original publicada en 1981).

Taylor, C. (2007). A Secular Age. The Belknap Press of Harvard University Press.

Lisandro Prieto Femenía
Docente. Escritor. Filósofo
San Juan – Argentina

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Politólogo Óscar Martínez Peñate afirma que ARENA y FMLN desaparecerán en las urnas

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El politólogo Óscar Martínez Peñate reiteró ayer que la población eliminará, a través de su voto en los comicios generales de 2027, al FMLN y ARENA como partidos políticos.

Inicialmente planteó que el Círculo de Reflexión Política Siglo XXI, del cual es integrante, solicitaría al Tribunal Supremo Electoral (TSE) la cancelación de ambos partidos, pues varios de sus dirigentes negociaron con las pandillas para tener respaldo en las urnas.

«Como Círculo de Reflexión Política Siglo XXI decidimos que no le vamos a quitar ese privilegio y derecho a la población, para que sea quien elimine a estos dos partidos, en las elecciones de 2027, por todo el daño que le han causado a El Salvador», reafirmó.

Ernesto Muyshondt, de ARENA, yasí como Benito Lara y Arístides Valencia, del FMLN, en su calidad de diputados se reunieron con pandilleros y negociaron el respaldo de las estructuras criminales para los comicios presidenciales de 2014, según investigación de la Fiscalía General de la República. Ya fueron dictadas sentencias por ese delito.

Los dos partidos gobernaron de 1989 a 2019, y ahora carecen de la preferencia ciudadana, según mostró la última encuesta de CID Gallup.

«No queremos quitarle la maravillosa oportunidad al pueblo salvadoreño de que vayan a las urnas y lo hagan de mano propia (eliminar a ARENA y FMLN)», declaró también el abogado Aldo Álvarez, integrante del Círculo de Reflexión Política Siglo XXI.

Opinión | Óscar Martínez Peñate
Politólogo
Este artículo fue publicado originalmente por Diario El Salvador.

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«Invertir en educación es la base del desarrollo», afirma el analista René Martínez

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El analista y sociólogo, René Martínez, consideró que la inversión del presidente Nayib Bukele en educación se ha convertido en la base para el desarrollo social del país, un aspecto que, según él, fue descuidado durante décadas por los gobiernos anteriores, generando desigualdad social.

Martínez explicó que la falta de inversión en el sector educativo dejó en desventaja a muchos estudiantes y graduados del sistema público. Sin embargo, actualmente, después de fortalecer la seguridad pública, el gobierno apuesta por la educación de las futuras generaciones.

«Para mí, la apuesta principal de la gestión del presidente es la educación pública, porque permitirá superar problemas de desigualdad social y construir una cultura política democrática diferente», afirmó Martínez durante la Entrevista AM de Canal 10.

El sociólogo resaltó el programa Dos Escuelas por Día, mediante el cual el gobierno moderniza y revitaliza los centros educativos a nivel nacional, convirtiéndolos en espacios atractivos que motivan a los estudiantes a estudiar.

Martínez también criticó que, en gobiernos anteriores de ARENA y FMLN, los centros educativos eran entregados a pandillas como parte de negociaciones territoriales, afectando el acceso a la educación. «Cada pandilla tenía que contar con su centro escolar en su territorio», señaló.

Opinión | Mauricio Rodríguez
Sociólogo y analista
Este artículo fue publicado originalmente por Diario El Salvador.

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