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EL FÚTBOL MUNDIAL ESTÁ DE LUTO: Fallece Diego Armando Maradona

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Y un día ocurrió. Un día lo inevitable sucedió. Es un cachetazo emocional y nacional. Un golpe que retumba en todas las latitudes. Un impacto mundial. Una noticia que marca una bisagra en la historia. La sentencia que varias veces se escribió pero había sido gambeteada por el destino ahora es parte de la triste realidad: murió Diego Armando Maradona.

Villa Fiorito fue el punto de partida. Y desde allí, desde ese rincón postergado de la zona sur del Conurbano bonaerense se explican muchos de los condimentos que tuvo el combo con el que convivió Maradona. Una vida televisada desde aquel primer mensaje a cámara en un potrero en el que un nene decía soñar con jugar en la Selección. Un salto al vacío sin paracaídas. Una montaña rusa constante con subidas empinadas y caídas abruptas.

Nadie le dio a Diego las reglas del juego. Nadie le dio a su entorno (un concepto tan naturalizado como abstracto y cambiante a la lo largo de su vida) el manual de instrucciones. Nadie tuvo el joystick para poder manejar los destinos de un hombre que con los mismos pies que pisaba el barro alcanzó a tocar el cielo.

Quizá su mayor coherencia haya sido la de ser auténtico en sus contradicciones. La de no dejar de ser Maradona ni cuando ni siquiera él podía aguantarse. La de abrir su vida de par en par y en esa caja de sorpresas ir desnudando gran parte de la idiosincrasia argentina. Maradona es los dos espejos: aquel en el que resulta placentero mirarnos y el otro, el que nos avergüenza.

A diferencia del común de los mortales, Diego nunca pudo ocultar ninguno de los espejos.

Es el Cebollita que solo tenía un pantalón de corderoy y es el hombre de las camisas brillantes y la colección de relojes lujosos. Es el que le hace cuatro goles a un arquero que intenta desafiarlo y al mismo tiempo el entrenador que intenta chicanear a los alemanes y termina humillado. Es el que se va bañado de gloria del estadio Azteca y el que sale de la mano de una enfermera en Estados Unidos. Es el que arenga, el que agita, el que levanta, el que motiva. El que tomaba un avión desde cualquier punto del mundo para venir a jugar con la camiseta de la Selección. El del mechón rubio y el que estaciona el camión Scania en un country. Es el gordo que pasa el tiempo jugando al golf en Cuba y el flaco de La Noche del Diez. El que vuelve de la muerte en Punta del Este. Es el novio de Claudia y es también el hombre acusado de violencia de género. Es el adicto en constante lucha. El que canta un tango y baila cumbia. El que se planta ante la FIFA o le dice al Papa que venda el oro del Vaticano. El que fue reconociendo hijos como quien trata de emparchar agujeros de su vida. Un icono del neoliberalismo noventoso y el que se subió a un tren para ponerse cara a cara contra Bush y ser bandera del progresismo latinoamericano. Es cada tatuaje que tiene en su piel, el Che, Dalma, Gianinna, Fidel, Benja… Es el hombre que abraza a la Copa del Mundo, el que putea cuando los italianos insultan nuestro himno y el que le saca una sonrisa a los héroes de Malvinas con un partido digno de una ficción, una pieza de literatura, una obra de arte.

Porque si hubiera que elegir un solo partido sería ese. Porque no existió ni existirá un tramo de la vida más maradoneano que esos cuatro minutos que transcurrieron entre los dos goles que hizo el 22 de junio de 1986 contra los ingleses. El mejor resumen de su vida, de su estilo, de lo que fue capaz de crear. Pintó su obra cumbre en el mejor marco posible. Le dijo al mundo quién es Diego Armando Maradona. El tramposo y el mágico, el que es capaz de engañar a todos y sacar una mano pícara y el que enseguida se supera con la partitura de todos los tiempos.

Barrilete cósmico. Y la pelota no se mancha. Y las piernas cortadas. Y que la sigan chupando. Y la tortuga que se escapa. Y el jarrón en el departamento de Caballito, el rifle de aire comprimido contra la prensa, la Ferrari negra que descartó porque no tenía estéreo, la mafia napolitana y toda una ciudad que elige vivir en pausa, rendida a su Dios. Es el de las canciones, el los documentales a carne viva y las biografías siempre desactualizadas. El que levanta el teléfono y llama cuando menos lo esperás y más lo necesitás. El que jugó partidos a beneficio sin que nadie se enterara. El que pasa del amor al odio con Cyterszpiler, con Coppola o con Morla. El que siempre vuelve a sus orígenes y le presta más atención a los que menos tienen.

Es el abuelo baboso y el papá inabordable.

Es antes que todo y por sobre todas las cosas el hijo de Doña Tota y de Don Diego.

Y Maradona es en presente pese a que de los que mueren haya que escribir en pasado. Es el que en Dubai se codeaba con jeques y contratos millonarios y el que en Culiacán y con 40 grados a la sombra pedía un guiso a domicilio. El que internaron en un neuropsiquiátrico. El que pudo dejar la cocaína. El que hizo jueguitos en Harvard. Es el que como entrenador de Gimnasia vivió un postergado homenaje del fútbol argentino. Aquel que había dirigido a Racing y a Mandiyú no era este último Diego de las rodillas chuecas, las palabras estiradas y las emociones brotando sin filtro.

Es también Maradona el hombre que se fue apagando. Se resquebrajó su cuerpo y empezó a sacar a la luz tantos años de castigo físico, de desbordes, de excesos, de patadas, de infiltraciones, de viajes, de adicciones, de subibajas con su peso, de andar por los extremos sin red de contención.

Y el alma se fue apagando al compás del cuerpo. En el último tiempo ya no quería ser Maradona y ya no podía ser un hombre normal. Ya nada lo motivaba. Ya no servía el paliativo de los antidepresivos ni las pastillas para dormir. Y la combinación con alcohol aceleraba la cinta. Cada vez menos cosas encendían su motor: ni el dinero, ni la fama, ni el trabajo, ni los amigos, ni la familia, ni las mujeres, ni el fútbol. Perdió su propio joystick. Y perdió el juego.

Lo llora Fiorito, escenografía inicial de esta historia de película y pieza fundacional para comprender al personaje. Lo lloran los Cebollitas donde se animó a soñar en grande. Lo llora Argentinos Juniors donde no solo es nombre del estadio sino el mejor ejemplar de un molde que genera orgullo. Lo llora Boca y toda la pasión que unió a un vínculo que fue mutando pero conservó el amor genuino. Lo llora Nápoles, su altar maravilloso en el que con una pelota cambió la vida de una ciudad para siempre. Lo lloran también Sevilla, Barcelona y Newell’s, que infla el pecho por haberlo cobijado. Lo llora la Selección porque nadie defendió los colores celeste y blanco como él.

Lo llora el país entero y el mundo.

Tomado del Clarín

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Guatemala hace historia y avanza a semifinales de la Copa Oro 2025 tras vencer a Canadá en penales

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Contra todo pronóstico, la selección de Guatemala logró una histórica clasificación a semifinales de la Copa Oro 2025, al superar a Canadá 6-5 en la tanda de penales, tras empatar 1-1 en el tiempo reglamentario. Es la primera vez que el combinado chapín alcanza esta instancia en el torneo regional.

El encuentro, disputado con gran intensidad, se inclinó temprano para los canadienses, quienes se adelantaron al minuto 29 con un polémico penal convertido por Jonathan David. La falta fue sancionada tras una supuesta infracción de Aarón Herrera sobre Tani Oluwaseyi, aunque las repeticiones —incluso transmitidas accidentalmente en el estadio— mostraron que el defensor guatemalteco tocó claramente el balón. A pesar de ello, el VAR no revocó la decisión del árbitro costarricense Keylor Herrera.

La expulsión de Jacob Shaffelburg antes del descanso, por doble amarilla, cambió el panorama del partido. Guatemala aprovechó la superioridad numérica y en el segundo tiempo logró el empate con un cabezazo de Rubio Rubín al 69′, tras un centro de Óscar Santis.

Con el empate, el encuentro se definió desde el punto penal, donde Guatemala mostró mayor efectividad en los lanzamientos alternos y selló una clasificación histórica que desató la euforia entre jugadores y aficionados. Los chapines ahora esperan rival en las semifinales, con la esperanza de seguir rompiendo barreras en el certamen.

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Bayern Múnich elimina al Flamengo con triunfo 4-2 en octavos del Mundial de Clubes

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Miami, Estados Unidos — El Bayern de Múnich dejó fuera al Flamengo tras imponerse 4-2 en el partido de octavos de final del Mundial de Clubes disputado este domingo en Miami. El equipo alemán mostró su superioridad desde el inicio, ante un Flamengo valiente y combativo.

El marcador se abrió temprano con un autogol del chileno Erick Pulgar al minuto 6. Harry Kane marcó dos goles, al 9 y al 73, y Leon Goretzka anotó otro tanto al 41 para sellar la victoria bávara.

Por su parte, Flamengo descontó con goles de Gerson al 33 y Jorginho al 54, este último de penalti. Sin embargo, no pudieron contener la eficacia del campeón alemán, que avanza a la siguiente ronda del torneo.

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PSG arrasa a Inter Miami y avanza a cuartos del Mundial de Clubes

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El Paris Saint-Germain selló su boleto a los cuartos de final del Mundial de Clubes tras una contundente goleada 4-0 sobre Inter Miami en el Mercedes-Benz Stadium de Miami. Con un primer tiempo dominante, el equipo dirigido por Luis Enrique dejó sentenciada la serie gracias a un doblete del portugués João Neves, un autogol del defensor Tomás Avilés y un gol del marroquí Achraf Hakimi.

El astro argentino Lionel Messi, que enfrentó por primera vez a su exequipo PSG, tuvo una actuación limitada y vivió la derrota con resignación, a pesar del apoyo de la afición local. El duelo mostró una gran diferencia de nivel, con PSG imponiendo su velocidad y control del juego desde el inicio.

La victoria permite al conjunto francés esperar rival entre Flamengo y Bayern Múnich, que cerrarán la jornada dominical en Miami.

Alineaciones destacadas:

PSG (DT Luis Enrique): Donnarumma; Hakimi, Marquinhos, Pacho, Mendes; Neves, Vitinha, Fabián Ruiz; Kvaratskhelia, Doué, Barcola.
Inter Miami (DT Javier Mascherano): Ustari; Weigandt, Falcón, Allen (Avilés 19), Alba; Allende, Redondo, Busquets, Segovia; Messi, Suárez.

El PSG demostró por qué es uno de los grandes favoritos al título, mientras Messi y compañía deberán replantear su camino en el torneo.

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