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ENTREGA ESPECIAL

CRONIO EN CHINA: Jóvenes becarios de El Salvador le solicitan a Nayib Bukele que fortalezca las relaciones con China y así poder cumplir sus sueños y terminar sus estudios

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Gabriela Montejo de Mejicanos e Iris Sánchez de San Salvador

En una visita a la República Popular de China, algunos periodistas y profesionales de las comunicaciones se reunieron con un grupo de jóvenes salvadoreños que se encuentran becados en el grande de Asia estudiando el idioma Chino mandarín.

Algunos de los jóvenes compartieron sus experiencias en el país asiático donde realizan diversos estudios y destacan los importante que es para sus vidas, por lo que solicitaron al presidente electo que se fortalezcan las relaciones de cooperación.

En la Beijing Language and Culture University se encuentran cinco jóvenes salvadoreños estudiando el lenguaje, tal es el caso de Fabiola León, de 19 años, una joven originaria de Antiguo Cuscatlán, La Libertad, que se encuentra en China aprendiendo el lenguaje.

Con ocho meses de estar en el país asiático, la joven se encuentra en el cuarto nivel de cinco necesarios para poder dominar la lengua.

“Ha sido difícil adaptarme, me costó un poco porque es un choque cultural, porque la cultura salvadoreña con la cultura China son completamente diferentes”, explicó León.

La joven reconoce que las personas asiáticas son personas acogedoras y que sus atenciones han sido claves para poder desenvolverse en tierras lejanas.

Según el vice rector de esa casa de estudios, Baojun Zhang, desde el 2005 hasta hoy en día se han graduado un total de 17 alumnos de El Salvador.

«Ellos han descubierto que es una universidad muy internacionalizada tienen amigos de muchos países y nos alegra mucho tener a cinco estudiantes de su país», señaló Baojum Zhang.

Con esta experiencia, León se ha motivado para continuar sus estudios en una carrera universitaria e investiga los contenidos y aplicaciones de las diferentes carreras; por el momento se ha motivado por una.

“Voy a estudiar Relaciones Internacionales, ahorita estoy con la idea general de lo que trata la carrera pero voy a investigar más para tomar una decisión”, detalló.

Otro connacional que fue entrevistado por Diario Digital Cronio es Luis Edgardo España, de 23 años, quien es originario del municipio de Soyapango, en San Salvador.

España señala que siguió un largo proceso para recibir una beca y estudiar en China.

“En mi experiencia, yo aplique para Taiwán. El proceso de Taiwán era demasiado complicado porque se debe certificar las notas y la PAES, en inglés, es decir un gran proceso para obtener una beca y pues la verdad siento que es un mérito el estar aquí”, señaló España.

Aunque las relaciones de cooperación entre China y El Salvador se han querido teñir de intereses políticos, las becas de estos jóvenes dan una perspectiva diferente. «Yo no creo que esto sea político», señaló España quien se rehusa a aceptar que las relaciones bilaterales entre ambos países puedan romperse.

“Es una gran experiencia que jamás me hubiera imaginado, estando en El Salvador nunca me imaginé que China fuera así un país muy desarrollado con personas con un alto nivel de educación y la verdad quiero aprovecharlo al máximo”, concluyó.

Por su parte el Embajador de El Salvador en China, Walter Durán, destacó que «La presencia de nuestros jóvenes becarios no solo, de los cinco que se encuentran en esta universidad sino de otros jóvenes salvadoreños que están en otras universidades evidencian esa relación de hermandad y esa generosidad del pueblo chino al poder estrechar la cooperación con nuestro país preparando a jóvenes y nuevas generaciones que aportaran mucho a nuestro país».

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Conmemoran décimo aniversario del fallecimiento del Dr. Armando Bukele

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Este 30 de noviembre se cumplen diez años del fallecimiento del Dr. Armando Bukele, padre del presidente Nayib Bukele. Su partida causo tristeza en la población salvadoreña, que continúa recordando su legado.

Durante su vida, el Dr. Armando Bukele destacó en los ámbitos médico, social y político, ganándose el respeto de quienes lo conocieron. Su labor por el bienestar del país y su compromiso con la ciudadanía siguen siendo motivo de reconocimiento.

Igualmente, se le reconoce por las enseñanzas que dejó al pueblo salvadoreño a través de sus distintas profesiones: maestro, empresario y filántropo, así como por su papel como padre. Realizó un destacado trabajo en la crianza de sus hijos, especialmente con Nayib Bukele, quien, gracias a sus consejos y la educación recibida, formó la visión con la que sueña con un mejor El Salvador.

Entre sus mensajes, se cita la frase: “Lucha, gana y goza en esta vida y hazlo también para la otra. Busca el Reino de Dios y su justicia y lo demás te vendrá por añadidura”.

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Jovencita de la UES destaca con segundo lugar en concurso de la NASA

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La NASA desarrolló recientemente un concurso que reunió a universitarios de diversas regiones, entre ellos Ángela Pineda, estudiante de tercer año de Ingeniería en Sistemas Informáticos de la Universidad de El Salvador (UES).

El proyecto de Ángela consistió en un sistema autónomo de drones con mini propulsores, con el que participó en el Programa Aeroespacial Internacional, obteniendo el segundo lugar en la base central de la NASA en Houston, Texas.

El evento se realizó entre el 8 y el 16 de noviembre, periodo en el que también recibió entrenamiento similar al de los astronautas, incluyendo simuladores de gravedad cero, vuelo de aeronaves Piper Archer y actividades de robótica bajo el agua.

El proyecto presentado por Ángela y otros estudiantes mexicanos fue nombrado «Hope» y consistió en un concepto de traje espacial con sensores incorporados en la tela.

“¡Segundo lugar! Un logro que destaca su talento, disciplina y el alto nivel académico de nuestra comunidad estudiantil. Felicitamos a Ángela por dejar en alto el nombre de la UES”, expresó la institución en sus cuentas oficiales.

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Su esposo murió de cáncer a los 72 y ella que tiene 27 tomó la peor decisión con sus dos hijos

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La historia de Vanessa Collias, una mujer de 27 años radicada en Ontario, Canadá, quedó grabada en los registros judiciales y en la memoria social como uno de esos casos en los que el dolor personal, la tragedia familiar y una cadena de sucesos desafortunados convergen en un final devastador. El 10 de diciembre de 2023, apenas nueve días después de la muerte de su esposo, la joven madre asfixió a sus dos hijos pequeños: Yiannis, de cinco años, y Dimitri, de cuatro. Luego intentó quitarse la vida, pero sobrevivió, aunque con consecuencias permanentes. El caso conmocionó a la comunidad canadiense no solo por la crudeza de los hechos, sino también por las circunstancias emocionales y psicológicas que rodearon a la acusada y que finalmente influyeron en la condena dictada por la justicia.

Las horas previas al crimen se reconstruyeron con precisión durante el proceso. Según la investigación policial, cuando los agentes ingresaron al departamento donde vivía la familia, encontraron a los niños tendidos uno junto al otro, en una escena silenciosa y perturbadora. La televisión seguía encendida y, cerca de los cuerpos, se hallaron prendas de ceremonia, como si la madre hubiese querido preparar algún tipo de ritual íntimo. En ese mismo espacio también se encontró una nota colocada detrás del televisor, un mensaje que los investigadores incorporaron al expediente y que sería analizado en el contexto del estado emocional de Collias.

Para los efectivos policiales que participaron del operativo, el shock fue inmediato. No había signos de violencia más allá de la asfixia. Los cuerpos de los pequeños no presentaban golpes, cortes ni ningún otro indicio de abuso previo. Más tarde, los exámenes post-mortem confirmarían que los dos niños estaban “sanos y nutridos”, un detalle que la fiscalía subrayó para remarcar que, pese al desenlace fatal, la madre había cumplido con los cuidados básicos hacia ellos. Ese dato se convirtió en un elemento clave para comprender la dinámica familiar previa al crimen.

En su confesión ante la corte, Vanessa Collias narró con lágrimas y voz quebrada el momento en el que decidió poner fin a la vida de sus hijos. Relató que había tapado sus narices y bocas con su mano mientras les cantaba “You Are My Sunshine”, una canción que solía entonarles desde que eran bebés. La imagen de una madre acunando a sus hijos con una canción dulce mientras ejecuta un acto irreversible estremeció a todos los presentes. La misma mujer aseguró que intentó quitarse la vida inmediatamente después, lanzándose desde el balcón del departamento. La caída no le provocó la muerte, pero sí una serie de lesiones que la dejaron parapléjica.

La confesión fue tan detallada como desgarradora. Collias explicó que, desde la muerte súbita de su esposo, Costa Collias, ocurrida el 1 de diciembre debido a una leucemia agresiva combinada con un cuadro de sepsis, su mundo entero se había desmoronado. Según sus propias palabras, la pérdida la había dejado “rota, completamente sola e incapaz de concebir una vida sin él”. En el expediente, agregó que en ese estado de desesperación había llegado a la conclusión de que la única manera de reunirse como familia era morir junto a sus hijos. Esa frase sería citada una y otra vez durante el juicio para intentar explicar la raíz psicológica del crimen.

La fiscalía, luego de recibir un extenso informe psiquiátrico, decidió reducir los cargos originales y aceptar que Collias se declarara culpable de dos asesinatos en segundo grado, lo que de todos modos implica una sentencia de cadena perpetua bajo la legislación canadiense. La rebaja se sustentó en el diagnóstico de un psiquiatra del Centro de Adicción y Salud Mental, quien concluyó que la mujer había sufrido un trastorno de adaptación grave tras la muerte de su esposo. No se trataba de una psicosis prolongada ni de un desorden estable, sino de un episodio agudo que alteró completamente su capacidad de juicio.

Durante la audiencia, el equipo de defensa aportó contexto sobre la relación entre Vanessa, su esposo y los niños. Describieron una dinámica familiar estable, amorosa y sin antecedentes de maltrato. “Lo que la señorita Collias más quiere, su señoría, es que entiendan que lo que ocurrió no fue de ninguna forma motivado por malicia. No fue por una falta de amor hacia sus hijos”, señaló uno de los abogados. Luego añadió: “Fue completamente lo opuesto”. Según la defensa, en la mente de Collias, distorsionada por el duelo extremo, la idea de morir con ellos era una forma de protegerlos del sufrimiento que ella misma creía inevitable.

Ese planteo generó un debate profundo en la sala. Por un lado, los fiscales insistieron en que la muerte de los niños había sido deliberada y que ninguna circunstancia emocional podía borrar ese hecho. Por el otro, la defensa pedía comprensión contextual, no para justificar el acto, sino para explicar cómo una madre sin antecedentes criminales había llegado a cometerlo. La jueza reconoció la complejidad emocional del caso, pero fue categórica en su sentencia: dos niños pequeños habían perdido la vida a manos de quien debía cuidarlos y protegerlos, y ese acto exigía la condena más alta contemplada para este tipo de delitos.

En paralelo, se conocieron detalles de los días posteriores a la muerte de Costa Collias. La joven madre había creado una página en GoFundMe solicitando ayuda económica para afrontar los gastos funerarios y sostener a sus hijos. Ese gesto, en apariencia racional y propio de un duelo reciente, contrastaba con la espiral emocional que se desencadenó poco después. Según el informe forense mental, la mujer alternaba momentos de aparente lucidez con episodios de angustia profunda, en los que expresaba que ya no encontraba sentido en la vida.

En el juicio, cada una de estas piezas fue encajando para reconstruir el derrumbe emocional que atravesó Vanessa. Su entorno más cercano también declaró que, tras la muerte de Costa, había perdido peso rápidamente, casi no dormía y pasaba horas mirando fotografías de su esposo. Los vecinos relataron que la escuchaban llorar durante la madrugada y que, en varias oportunidades, ella misma confesó sentirse desbordada. Pese a esos signos, nadie imaginó que la situación derivaría en un doble filicidio, uno de los crímenes más difíciles de asimilar socialmente.

El momento final de la audiencia estuvo marcado por un silencio absoluto. Vanessa pidió permiso para dirigirse a sus hijos, miró hacia el vacío y, entre sollozos, pronunció las palabras que quedaron registradas en las actas judiciales. “Dicen que Dios le da sus batallas más duras a sus soldados más fuertes”, comenzó diciendo. Luego agregó: “Bueno, este soldado perdió su lucha y por eso, mis bebés, me disculpo”. Aquella frase, cargada de un dolor irreparable, selló el cierre emocional del proceso.

No hubo aplausos, ni gritos, ni reacciones públicas explosivas. Solo un clima de consternación. Las crónicas locales señalaron que, incluso entre los agentes judiciales, la sensación predominante era la de una tragedia en la que no había ganadores ni perdedores, sino un entramado de duelo y desesperación que culminó en la fractura total de una familia. La condena de cadena perpetua, más allá de su dimensión penal, tiene para Vanessa un peso particular: debido a las lesiones sufridas en su intento de suicidio, pasará el resto de su vida cumpliendo la sentencia desde una silla de ruedas, en condiciones de movilidad reducida y con una dependencia casi absoluta de terceros.

El caso generó discusiones más amplias sobre la importancia del acompañamiento psicológico tras pérdidas repentinas y traumáticas. Organizaciones de salud mental subrayaron que el duelo no solo puede desencadenar tristeza, sino también cuadros severos que alteran la percepción de la realidad. “Las tragedias extremas son posibles cuando una persona queda emocionalmente aislada”, afirmaron expertos consultados por los medios. La historia de Collias se convirtió, para muchos profesionales, en un ejemplo doloroso de lo que puede ocurrir cuando el dolor se vuelve insoportable y no encuentra contención.

A medida que se conocieron más detalles, la sociedad canadiense continuó debatiendo el equilibrio entre la responsabilidad penal y la comprensión psicológica. Algunos sectores sostienen que la sentencia debía ser aún más dura; otros consideran que el sistema judicial debería contemplar de manera más profunda los contextos de colapso emocional extremo. Sin embargo, para todos quedó claro que lo ocurrido no encaja en los moldes tradicionales de violencia intrafamiliar, sino en el marco de una mente devastada por un duelo que avanzó más rápido y más fuerte de lo que su entorno pudo advertir.

Así, la historia de Vanessa Collias quedó sellada como una tragedia múltiple: la muerte de un padre, la pérdida de dos niños pequeños y la destrucción emocional definitiva de una mujer que, según todas las evaluaciones, amaba profundamente a su familia, pero no logró soportar una realidad que la desbordaba por completo. Un caso que para la crónica policial es un hecho consumado, pero que para la sociedad y para los expertos en salud mental sigue siendo una dolorosa señal de alerta.

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