En la costa oriental de Kenia, la organización Local Ocean Conservation (LOC) lleva 28 años trabajando por la protección de las tortugas marinas. Fundada en 1997 por un grupo de voluntarios, hoy cuenta con una veintena de empleados que han logrado más de 24.000 rescates, algunos repetidos, de estos animales en peligro.
Ubicada en Watamu y con una segunda sede en Diani, LOC ha desarrollado un modelo de trabajo que incluye la colaboración con más de mil pescadores locales, a quienes indemniza por entregar tortugas atrapadas en sus redes. Una vez en tierra, los animales son pesados, identificados, tratados si es necesario y luego liberados nuevamente al mar.
El impacto del trabajo de concienciación en comunidades y escuelas ha transformado la percepción sobre la caza de tortugas. “Cada vez que suelto una tortuga siento una gran alegría”, comenta Fikiri Hiponda, quien lleva 16 años en la organización.
Los retos, sin embargo, son constantes. Algunas tortugas llegan heridas por anzuelos, redes o contaminación marina. Otras, como “Safari”, una joven hembra hallada a 150 km del centro, requieren cirugías como amputaciones o tratamientos tras ingerir plástico, lo que altera su flotabilidad.
Según el personal médico, el aumento de residuos en el océano está provocando que cada vez más tortugas lleguen con problemas de salud. LOC, financiada mayoritariamente por donaciones individuales, continúa su labor con el objetivo de salvar el mayor número posible de ejemplares de esta especie amenazada.