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Cómo Amado Carrillo se convirtió en “el señor de los cielos” y su sospechosa muerte en un quirófano

Un domingo de noviembre de 1997, en la carretera que va de la Ciudad de México al puerto turístico de Acapulco, aparecieron abandonados tres tambos que llamaron la atención de los policías federales de caminos.
Un olor fétido los envolvía, aunque estaban sellados, y tenían manchas de sangre. Allí mismo los policías abrieron uno, rompieron el cemento y encontraron restos humanos. En el Servicio Médico Forense de la ciudad de Iguala extrajeron otros dos cuerpos de los dos bidones sin abrir. El misterio de los “entambados” se resolvió esa misma tarde.
Las víctimas eran tres hombres, altos, con huellas de tortura, que las autoridades identificaron como Jaime Godoy, Carlos Ávila y Ricardo Reyes. El primero era otorrinolaringólogo y los otros dos cirujanos plásticos. El último además colombiano. Todos habían sido parte del equipo que el 3 de julio de ese mismo año, en un hospital de la Ciudad de México, habían sometido al narcotraficante Amado Carrillo a una reconstrucción facial y una liposucción que le costaron la vida.
Para entonces, otros dos médicos que habían participado en aquella operación estaban muertos y uno más desaparecido.
Nadie supo quién secuestró y asesinó a los médicos. Tampoco hubo certeza sobre las verdaderas circunstancias en las que murió Amado Carrillo. La versión oficial anota que un paro cardiaco le sobrevino tras ocho horas de operación, pero hubo testigos que afirmaron que del quirófano había salido vivo. Luego la autopsia reveló que le habían suministrado un medicamento hipnótico mezclado con anestesia, que le produjo un paro respiratorio. Todavía hoy hay dudas suspicaces sobre las causas de su fallecimiento y hasta versiones de que sigue vivo, en Argentina o Chile, y colabora con la DEA.
Tan misteriosa fue la muerte como la vida de este capo narco que se convirtió en un poderoso traficante de cocaína en México, líder del Cártel de Juárez y conocido como “El Señor de los Cielos” por poseer la más grande flota de avionetas para el tráfico de Colombia a México y Estados Unidos. La DEA afirmaba que poseía al menos 30 aeronaves, incluidos algunos Boeing 727 a los que les quitaba el fuselaje, los asientos y todo lo necesario para transportar la droga.
La DEA afirmaba que poseía al menos 30 aeronaves, incluidos algunos Boeing 727 a los que les quitaba el fuselaje, los asientos y todo lo necesario para transportar la droga
Cuando murió, la DEA y la revista Forbes le calcularon una fortuna que rondaba los 25.000 millones de dólares en negocios y propiedades, acumulados en 17 años de carrera como narcotraficante.
El narco de los dos pueblos
En la pequeña comunidad de Guamuchilito, municipio de Navolato, Sinaloa, había una finca de 24.000 metros cuadrados, de la que se levantaban pinos y palmeras, y donde corrían cabras, borregos y avestruces. Allí vivió hasta su muerte, en 2014, doña Aurora Fuentes López, madre de ocho hijos: Angélica, Amado, Cipriano, Vicente, Guadalupe, Alberto, Rodolfo y José Cruz.
Dicen que la llamaban “mi niña” y que sus hijos Amado y Vicente construyeron para ella ese rancho que dejaba atrás los años de pobreza de los hermanos Carrillo Fuentes, hijos de doña Aurora y Vicente Carrillo Vega, y sobrinos del narcotraficante Ernesto Fonseca Carrillo, uno de los fundadores y líderes del Cártel de Guadalajara.
Amado, el segundo de los ocho hermanos, adoptó como su pueblo natal Guamuchilito, pues dicen que en realidad nació en La Tuna, municipio de Badiraguato, el 17 de diciembre de 1956. Apenas estudió, porque desde la adolescencia se enroló con su tío “Neto” a cuidar sus campos de marihuana y servir como “mula” para el traslado de droga.
El joven Amado mostraba obediencia, lealtad, disciplina y discreción a la hora de cumplir los encargos de su tío. También se cuenta que era astuto, despiadado con sus enemigos, mujeriego, que le gustaba el alcohol y la coca, y que al mismo tiempo era generoso con los suyos, su familia y sus dos pueblos: La Tuna y Guamuchilito, a los que dotó de iglesia, jardín, escuela y otros servicios.
En realidad, poco se sabía de él cuando vivía. La policía, cuando comenzó a perseguirlo, sólo tenía una vieja fotografía suya y ni siquiera sabía su edad.
El sigilo lo acompañó desde sus primeros años de narcotraficante, cuando su tío don Neto, como llamaban a Fonseca, lo mandó al poblado de Ojinaga, en Chihuahua, a que aprendiera todo del negocio de la marihuana con uno de sus socios, Pablo Acosta Villarreal “El Zorro de Ojinaga”.
Para Acosta Villarreal, Amado fue su favorito, su protegido, y durante más de 10 años trabajo a su lado, primero como su asistente y después como segundo en jerarquía. La mancuerna acabó cuando Amado lo mandó matar en abril de 1987. La traición vino de la mano de Guillermo González Calderoni, entonces director de Intercepción, Aérea, Terrestre y Marítima de la PGR, acusado años después de proteger a narcotraficantes de diversas organizaciones.
Con todos los datos para ubicarlo y un millón de dólares de pago, Calderoni acribilló a Acosta Villarreal y dejó libre el camino para que Amado Carrillo asumiera el control del grupo narcotraficante que operaba en Ojinaga, que más tarde se convirtió en el cártel de Juárez, uno de los más poderosos en México.
El nacimiento de un cártel
Cuando Amado Carrillo se trasladó a Ojinaga, en los años 70 del siglo pasado, un ex policía de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) –la entonces policía política mexicana–, encabezaba las primeras operaciones de lo que sería el Cártel de Ciudad Juárez, en Chihuahua.
Se llamaba Rafael Aguilar Guajardo, y años más tarde la prensa lo identificó como el dueño del Premier, un exclusivo centro nocturno de la Ciudad de México, cuya propiedad compartía con el empresario Gerardo Terrazas.
Con él comenzó a hacer negocios Amado Carrillo, se ganó su confianza, consiguió que lo dejara manejar la droga que llegaba de Colombia y le compartiera sus contactos. Al poco tiempo ya había desplazado a su socio en los envíos de cocaína a Estados Unidos.
A finales de la década de los ochenta, Carrillo Fuentes dejó Ojinaga y asentó en Ciudad Juárez, bajo total anonimato. Desde allí construyó el poder de un cártel que, de acuerdo con la DEA, sumaba ganancias semanales de 200 millones de dólares por el tráfico de cocaína y después heroína.
Por aquellos años también se ganó el sobrenombre de “El Señor de los Cielos”, con su flota de aviones Boeing de dos turbinas y 68 plazas y aeronaves tipo Caravelley que transportaban hasta seis toneladas de drogas.
El gobierno de Estados Unidos estimó en 1994 que el Cártel de Juárez manejaba 60% de la cocaína colombiana que llegaba a ese país por México y que esa sola organización introducía cuatro veces más cargamentos de droga que todos sus competidores juntos.
El gobierno de Estados Unidos estimó en 1994 que el Cártel de Juárez manejaba 60% de la cocaína colombiana que llegaba a ese país por México
A Amado Carrillo lo señalaba como uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo al desbancar a su competencia colombiana, en especial el cartel de Cali, de los mercados estadounidenses de Chicago, Atlanta, Oklahoma y Seattle.
El más satisfecho con él era su socio Aguilar Guajardo. Pero no compartió el éxito por mucho tiempo. El 12 de abril de 1993, en un muelle de Cancún, Quintana Roo, Aguilar Guajardo fue acribillado cuando iba a abordar una lancha.
Como sucedió con Acosta Villarreal, se dijo que Amado Carrillo Fuentes había pagado un millón de dólares por su muerte.
La muerte sospechosa
A Amado Carrillo le llevó 6 años escalar a la cima del narcotráfico desde Ciudad Juárez. Protegido por policía y hasta militares, custodiado siempre y discreto en sus movimientos y estilo de vida, lograba pasar inadvertido, a diferencia del resto de capos de la época.
Su tranquilidad terminó el día que atentaron en su contra en el restaurante Bali Hai del sur de la Ciudad de México, el 24 de noviembre de 1993. El escapó vivo gracias a su guardaespaldas, Alcides Ramón Magaña, “El Metro”, pero las investigaciones lo pusieron en la mira.
Para entonces, Carrillo Fuentes estaba involucrado en 26 investigaciones en Estado Unidos y en México había dos órdenes de aprehensión en su contra por delitos contra la salud.
La DEA además ofrecía 5 millones de dólares y 30 millones de pesos la Procuraduría General de la República, por información que llevara a su detención.
Amado, al parecer, confiaba lo suficiente en la red de protección que había tejido, porque la prensa afirmaba en su momento que entre mayo y julio de 1997 viajó a Rusia, Cuba y Chile para expandir su imperio, y que entre sus planes para evadir a la justicia estaban la cirugía plástica y la liposucción, aprovechando lo poco que lo conocían.
El 3 de julio de 1997, al hospital Santa Mónica, ubicado en Polanco, una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México, llegó Antonio Flores Montes para someterse precisamente a esas intervenciones quirúrgicas a cargo de un reconocido médico colombiano de nombre Ricardo Reyes.
El doctor sabía que se trataba en realidad de Amado Carrillo Fuentes, quien falleció al cabo de la operación “por la presencia residual de agentes farmacológicos de tipo anestésico”, de acuerdo con el informe de la autopsia que se dio a conocer en su momento.
Su muerte fue declarada a las 6 de la mañana, en la habitación 407, donde Amado estaba completamente solo.
Al día siguiente, su cuerpo fue trasladado a la Funeraria García López, uno de los más exclusivos en la capital mexicana, que se encargaría de trasladar a Culiacán y después a Badiraguato a Antonio Flores Montes, de 42 años, originario de Zacatecas, según su certificado de defunción.
Esa misma tarde la PGR informó en un comunicado que desde el 4 de julio por la noche, recibió informes de que “El señor de los Cielos” había fallecido. La información fue avalada por la DEA, aun sin ver el cadáver.
Su cuerpo fue mostrado públicamente una semana después, en el ataúd. De su rostro sobresalía el negro bigote que despertó las suspicacias: ¿acaso no tuvieron que afeitarlo para la cirugía?, se preguntaba la prensa. Surgieron las suposiciones sobre un doble. Era una de las estrategias de Carrillo Fuentes para evadir a las autoridades y a sus rivales.
Coincidió en esos días la desaparición de un comandante de la Policía Judicial del Distrito, José Luis Rodríguez “El Chiquilín”, a quien la prensa le adjudicó un sospechoso parecido con Amado Carrillo. Además, nada se sabía de él desde unos días antes de la muerte del capo.
Las sospechas las avivó, dos años después, en 1999, el periodista José Alfredo Andrade Bojórquez, en su libro Desde Navolato vengo: biografía de Amado Carrillo Fuentes, en el que describía las desapariciones de quienes habían sugerido que Amado Carrillo Fuentes no estaba muerto. El autor también desapareció en noviembre de ese mismo año.
Más de 20 años después de la “muerte” de Amado, ni la PGR sabe lo que realmente sucedió.
En la solicitud de información, el periodista Omar Sánchez de Tagle, de Animal Político, le pidió a la PGR el resultado de los estudios histopatológicos practicados en riñón, hígado, pulmón, encéfalo, cerebelo, médula, miocardio, bazo y páncreas del cadáver analizado en julio de 1997 y los resultados de la identidad del ADN.
La Subprocuraduría Especial de Investigaciones en Delincuencia Organizada (SEIDO) le contestó que no había pruebas periciales ni de ADN para conocer públicamente la causa y aseguró que 7 áreas distintas de la PGR afirman que no existen documentos sobre averiguaciones previas, actas circunstanciadas o investigaciones abiertas que involucraran al líder del Cártel de Juárez.La única información disponible eran dos boletines de prensa sobre su muerte en 1997.
A raíz de la “muerte” de Amado Carrillo, su hermano Vicente, conocido como “El Viceroy”, quedó al frente del Cártel de Juárez hasta el 9 de octubre de 2014, cuando fue detenido por elementos de la Policía Federal en Torreón, Coahuila, junto con su chofer y escolta, Jesús Dimas Contreras.
Su hermano Rodolfo, a quien llamaban “El Niño de Oro”, fue asesinado en 1997 en Cinépolis de Culiacán, Sinaloa, y a José Cruz, el más joven, lo desaparecieron.
En la finca de Guamuchilito sólo quedaron las hermanas y el recuerdo de una de las más poderosas familias del narco en México.
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Habitantes de Bangkok rehuyen vivir en rascacielos inquietos tras potente sismo

Tras el terremoto del 28 de marzo, Phatsakon Kaewkla descubrió enormes grietas en las paredes de su apartamento ubicado en el piso 22 de una torre de la capital tailandesa.
El joven de 23 años prefirió dormir en la casa de familiares hasta que los expertos le aseguraran que no había peligro.
Pero no puede evitar sentirse ansioso. «Tengo un poco de miedo. Además, mi madre me dijo que me vaya de aquí», cuenta a la AFP.
Como él, muchos habitantes de Bangkok se preguntan si deben buscar una vivienda más segura en una ciudad compuesta prácticamente de enormes rascacielos.
Cientos de edificios residenciales resultaron dañados por el terremoto de magnitud 7,7, cuyo epicentro estuvo en la vecina Birmania, pero que se sintió con fuerza en Bangkok, a más de 1.000 km de distancia.
La inquietud de muchos habitantes de la metrópolis se disparó tras el colapso durante el sismo de una torre en construcción de 30 plantas, que provocó la muerte de unos 20 obreros de la construcción, cuyos cuerpos en su mayoría no han sido aún encontrados.
El turco Yigit Buyukergun estaba en su apartamento en Bangkok con su mujer cuando se produjo el terremoto.
«Todo está agrietado, sobre todo en el pasillo», dice el hombre de 25 años mostrando las paredes.
Los dueños del edificio le aseguran que no corre ningún peligro. Dicen que es «100 % seguro, pero no me lo creo», dice desconfiado.
Impacto «significativo»
El impacto del terremoto en el sector inmobiliario es «significativo», dice a la AFP Owen Zhu, experto en bienes raíces.
«Parece que la gente se está dando cuenta de que vivir en rascacielos puede presentar mayores riesgos en lo que respecta a la resistencia a los terremotos», afirma.
Según Zhu, las normas de seguridad antisísmica de los edificios tailandeses no son «especialmente estrictas» y antes del reciente sismo los clientes que buscaban propiedades no preguntaban específicamente por ellas.
Ahora, afirma, cada vez más clientes optan por edificios bajos. En cuanto a los que siguen prefiriendo los rascacielos, suelen exigir que la propiedad haya sufrido «daños mínimos o nulos durante el reciente terremoto».
El turco Buyukergun teme que los precios de la vivienda aumenten a largo plazo, ya que la demanda de edificios más seguros impulsa la adopción de costosas medidas de resistencia sísmica.
Pero mejorar las normas de construcción no basta para calmar sus temores.
En su Turquía natal los terremotos son omnipresentes, pero no esperaba vivir con la misma angustia al mudarse a Tailandia.
Recuerda haber pensando al mudarse que «Tailandia era segura», dice, aún incrédulo tras el devastador sismo que causó más de 3.000 muertes en la vecina Birmania.
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Alemania pide una investigación tras la muerte de socorristas en Gaza

Alemania exigió el lunes una investigación urgente sobre las acusaciones de que las fuerzas israelíes dispararon contra un convoy de ambulancias en un ataque en el que murieron 15 socorristas en Gaza el 23 de marzo.
«Hay preguntas importantes sobre las acciones del ejército israelí», dijo un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Christian Wagner, después de que aparecieran nuevas imágenes que parecen mostrar el ataque.
«Se necesita urgentemente una investigación y la rendición de cuentas de los autores», añadió.
El ejército israelí afirmó el jueves que estaba investigando el «incidente», aunque añadió que sus soldados habían disparado contra «terroristas» y «vehículos sospechosos» que avanzaban hacia ellos con las luces apagadas.
Pero, imágenes recuperadas del celular de un rescatista muerto y publicadas este fin de semana plantean dudas sobre las circunstancias de la muerte de los rescatistas.
En el video de seis minutos y 42 segundos, se ven ambulancias conduciendo con los faros y las luces encendidas.
Según la Media Luna Roja Palestina, «este video refuta categóricamente las afirmaciones del ocupante de que (…) ciertos vehículos se acercaron de manera sospechosa, sin luces ni señales de identificación».
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Ecuador realiza simulacro rumbo a elecciones de segunda vuelta presidencial

El Consejo Nacional Electoral (CNE) de Ecuador realizó hoy domingo un simulacro a nivel nacional en el que se probó de manera total el sistema informático y logístico de cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales programada para el próximo 13 de abril, informó el organismo.
El CNE indicó en un comunicado que el proceso se desarrolló de manera simultánea en las 24 delegaciones electorales provinciales y en el exterior, al poner a prueba todos los aspectos técnicos y operativos del proceso electoral, así como el funcionamiento de las Juntas Receptoras del Voto.
Durante el ejercicio se evaluó también el Sistema de Procesamiento y Transmisión de Resultados, además de ponerse en práctica la aplicación de un plan de riesgos y contingencias ante la actual temporada invernal en el país.
La presidenta del CNE, Diana Atamaint, inauguró la mañana de este domingo el simulacro nacional en la Delegación Provincial Electoral de Pichincha, cuya capital es Quito, en un acto que contó con la presencia de delegados de organizaciones políticas y observadores internacionales.
«A siete días de realizar la jornada de votación estamos cumpliendo hoy con un nuevo hito democrático, al ejecutar el simulacro nacional en cada provincia del país y también en el exterior», dijo la funcionaria electoral.
Añadió que el simulacro es una muestra de que Ecuador se prepara con rigor, con planificación y con transparencia para que el día de la elección no haya algún margen de error.
«Cada voto cuenta y cada voto, como siempre lo hemos hecho, será absolutamente respetado para que sea el soberano el que se pronuncie», apuntó.
Atamaint indicó que el CNE junto con otras entidades estatales monitorea el impacto de las fuertes lluvias que afectan a varias provincias para decidir eventuales cambios de recintos de votación.
Indicó, además, que hasta ahora 14 de las 24 provincias del país ya han recibido las papeletas de votación y el material electoral para los comicios venideros.
Poco más de 13,7 millones de ecuatorianos, dentro y fuera del país podrán elegir el 13 de abril al nuevo mandatario entre los candidatos presidenciales Luisa González, afín al izquierdista expresidente Rafael Correa (2007-2017), y el actual presidente y candidato a la reelección, el empresario Daniel Noboa.
El balotaje se avizora reñido, después de una primera vuelta ajustada efectuada el 9 de febrero pasado, en la que Noboa obtuvo el 44,17 por ciento de los votos y superó por estrecho margen (16.746 votos) a González, quien alcanzó el 44 por ciento.
La campaña electoral que inició el 23 de marzo pasado terminará el próximo 10 de abril, luego de lo cual regirá un silencio electoral para meditar el voto.