Tecnología
Un ‘colibrí robot’ está más cerca de volar a Marte

Un grupo de investigación que incluye investigadores de la Universidad Shinshu, en Japón, ha desarrollado un pequeño robot volador sin cola capaz de elevarse en un entorno de baja densidad de aire y gran altitud, un avance que podría utilizarse en la exploración de lugares de difícil acceso en Marte.
El experimento fue la primera demostración del despegue de un robot aéreo de alas batientes sin cola en condiciones de baja densidad y gran altitud. El vuelo se llevó a cabo en un entorno con una densidad atmosférica equivalente a una altitud de 9.000 metros, que es aproximadamente un tercio de la existente al nivel del mar. Utilizando movimientos de alas preprogramados, el robot despegó 0,9 segundos después de empezar a batir las alas y se elevó a una altura de unos 17 centímetros al cabo de 1,4 segundos.
El colibrí robot tiene una envergadura de unos 30 centímetros y pesa 12,95 gramos; dos motores a cada lado le permiten batir las alas de forma independiente para aumentar su agilidad. Por ahora obtiene la energía de una fuente externa mediante un cable, pero en el futuro se pretende alimentarlo con una batería interna. El tamaño y otros factores se ajustarán para que pueda volar en Marte, donde la densidad atmosférica es aproximadamente el 1% de la de la Tierra.
Los resultados del estudio sugieren que, para poder sostener el vuelo en estas condiciones de menor densidad, no es necesario un aumento en la frecuencia de aleteo sino, al contrario, una reducción de la misma más un aumento del tamaño del ala. El grupo de investigación prevé que su demostración experimental sea un punto de partida para modelos más sofisticados de alas batientes y robots. Además, supone un paso preliminar hacia el vuelo con alas batientes en la atmósfera de densidad ultrabaja de Marte.
En la última década se han desarrollado varios tipos de robots aéreos de alas batientes inspirados en animales, como el Nano-colibrí, que fue el primer robot de alas batientes sin cola con la capacidad de mantener un vuelo estacionario y volar hacia adelante. Existen también DelFly Nimble, que tiene dos alas a cada lado y está inspirado en el vuelo de las moscas, y el escarabajo KU, semejante a una especie de escarabajo cornudo, que logró volar durante 8,8 minutos. Por lo tanto, ya estaba demostrado que los robots aéreos de alas batientes son capaces de realizar un vuelo ágil y bioinspirado. Su maniobrabilidad, pequeño tamaño y diseño liviano los convierten en candidatos prometedores para su uso en diversos entornos, como sitios de desastres, seguridad interior y exploración aérea a grandes altitudes en la Tierra y Marte, donde las alas fijas y giratorias tradicionales pueden resultar poco útiles.
El éxito reciente del helicóptero marciano Ingenuity de la NASA demostró la viabilidad de la exploración aérea en el entorno marciano. Sin embargo, la posibilidad de generar suficiente fuerza aerodinámica en condiciones de baja densidad durante largos períodos con una capacidad de carga significativa sigue siendo un desafío en entornos terrestres y marcianos de gran altitud.
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Google lanza Gemini CLI, una herramienta de inteligencia artificial para desarrolladores con múltiples funciones
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Científicos húngaros crean un tetraedro único que podría revolucionar el aterrizaje de naves espaciales

Investigadores de la Universidad de Tecnología y Economía de Budapest, junto con la Red de Investigación Húngara y expertos internacionales, presentaron este miércoles un objeto geométrico innovador que podría inspirar nuevas tecnologías para el aterrizaje de sondas espaciales.
Se trata de un tetraedro especialmente diseñado, denominado “Bille”, que posee una propiedad física excepcional: sin importar cómo se coloque sobre una superficie plana, siempre vuelve a reposar sobre la misma cara. Este comportamiento es similar al de un juguete tentetieso y confirma una hipótesis matemática planteada en 1984 por el matemático británico John Conway, que hasta ahora no se había logrado materializar.
El proyecto estuvo liderado por el estudiante húngaro de arquitectura Gergo Almadi y el profesor Gabor Domokos, matemático y codescubridor del “Gömböc”, un cuerpo geométrico con un único punto de equilibrio. El equipo contó además con la colaboración del profesor Robert Dawson, de la Universidad Saint Mary’s en Canadá.
El tetraedro “Bille” fue construido con tubos ultraligeros de fibra de carbono y un núcleo de carburo de tungsteno para lograr el desequilibrio de masa necesario para su funcionamiento. Durante la presentación, los investigadores demostraron en vivo la capacidad del objeto para enderezarse automáticamente tras ser colocado de cualquier forma.
Domokos destacó que este avance “es mucho más que una curiosidad matemática”, ya que sus principios podrían facilitar el diseño de sondas espaciales que recuperen de forma natural una posición vertical tras aterrizar, evitando incidentes como la volcadura de sondas lunares recientes de Japón y Estados Unidos.
“A diferencia de las pruebas teóricas, este modelo funciona en el mundo real. Y eso es lo que lo hace realmente valioso”, concluyó el científico.
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China desarrolla microdron del tamaño de un mosquito para misiones de espionaje

China ha revelado un nuevo avance en tecnología militar que podría transformar el espionaje a nivel global: un microdron con apariencia de mosquito, diseñado para infiltraciones discretas en entornos sensibles.
El prototipo fue desarrollado por la Universidad Nacional de Tecnología de la Defensa (NUDT) y presentado en un reportaje del canal militar chino CCTV-7. Uno de los estudiantes del equipo, Liang Hexiang, explicó que el dispositivo busca operar sin ser detectado, replicando el comportamiento y la forma de un insecto real.
El dron cuenta con un cuerpo delgado, tres patas diminutas y dos alas semitranslúcidas, lo que le permite camuflarse en entornos hostiles e incluso ocultarse en la palma de una mano. Su diseño apunta a labores de inteligencia donde la discreción es esencial.
Además del modelo tipo mosquito, el equipo también mostró otros microdrones, incluyendo uno con cuatro alas batientes que puede ser controlado desde un teléfono móvil, optimizado para operar en espacios reducidos.
Los ingenieros detrás del proyecto señalaron que el principal reto tecnológico radica en la miniaturización de componentes clave como sensores, sistemas de navegación, comunicaciones y especialmente las baterías, que deben ser lo suficientemente pequeñas y potentes para garantizar la operatividad del dron sin comprometer sus funciones críticas.
Este desarrollo refuerza el interés de China en la inteligencia artificial y la robótica aplicada al ámbito militar, generando expectativas —y preocupaciones— en la comunidad internacional sobre sus posibles usos.