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Ciencia

SpaceX prueba el Starship y se prepara para enfrentar a Amazon

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En los 21 años que han pasado desde su fundación, SpaceX, la empresa de cohetes que creó Elon Musk, se ha convertido en la superpotencia mundial del espacio. Su cohete barato y reutilizable Falcon 9 domina la industria de los lanzamientos.

Gracias principalmente a su negocio de internet por satélite, Starlink, la empresa pone en órbita cada año más masa que todas las demás empresas y países de la Tierra juntos.

Tiene ambiciones todavía más grandes. El 18 de noviembre tuvo lugar el segundo vuelo de prueba de su cohete Starship, el más grande que se haya construido.

La primera prueba, en abril, terminó con una plataforma de lanzamiento dañada y un cohete que se autodestruyó después de tener problemas con varios de los 33 motores de la primera etapa y el fallo para separarse de forma apropiada en su segunda etapa.

El segundo lanzamiento fue una gran mejora. Un nuevo sistema de amortiguación con agua impidió que el cohete destrozara la plataforma de lanzamiento reconstruida. Todos los motores de la primera etapa permanecieron encendidos.

Un nuevo sistema de separación de «montaje caliente», el cual requería que en la segunda etapa encendiera sus motores mientras seguía unida a la primera, pareció funcionar bien. La empresa había esperado que la primera etapa volara por sí sola hasta el nivel del mar para una prueba de aterrizaje, pero explotó poco después de la separación.

Mientras tanto, la segunda etapa alcanzó una altitud de 148 kilómetros antes de que una especie de falla activara su propio sistema de autodestrucción.

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Estos fuegos artificiales son parte del proceso. A diferencia de sus rivales más antiguos, SpaceX deposita su fe en el “diseño iterativo”: probar mucho y aprender de los fracasos, en vez de intentar prever todos los problemas de antemano. Las etapas inferiores de sus cohetes Falcon 9 fracasaron muchas veces antes de que la empresa dominara el arte de aterrizarlas y reutilizarlas, algo que no se había hecho antes.

En la actualidad, con más de 250 misiones exitosas, el Falcon 9 es el cohete más confiable que se haya fabricado. Uno de sus propulsores ha volado dieciocho veces.

Si de la misma manera el Starship puede volar de forma confiable, podría transformar el negocio espacial. Está diseñado para poner en órbita hasta 150 toneladas, más de seis veces la capacidad de un Falcon 9 y, gracias a que es totalmente reutilizable, es mucho más barato de arrancar.

La NASA depende de una versión modificada como parte de su plan para regresar astronautas a la Luna. Los astrónomos están entusiasmados ante la posibilidad de poner a volar enormes telescopios espaciales o enviar flotas de astromóviles a Marte al mismo tiempo.

Un uso más inmediato será impulsar Starlink. Este servicio transmite acceso a internet a todo el mundo por medio de miles de satélites baratos que vuelan a baja altura. En septiembre, SpaceX declaró que tenía dos millones de suscriptores.

Ha despertado el interés de los militares después de su imprevisto papel como proveedor de comunicaciones en el campo de batalla para el Ejército ucraniano en su guerra contra Rusia. La emoción por su futuro es la principal razón de la vertiginosa valuación de SpaceX en 150.000 millones de dólares.

Sin embargo, el negocio depende del lanzamiento de enormes cantidades de satélites (SpaceX planea al menos 12,000). Cada vuelo de Falcon 9 lanza unos 22. El Starship podría lanzar cien o más a la vez y costaría menos hacerlo.

La competencia está aumentando la temperatura. OneWeb, una empresa rival, opera su propia flota de 630 satélites de vuelo bajo. Y dos días antes de la segunda prueba del Starship, Amazon, un gigante del internet, anunció que dos prototipos de satélites para su propio sistema de internet por satélite, ‘Kuiper’, habían superado sus propias pruebas en órbita.

Esto debería abrir las puertas para que la empresa empiece a hacer los satélites en grandes cantidades en su fábrica del estado de Washington. Si todo sale bien, Kuiper podría empezar a emitir servicios de internet desde el espacio a finales del próximo año.

La banda ancha por satélite no es un mercado obvio para Amazon, una empresa más conocida por administrar una gran tienda departamental en línea y la mayor operación de computación en la nube del mundo. Y los cohetes ultrabaratos de SpaceX le dan una gran ventaja. Kuiper le ha comprado lanzamientos a Blue Origin, una empresa de cohetes que creó Jeff Bezos, fundador de Amazon, en 2000.

No obstante, aunque Bezos es tan entusiasta del espacio como Musk, Blue Origin está muy por detrás de SpaceX. Todavía no ha puesto en órbita sus cohetes. Por ahora, esto hace que Kuiper dependa de los lanzamientos de United Launch Alliance, un consorcio estadounidense, y ArianeSpace, uno europeo. Ambos cuestan mucho más que SpaceX.

En cambio, Amazon espera obtener una ventaja en el hardware de consumo. Un problema del internet por satélite es el costo de las antenas que deben comprar los consumidores para utilizarlo. La antena estándar de Starlink se vende en 599 dólares, mucho menos de lo que le cuesta a la empresa producirla.

Amazon estima que puede fabricar sus propias antenas por 400 dólares, un precio que Caleb Henry de Quilty Analytics, una consultoría de la industria espacial, describe como “una revolución”. (Según Henry, los costos de fabricación de SpaceX tal vez son tres veces superiores).

Amazon también afirma que Kuiper funcionará bien con Amazon Web Services, su rama de computación en la nube. Podría proporcionar enlaces redundantes entre centros de datos si fallan sus conexiones terrestres. Y, según la empresa, contar con su propia red privada en todo el mundo le ayudará a cumplir las leyes de privacidad y la ‘soberanía de datos’, pues garantizaría que los datos confidenciales de los clientes no pasen por países prohibidos.

Y tal vez Amazon cuente con que los clientes desconfíen de la posición dominante de SpaceX. A pesar del interés del Ejército estadounidense por Starlink, Kuiper ya ha firmado un contrato exploratorio con el Pentágono.

En cualquier caso, según Henry, el éxito de Starlink entre los consumidores y los soldados ha ayudado a detonar una “fiebre del oro” en el internet por satélite. La órbita terrestre baja está a punto de llenarse todavía más.

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Ciencia

Científicos logran curar la diabetes tipo1 en ratones

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Científicos de la Universidad de Stanford, liderados por Seung K. Kim, lograron curar la diabetes tipo 1 en ratones mediante un innovador trasplante combinado de células madre sanguíneas e islotes pancreáticos de donantes inmunológicamente incompatibles.

Con estos ensayos realizados en un tiempo de seis meses, lograron reiniciar el sistema inmunitario para detener el ataque autoinmune a las células productoras de insulina sin necesidad de fármacos inmunosupresores crónicos ni insulina exógena.

Este avance, publicado en el Journal of Clinical Investigation y basado en estudios previos del equipo, previene el rechazo de injertos y la destrucción de células beta en 19 de 19 ratones sanos y 9 de 9 con diabetes establecida.

Este resultado es un logro prometedor que abre la oportunidad de aplicarla en los humanos para eliminar riesgos de inmunosupresión y extenderse a otras enfermedades autoinmunes como artritis o lupus.

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Ciencia

Nueva revisión de la Biblioteca Cochrane concluye que los cigarrillos electrónicos ayudan a dejar de fumar

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Una nueva actualización de la prestigiosa Biblioteca Cochrane, considerada el estándar de oro en revisiones de evidencia médica, refuerza que los cigarrillos electrónicos con nicotina duplican prácticamente las probabilidades de abandonar el tabaco tradicional durante al menos seis meses en comparación con los métodos clásicos de reemplazo de nicotina (parches, chicles o inhaladores) y superan también a los vapes sin nicotina.La décima edición de esta revisión sistemática, publicada hoy, incorpora 104 estudios con datos de más de 30.000 fumadores adultos que intentaron dejar el cigarrillo convencional. Es la actualización más completa realizada hasta el momento y añade 14 nuevos ensayos clínicos respecto a la versión de enero de 2025.

Por cada 100 personas que usan cigarrillos electrónicos con nicotina:

entre 8 y 11 logran dejar de fumar durante al menos seis meses.
Con terapia de reemplazo de nicotina tradicional: solo 6 lo consiguen.
Con cigarrillos electrónicos sin nicotina: también 6.
Sin apoyo o solo con apoyo conductual: apenas 4.

Los autores califican como “evidencia de alta certeza” la superioridad de los vapes con nicotina frente a la terapia de reemplazo tradicional, y como “evidencia de certeza moderada” su ventaja sobre los vapes sin nicotina.

¿Por qué funcionan mejor?

Los investigadores explican que los cigarrillos electrónicos replican mejor el ritual y la entrega rápida de nicotina al cerebro, algo que los parches y chicles no logran con la misma eficacia. Además, destacan que los dispositivos más modernos (pods y sistemas de sales de nicotina) administran la nicotina de forma aún más eficiente que los modelos antiguos utilizados en muchos de los estudios ya incluidos.Precisamente por eso, Cochrane subraya la necesidad de nuevos ensayos con estos dispositivos de última generación: “Una mejor administración de nicotina podría traducirse en tasas de abandono todavía mayores”.

“Los cigarrillos electrónicos con nicotina aumentan las probabilidades de dejar de fumar en comparación con la terapia de reemplazo de nicotina o con los cigarrillos electrónicos sin nicotina. Los responsables de políticas públicas y los profesionales sanitarios deberían tener en cuenta estos datos a la hora de regular y recomendar herramientas para reducir el tabaquismo”, resume la revisión.

La Biblioteca Cochrane seguirá actualizando esta revisión a medida que aparezcan nuevos estudios, especialmente sobre los dispositivos de nueva generación que dominan actualmente el mercado.

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Ciencia

Se abre en Ginebra una nueva oportunidad para un tratado contra la contaminación plástica

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Del océano al cuerpo humano, ¿comenzará el planeta a «desplastificarse» a orillas del lago de Ginebra?

Representantes de unos 180 países se reúnen desde el martes en Suiza para una nueva y crucial ronda diplomática que ambiciona el primer tratado mundial para eliminar la contaminación plástica.

En un contexto de fuertes tensiones geopolíticas y comerciales, esta sesión adicional de diez días, denominada INC-5.2, fue convocada tras el fracaso en diciembre de la ronda celebrada en diciembre en Corea del Sur, presidida por el diplomático ecuatoriano Luis Vayas Valdivieso.

Un grupo de países productores de petróleo bloqueó entonces cualquier avance, y hay mucho en juego.

Si no se hace nada, el consumo mundial de plástico podría triplicarse de aquí a 2060, según las proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Además, la cantidad de residuos plásticos en el suelo y en los cursos de agua, desde las cimas de las montañas hasta los océanos, se duplicará en 2040, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que coordina las negociaciones de la ONU.

La situación es aun más dramática: el planeta produce actualmente 460 millones de toneladas de plástico al año, la mitad de las cuales son de un solo uso. Y recicla menos del 10% de los residuos plásticos.

Al descomponerse en micro y nanoplásticos que contaminan los ecosistemas, los polímeros penetran en la sangre y los órganos humanos, según estudios recientes.

Las consecuencias, aún desconocidas en gran medida para la salud de las generaciones actuales y futuras, son denunciadas por un grupo de unos 450 científicos de 65 países que siguen los debates.

«Bosquejo» de tratado

A pesar de la extrema complejidad de la negociación, que afecta a intereses antagónicos -productos químicos o desarrollo económico frente a medioambiente y salud-, «es muy posible salir de Ginebra con un tratado», declaró esta semana a la prensa la danesa Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.

El ecuatoriano Valdivieso publicó tras el fracaso anterior en la ciudad surcoreana de Busan un proyecto de texto con más de 300 puntos de desacuerdo que deberán negociarse hasta el 14 de agosto, antes de llegar a un tratado.

Lo más difícil es incluir (o no) una limitación de la producción de plásticos nuevos, señala Saeed Hamid, miembro de una coalición que agrupa a 39 Estados insulares. Países petroleros como Arabia Saudí, Irán o Rusia no quieren ni oír hablar de esa posibilidad.

Otro punto espinoso es la elaboración de una lista de productos químicos considerados «problemáticos» para la salud o el medioambiente: los PFAS -conocidos como ‘contaminantes denominados eternos’-, los disruptores endocrinos, los ftalatos y los bisfenoles, entre otros.

«Nadie quiere ver un INC-5.3, nadie. (…) Así que la vía de escape más probable es un bosquejo al que se le llamará tratado, pero que necesitará financiación, agallas y alma para ser realmente eficaz», dijo a la AFP Bjorn Beeler, director de la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (IPEN), con sede en Suecia.

«El contexto es difícil», añadió una fuente diplomática bajo anonimato, «ya que no se puede descartar por completo lo que está sucediendo en otros ámbitos del multilateralismo, como el nuevo papel de Estados Unidos o los BRICS, que están trabajando para reorganizarse».

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