Tecnología
No creerás de cuánto es el valor que Apple invierte en fabricar el nuevo iPhone 11 Pro

Para tener el nuevo iPhone 11 Pro, tendrías que estar dispuesto a gastar, mínimo, unos $699 dólares; y si quieres el iPhone Pro Max de 512 GB, entonces tendrías que desembolsar nada menos que $1,449 dólares.
Como puedes darte cuenta, esto no es poco dinero, ya que hasta podrías irte a unas pequeñas vacaciones durante un fin de semana con esa cantidad. Por eso, sería normal que nos preguntáramos: ¿Cuánto le cuesta a Apple hacer estas cosas que las tiene que dar a un precio tan alto?
Por suerte, para contestar estas preguntas están sitios como iFixit y TechInsights, que desmantelan teléfonos inteligentes nuevos y examinan cada una de las piezas para hacer un cálculo aproximado de lo que cuesta para las empresas hacerlos.
En el caso de Apple, encontraron que el esplendoroso iPhone 11 Pro Max de 6.5 pulgadas, la pura pantalla, le cuesta a la empresa unos $66.50 dólares.
Además, hay que sumar el costo de la batería del teléfono que cuesta alrededor de $10.50 dólares. También está el módulo donde se encuentra la ya famosa triple cámara del celular, que podría llegar a costar cerca de $73.50 dólares.
El resto del teléfono, que incluyen el procesador, módem y memoria, así como las placas del circuito que los albergan, cuestan alrededor de $159 dólares.
Asimismo, hay que tomar en cuenta que se requieren una variedad de sensores y cables para conectar todo, y estos costarían alrededor de $181 dólares.
En total, construir este teléfono le cuesta a la empresa unos $490.50 dólares, que es mucho menos que los $1,449 dólares a los que lo vende.
Eso sí, debemos tomar en cuenta que el precio final del producto –además de los costos de los materiales con los que está hecho– también incluye el costo de fabricación y ensamblaje, los gastos de envío, el software y el marketing.
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Google lanza Gemini CLI, una herramienta de inteligencia artificial para desarrolladores con múltiples funciones
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Científicos húngaros crean un tetraedro único que podría revolucionar el aterrizaje de naves espaciales

Investigadores de la Universidad de Tecnología y Economía de Budapest, junto con la Red de Investigación Húngara y expertos internacionales, presentaron este miércoles un objeto geométrico innovador que podría inspirar nuevas tecnologías para el aterrizaje de sondas espaciales.
Se trata de un tetraedro especialmente diseñado, denominado “Bille”, que posee una propiedad física excepcional: sin importar cómo se coloque sobre una superficie plana, siempre vuelve a reposar sobre la misma cara. Este comportamiento es similar al de un juguete tentetieso y confirma una hipótesis matemática planteada en 1984 por el matemático británico John Conway, que hasta ahora no se había logrado materializar.
El proyecto estuvo liderado por el estudiante húngaro de arquitectura Gergo Almadi y el profesor Gabor Domokos, matemático y codescubridor del “Gömböc”, un cuerpo geométrico con un único punto de equilibrio. El equipo contó además con la colaboración del profesor Robert Dawson, de la Universidad Saint Mary’s en Canadá.
El tetraedro “Bille” fue construido con tubos ultraligeros de fibra de carbono y un núcleo de carburo de tungsteno para lograr el desequilibrio de masa necesario para su funcionamiento. Durante la presentación, los investigadores demostraron en vivo la capacidad del objeto para enderezarse automáticamente tras ser colocado de cualquier forma.
Domokos destacó que este avance “es mucho más que una curiosidad matemática”, ya que sus principios podrían facilitar el diseño de sondas espaciales que recuperen de forma natural una posición vertical tras aterrizar, evitando incidentes como la volcadura de sondas lunares recientes de Japón y Estados Unidos.
“A diferencia de las pruebas teóricas, este modelo funciona en el mundo real. Y eso es lo que lo hace realmente valioso”, concluyó el científico.
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China desarrolla microdron del tamaño de un mosquito para misiones de espionaje

China ha revelado un nuevo avance en tecnología militar que podría transformar el espionaje a nivel global: un microdron con apariencia de mosquito, diseñado para infiltraciones discretas en entornos sensibles.
El prototipo fue desarrollado por la Universidad Nacional de Tecnología de la Defensa (NUDT) y presentado en un reportaje del canal militar chino CCTV-7. Uno de los estudiantes del equipo, Liang Hexiang, explicó que el dispositivo busca operar sin ser detectado, replicando el comportamiento y la forma de un insecto real.
El dron cuenta con un cuerpo delgado, tres patas diminutas y dos alas semitranslúcidas, lo que le permite camuflarse en entornos hostiles e incluso ocultarse en la palma de una mano. Su diseño apunta a labores de inteligencia donde la discreción es esencial.
Además del modelo tipo mosquito, el equipo también mostró otros microdrones, incluyendo uno con cuatro alas batientes que puede ser controlado desde un teléfono móvil, optimizado para operar en espacios reducidos.
Los ingenieros detrás del proyecto señalaron que el principal reto tecnológico radica en la miniaturización de componentes clave como sensores, sistemas de navegación, comunicaciones y especialmente las baterías, que deben ser lo suficientemente pequeñas y potentes para garantizar la operatividad del dron sin comprometer sus funciones críticas.
Este desarrollo refuerza el interés de China en la inteligencia artificial y la robótica aplicada al ámbito militar, generando expectativas —y preocupaciones— en la comunidad internacional sobre sus posibles usos.