Ciencia
La FDA aprobó un fármaco que demostró desacelerar el deterioro cognitivo en la primera etapa del Alzheimer
La ciencia le da pelea constante al Alzheimer, una enfermedad compleja que afecta a millones de personas en todo el mundo.
La esperanza de vida sigue aumentando, como también se incrementa la cantidad de personas que viven con Alzheimer, la forma más común de demencia en personas mayores de 65 años.
A nivel global, más de 55 millones de personas (el 8,1% de las mujeres y el 5,4% de los hombres mayores de 65 años) viven con enfermedades mentales, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Además, se estima que esta cifra aumentará a 78 millones para 2030 y a 139 millones para 2050.
La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurológico que provoca la atrofia cerebral, genera la muerte progresiva de las neuronas, lo que promueve el deterioro continuo en el pensamiento, el comportamiento y las habilidades sociales que afecta la capacidad de una persona para vivir de forma independiente.
Ahora, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó el lecanemab, un fármaco contra el Alzheimer para pacientes en las primeras fases de la enfermedad.
El fármaco pertenece a una clase de tratamientos que pretenden desacelerar el avance de la enfermedad neurodegenerativa eliminando del cerebro los grumos pegajosos de la proteína tóxica beta amiloide.
Casi todos los fármacos experimentales anteriores que usaban el mismo enfoque habían fracasado. Este fármaco está destinado a pacientes con deterioro cognitivo leve o demencia precoz de Alzheimer, una población que, según los médicos, representa un pequeño grupo de los aproximadamente 6 millones de estadounidenses que padecen actualmente la enfermedad que destruye la memoria.
El medicamento, llamado lecanemab, fue aprobado en el marco del proceso de revisión acelerada de la FDA, que apura su acceso en función de su impacto en los biomarcadores relacionados con la enfermedad subyacente que se cree que predicen un beneficio clínico.
Los expertos en Alzheimer dijeron que el fármaco ofrece beneficios modestos para los pacientes con deterioro cognitivo leve o Alzheimer en etapa temprana. Y que también conlleva algunos riesgos de hinchazón y sangrado en el cerebro que requerirán monitoreo.
Sin embargo, la enfermedad de Alzheimer no ha visto un progreso como este en décadas, por lo que, incluso -indicaron- con limitaciones, la droga es innovadora y una razón para un optimismo cauteloso.
“He hecho este diagnóstico miles de veces. He tomado muchas manos y he pasado muchos Kleenex”, dijo Jo Cleveland, médica y profesora especializada en medicina geriátrica en Wake Forest Baptist Health. La nueva aprobación “se siente como el comienzo de algo importante, como si ahora pudiéramos tomar impulso”.
Aunque no es una cura para el Alzheimer, el gran ensayo clínico publicado en noviembre mostró que el tratamiento ralentiza el deterioro cognitivo y funcional de los pacientes con Alzheimer en etapa temprana en un 27 % en comparación con el placebo.
En el estudio de 18 meses, el fármaco también redujo drásticamente los niveles de beta-amiloide, una proteína tóxica en el cerebro que se cree que impulsa el avance de la enfermedad de Alzheimer.
“La enfermedad de Alzheimer incapacita inmensamente la vida de quienes la padecen y tiene efectos devastadores en sus seres queridos”, dijo Billy Dunn, director de la Oficina de Neurociencia del Centro de Evaluación e Investigación de Medicamentos de la FDA. “Esta opción de tratamiento es la última terapia para atacar y afectar el proceso subyacente de la enfermedad de Alzheimer, en lugar de solo tratar los síntomas de la enfermedad”.
Biogen, la empresa de biotecnología con sede en Cambridge, Massachusetts, comercializará conjuntamente el fármaco con la farmacéutica japonesa Eisai, quien restringió el estudio a personas con deterioro cognitivo leve o Alzheimer en etapa temprana que también tienen evidencia de acumulación de amiloide en el cerebro, confirmada por una exploración de imágenes.
Ciencia
El lago Kivu en África esconde un gas mortal en sus profundidades y podría asfixiar a miles de personas si explota
El lago Kivu, conocido por su belleza natural y tranquilidad superficial, esconde una amenaza potencialmente letal bajo sus aguas. Este cuerpo de agua, compartido entre Ruanda y la República Democrática del Congo (RDC), contiene enormes cantidades de dióxido de carbono y metano. Su configuración geológica única lo convierte en un candidato para una erupción límnica, fenómeno que podría liberar vastas nubes de gases tóxicos y asfixiar a millones de personas.
National Geographic informa que el fondo del lago Kivu contiene aproximadamente 300 km³ de dióxido de carbono disuelto y 58 km³ de metano. El ingeniero y fundador de Hydragas Energy, Philip Morkel, declaró a esta plataforma: “Cuando el lago alcance el 100% de saturación (y actualmente está en algún punto por encima del 60%) entrará en erupción espontáneamente”. Comparó este fenómeno con una olla de agua hirviendo, tranquilamente amenazante hasta que empieza a burbujear.
Proyecto KivuWatt: entre la explotación y la seguridad
Para mitigar este riesgo y al mismo tiempo aprovechar los recursos del lago, el gobierno de Ruanda ha autorizado a la empresa británica ContourGlobal implementar el proyecto KivuWatt. Básicamente, se extrae el agua de cierta profundidad por debajo del límite de gradiente de densidad, donde se encuentra el agua rica en gas, y en la superficie, se separa el agua del CO2 y el metano. Luego, el agua desgasificada se devuelve al lago. Esta iniciativa actualmente aporta 26 megavatios de energía a la red eléctrica de Ruanda.
Sin embargo, algunos investigadores advierten que este proceso podría desencadenar la misma erupción límnica que se pretende evitar. Surge un debate sobre los métodos más seguros para la extracción del gas. Sergei Katsev, limnólogo de la Universidad de Minnesota Duluth, mostró sus reservas señalando que “es un compromiso entre seguridad y explotación comercial a largo plazo”.
Un debate entre científicos
La revista Nature añade más al debate científico. Informaron que el lago Kivu podría liberar el equivalente a entre 2 y 6 gigatoneladas de carbono en un solo día, aumentando el riesgo de una crisis humanitaria sin precedentes. En una reciente erupción volcánica del Monte Nyiragongo en 2021, se evitó por poco una liberación masiva de gases del lago. Dario Tedesco, un vulcanólogo que trabaja en Ruanda, expresó su preocupación respecto a la seguridad en la región, mencionando que “la combinación de gases subterráneos y actividad volcánica crea un potencial significativo para múltiples desencadenantes”.
El peligro de la metanización
El proceso de extracción de metano no está exento de controversia. Mientras que algunos expertos creen que la extracción a pequeña escala es manejable, otros, como Finn Hirslund, advierten sobre “destruir el gradiente principal” del lago, lo que podría aumentar el riesgo de una erupción catastrófica. La metodología actual utilizada por KivuWatt ha provocado inquietudes sobre su impacto a largo plazo en la estructura del lago.
Martin Schmid, investigador del Instituto Suizo de Investigación sobre el Agua y el Medio Ambiente, explicó a National Geographic que “aunque sabemos que el proceso de desgasificación cambia la estratificación del lago, no creemos que esto sea realmente un problema, pero las predicciones nunca son del todo correctas”. Esta declaración subraya la incertidumbre científica en torno a los efectos del proyecto de KivuWatt.
Ciencia
Hallazgo explicaría cómo se construyeron las pirámides de Egipto
Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que las pirámides egipcias se construyeron originariamente a lo largo de un brazo de agua del río Nilo, de 40 millas de longitud, al que han llamado ‘Ahramat’ (pirámides en árabe), que posteriormente quedó sepultado bajo tierras de cultivo y desierto.
El hallazgo, que recoge la revista Communications Earth & Environment, podría explicar por qué 31 pirámides, entre ellas los complejos piramidales de Giza y Lisht, se concentran ahora en una estrecha e inhóspita franja desértica, parte del Sáhara.
Todas esas pirámides se construyeron a lo largo de un periodo de casi mil años que comenzó hace unos 4,700 años, cuando el Nilo solía tener un caudal mucho mayor que el actual y en algunas zonas se dividía en varios brazos, según las pruebas sedimentarias estudiadas.
Los autores creen que una gran acumulación de arena arrastrada por el viento, y vinculada a una gran sequía que comenzó hace 4,200 años, podría explicar la migración del brazo de agua Ahramat hacia el este y su posterior sedimentación.
La investigadora principal, Eman Ghoneim, de la Universidad de Carolina del Norte en Wilmington, y su equipo estudiaron imágenes por satélite para encontrar la posible ubicación de ese antiguo brazo del río que discurría por las estribaciones de la meseta del desierto occidental de Egipto, muy cerca de los campos de pirámides.
A continuación, utilizaron prospecciones geofísicas y estudiaron muestras de suelo para confirmar la presencia de sedimentos fluviales y de antiguos canales bajo la superficie terrestre moderna, lo que indicaría la presencia de un antiguo ramal del Nilo: Ahramat.
Este hallazgo explicaría por qué estos campos de pirámides se concentraron a lo largo de esta franja particular del desierto, cerca de la antigua capital egipcia de Menfis, ya que habrían sido fácilmente accesibles a través del brazo del río en el momento en que se construyeron.
Además, los autores han visto que muchas de las pirámides tenían calzadas que acababan en las orillas del brazo del Ahramat, lo que indicaría que el río se utilizaba para transportar materiales de construcción.
Estos descubrimientos subrayan la importancia del Nilo como ‘autopista’ y arteria cultural para los antiguos egipcios, y también ponen de relieve cómo las sociedades humanas se han visto históricamente afectadas por los cambios medioambientales.
Los investigadores abogan por seguir investigando para hallar más ramales extintos del Nilo que ayuden a priorizar las excavaciones arqueológicas a lo largo de sus orillas y a proteger el patrimonio cultural egipcio.
Ciencia
Los satélites Starlink experimentan fallos por una tormenta solar geomagnética
El sistema de satélites Starlink, que provee servicio de Internet satelital de banda ancha, experimenta actualmente problemas de conexión, informó la compañía este sábado en su página web.
Starlink es propiedad de SpaceX, y su director ejecutivo Elon Musk explicó que los fallos fueron causados por una tormenta solar geomagnética severa. «Gran tormenta solar geomagnética en este momento. La más grande en mucho tiempo. Los satélites Starlink están bajo mucha presión, pero hasta ahora se mantienen firmes», reza el tuit del multimillonario estadounidense de origen sudafricano.
De acuerdo con el Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC, por sus siglas en inglés) de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU., es la primera vez desde 2005 que se produce una tormenta solar severa.
En febrero ocurrió una fuerte llamarada solar de clase X, que ocasionó un apagón en las comunicaciones radiales de alta frecuencia en gran parte del hemisferio sur.