ENTREGA ESPECIAL
Video | “Yo de aquí no me voy, hasta que me muera”, paletero recorre un desértico en medio de la crisis por coronavirus

Don Fernando es uno de los millones de mexicanos que ante la pandemia por el COVID-19, piensa que el quedarse en casa no es una opción. Su ingresos, y con ello su alimento, dependen de su trabajo diario empujando un carrito de helados y paletas por el Bosque de Chapultepec en la Ciudad de México.
El lugar que ha recorrido durante 47 años luce tranquilo, sin gente, sin bullicio, sobresale el ruido de los pájaros y de las 6 campanas de su carrito que anuncian su paso. Fernando Morales Martínez reconoce que nunca había visto el lugar así, tan triste. Venda o no venda está decidido a seguir hasta que se lo permitan.
Caminar con su carrito en el Bosque de Chapultepec es la vida del paletero, aún en medio de la pandemia señala que lo hará hasta el día que se muera.
Don Fernando es una persona mayor que tiene un mayor riesgo de desarrollar casos graves de la enfermedad por el nuevo coronavirus, sin embargo teme que aún encerrado enfermaría.
“Podría quedarme en casa y comer nomas frijoles y sopa de pasta…pero haga de cuenta que estoy en la cárcel sin haber cometido ningún delito, siento que me voy a enfermar si me quedo encerrado”, exclama convencido el paletero e invita a todos los mexicanos a no perder el optimismo, pues considera es la mejor medicina.
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Con 90 años, Don Gabriel se mantiene activo y vendiendo plátanos para ganarse la vida

A sus 90 años, Don Gabriel Aguilar mantiene su espíritu trabajador y cada día se ubica a la orilla de la carretera Panamericana, en San Vicente, para vender plátanos y así obtener el sustento para su alimentación.
“Hay días que se vende y días que no, pero nunca vivo desanimado. Mantengo la fe de que siempre logramos vender un poco para ir pasándola”, comentó con optimismo.
Quienes lo conocen lo describen como un hombre amable y alegre. Si desea apoyarlo, puede encontrarlo en su punto de venta a la orilla de la carretera Panamericana, en San Vicente.
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Se cumplen 24 años del ataque a las Torres Gemelas

Este jueves, la ciudad de Nueva York conmemora el 24° aniversario del ataque a las Torres Gemelas, ocurrido el 11 de septiembre de 2001, que dejó casi 3.000 personas fallecidas y marcó un antes y un después en la historia de Estados Unidos.
Durante la ceremonia anual, se rinde homenaje a las víctimas de los atentados en las Torres Gemelas, el Pentágono y Pensilvania, así como a quienes han muerto en los últimos años a causa de enfermedades respiratorias y cáncer derivadas de la inhalación de polvo en las zonas afectadas.
Elizabeth Hillman, directora y presidenta ejecutiva del Museo Memorial del 11S, señaló que “desde el 11S han fallecido muchas más personas por los efectos sobre su salud que las que murieron ese mismo día”. Entre ellas, más de 400 bomberos que participaron en labores de rescate han perdido la vida, superando a los 343 fallecidos durante los ataques.
El Programa de Salud del World Trade Center estima que unas 400.000 personas estuvieron expuestas al polvo aquel día, dejando un legado de consecuencias para la salud que perdura hasta hoy.
La conmemoración incluye la lectura de los nombres de cada víctima y homenajes especiales a los trabajadores de rescate y a los supervivientes, reforzando el recuerdo de un evento que transformó para siempre la ciudad y el mundo.
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¿Quién es el Viejo Lin?

Carlos Ernesto Mojica Lechuga, alias “El Viejo Lin”, nació en El Salvador y pasó gran parte de su juventud en Estados Unidos, hasta ser deportado en la década de los 90.
A su regreso, se convirtió en figura clave de la pandilla Barrio 18, importando desde Los Ángeles las estrategias y la cultura marera.
A inicios del siglo XXI, se posicionó como uno de los líderes más temidos, con un historial marcado por crímenes atroces, como torturas y desmembramientos, incluyendo el asesinato de una joven de 16 años, que evidenció su control brutal sobre la estructura criminal.
Desde prisión, ascendió a palabrero de los Sureños, una de las facciones más poderosas de Barrio 18, y mantuvo el mando coordinando finanzas, homicidios y extorsiones.
Incluso llegó a compartir escenario con líderes de la MS-13 al anunciar una reducción de homicidios durante la tregua entre pandillas
En ese periodo, su discurso dejó entrever una ambición inusual: el deseo de incursionar en la política.
Se presentó ante medios y mediadores como un actor dispuesto a “redimirse”, expresando su sueño de convertirse en político y representar un cambio, aunque esa aspiración nunca se concretó.