Tecnología
¿Por qué consume tanta energía la inteligencia artificial?
¿Por qué consume energía la IA?
Los modelos de lenguaje en los que se basan las IA generativas necesitan una capacidad de cálculo enorme para entrenarse utilizando miles de millones de datos, lo que requiere servidores potentes.
Luego, cada vez que un usuario envía una consulta a ChatGPT o a cualquier otra IA generativa hace funcionar servidores situados en un centro de datos.
Estos servidores consumen electricidad, se calientan y es necesario refrigerarlos con sistemas que a su vez requieren energía.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), los centros de datos emplean generalmente alrededor del 40 % de su electricidad para alimentar los servidores y el 40 % para enfriarlos.
Varios estudios señalan que una consulta a ChatGPT requiere de media 10 veces más energía que una simple consulta al motor de búsqueda de Google.
El auge de la IA desde 2022 llevó a gigantes de Internet, como Amazon, Google y Microsoft, a invertir masivamente en la creación de centros de datos en todo el mundo.
En su informe medioambiental, Google destaca el aumento del consumo de energía en sus centros de datos, así como el repunte de las emisiones vinculadas a la construcción de nuevos centros de datos y a la modernización de los ya existentes.
¿Cuánta energía consume la IA?
Antes de la fiebre de la IA, los centros de datos representaban en torno al 1 % del consumo mundial de electricidad, según la AIE.
Si se suman la IA y el sector de las criptomonedas, los centros de datos consumieron casi 460 Twh de electricidad en 2022, es decir el 2 % de la producción mundial total, según la institución.
Esta cifra podría duplicarse en 2026 hasta alcanzar los 1.000 Twh, lo que equivaldría al consumo eléctrico de Japón, advierte en un informe.
Alex de Vries, economista de la Universidad Libre de Ámsterdam, elaboró un modelo del consumo eléctrico necesario sólo para la inteligencia artificial basándose en proyecciones de ventas de la empresa Nvidia, cuyos procesadores son esenciales para entrenar modelos de IA.
Si las estimaciones de ventas de Nvidia para 2023 son correctas, y si todos los servidores funcionan al máximo de su capacidad, podrían consumir entre 85,4 y 134 Twh al año, lo que consume un país como Argentina, escribe en un artículo.
«Las cifras que puse en mi artículo eran bastante prudentes al principio porque no tienen en cuenta procesos como las necesidades de refrigeración», declaró a AFP.
El año pasado, las ventas de Nvidia superaron sus previsiones, por lo que las cifras podrían ser aún mayores, añadió.
¿Cómo gestionan los centros de datos esta mayor demanda de energía?
La IA va a transformar el sector de los centros de datos, reconoce Fabrice Coquio, de la empresa Digital Realty, que gestiona un enorme centro de datos en las afueras de París, parte del cual estará consagrado a la IA.
«Será exactamente como la nube (servicios informáticos desmaterializados), quizás un poco más masiva en términos de despliegue», explicó a AFP durante una visita de las infraestructuras en abril.
Mientras que los servidores con una potencia de cálculo media pueden colocarse en salas con sistemas de aire acondicionado, aquellos mucho más potentes necesarios para la IA tienden a calentarse más y requieren bombear agua directamente a los equipos para enfriarlos, explicó Coquio.
«Sin duda, esto requiere servidores, equipos de almacenamiento y comunicaciones diferentes», insistió.
¿Cómo actúan los gigantes de internet?
En un momento en el que los gigantes de la tecnología buscan incorporar cada vez más inteligencia artificial a sus productos, los expertos temen que haya una explosión en el consumo de electricidad.
Al igual que Google, las emisiones de carbono de Microsoft, número dos mundial de la nube, aumentaron un 30 % en 2023 con respecto a 2020.
Si bien Google, Amazon y Microsoft destacan su inversión en las energías renovables para alimentar sus centros de datos, sus objetivos de neutralidad carbono parecen alejarse.
AWS (la nube de Amazon) se comprometió a convertirse en una empresa con cero emisiones de carbono para 2040, mientras que Google prevé lograr lo mismo en todas sus actividades para 2030.
Microsoft se puso como objetivo un balance de carbono negativo también para 2030. Una promesa que hizo antes de la explosión de la IA, reconoció en mayo su presidente, Brad Smith, en una entrevista en Bloomberg.
Principal
Bluesky, rival de la red social X gana un millón de nuevos usuarios en un día
Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EE.UU., el número de usuarios, principalmente estadounidenses, de la red social X, propiedad de Elon Musk, que este año se convirtió en una de las personas más cercanas al futuro inquilino de la Casa Blanca, empezó a descender notablemente.
Mientras tanto, el competidor de X, la plataforma Bluesky, creada por el cofundador de Twitter, Jack Dorsey, registra un aumento significativo de nuevos usuarios.
Desde el 6 de noviembre, el número de cuentas en la red social crece a diario, superando ya los 17 millones. Solo este jueves, más de un millón de personas se unieron a la plataforma.
¿Qué es Bluesky?
Bluesky existe desde el 2019, pero hasta febrero de este año los usuarios solo podían registrarse en ella por invitación.
Se trata de una red social de microblogging descentralizada basada en un protocolo abierto llamado ‘Authenticated Transfer Protocol’ (AT Protocol). Es decir, los usuarios y desarrolladores tienen más opciones para personalizar y gestionar la red. Los usuarios pueden elegir algoritmos personalizados que determinan el tipo de publicaciones que aparecen en su pantalla.
Según su sitio web, la plataforma “fue diseñada para no estar controlada por una sola empresa”.
No obstante, muchas de las funciones de Bluesky son similares a las de X: permite a los usuarios crear mensajes de texto con un límite de 256 caracteres, que también pueden contener imágenes y videos, compartir y responder a las publicaciones de otros usuarios.
Al mismo tiempo, los usuarios de Bluesky pueden bloquearse entre sí, mientras que uno de los cambios de X permite a un usuario ver las publicaciones de alguien que le ha bloqueado.
Además, de momento la plataforma no tiene publicidad y no tiene intención de incluirla en un futuro.
Aunque X atrajo 46.5 millones de visitas en EE.UU. el 6 de noviembre, cuando se dio a conocer la victoria electoral de Trump, lo que supone un aumento del 38% respecto a un día normal de los últimos meses, más de 115 000 usuarios desactivaron sus cuentas, la cifra más alta desde que el magnate Elon Musk compró la plataforma.
Los usuarios explican que, tras la adquisición de Twitter por Musk y los cambios en el sistema de moderación de contenidos en favor de la libertad de expresión, X se ha convertido en una “plataforma mediática tóxica” con un alto nivel de bots, desinformación y un aumento de las publicaciones ofensivas.
Además, algunos denuncian que los algoritmos de la red promueven las publicaciones con narrativas de extrema derecha y la agenda de Donald Trump, a quien Musk apoya.
El investigador de medios sociales Axel Bruns dijo a The Guardian que Bluesky, por su parte, ofrece una alternativa a X con un sistema más eficaz para combatir las cuentas problemáticas y supervisar el comportamiento ofensivo.
“Se ha convertido en un refugio para la gente que quiere tener el tipo de experiencia en redes sociales que Twitter solía ofrecer, pero sin todo el activismo de extrema derecha, la desinformación, el discurso de odio, los bots y todo lo demás”, afirmó, añadiendo que la comunidad más liberal de X “ha escapado realmente de allí y parece haberse trasladado en masa a Bluesky”.
Al mismo tiempo, cabe recordar que el antiguo Twitter, liderado por Dorsey, con su estricta moderación, no era imparcial y promovía narrativas de los líderes del Partido Demócrata.
Por ejemplo, los documentos internos de la empresa, publicados por Musk tras su compra, revelaron que las agencias de inteligencia de EE.UU. habían exigido a la plataforma censurar temas que iban en contra de la narrativa impulsada por Washington, como la historia sobre la información presente en el portátil de Hunter Biden, hijo del actual presidente de EE.UU., en las semanas previas a las elecciones presidenciales del 2020.
Tecnología
Una nueva función de seguridad del iPhone «vuelve loca» a la Policía
Un documento policial obtenido por 404 Media reveló la existencia de una función de seguridad aparentemente nueva en iOS 18 que reinicia los iPhones que no se han desbloqueado en unos días, lo que «vuelve loca» a la Policía al dificultar el acceso a los celulares de personas sospechosas.
Según el reporte, el sistema iOS 18.1 incorporó el mecanismo de ‘reinicio por inactividad’ como una nueva herramienta de seguridad, que hace que después de algunos días sin ser abiertos, los teléfonos se reinician.
Al analizar la situación, Chris Wade, fundador de la compañía de análisis de dispositivos móviles Corellium, señaló que esta nueva herramienta se activa después de que los teléfonos hayan estado bloqueados durante cuatro días. Este reinicio devolvía al dispositivo al momento previo a que haya sido desbloqueado por primera vez.
Tanto los dispositivos con sistemas iOS como los de Android ya contaban con un sistema de bloqueo que requería que se escribiera la clave o se usara otro mecanismo para poder acceder al teléfono. Esto ya representaba una complicación en investigaciones policiales en las que es necesaria la apertura del celular para obtener información, pero la nueva herramienta de Apple podría hacer todavía más difícil ese procedimiento.
Principal
SpaceX logra atrapar por primera vez el propulsor del cohete más potente de la historia
SpaceX completó su quinta prueba del Starship, el mayor cohete espacial jamás construido, con éxito y en su primer intento consiguió recuperar la primera fase de la nave con una grúa en la misma plataforma de lanzamiento, un hito de la ingeniería espacial y un logro que puede ser un paso decisivo para la reutilización de este pesado lanzador.
Con casi 121 metros de altura, el Starship vacío despegó al amanecer desde el extremo sur de Texas, cerca de la frontera con México. Se elevó sobre el Golfo de México como las cuatro Starships anteriores que acabaron destruidas, ya fuera poco después del despegue o al caer al mar. La última, en junio, fue la más exitosa hasta la fecha, ya que completó su vuelo sin explotar.
Esta vez, el fundador y consejero delegado de SpaceX, Elon Musk, ha aumentado el reto y el riesgo. La empresa hizo aterrizar el cohete de la primera etapa en la plataforma desde la que había despegado siete minutos antes. La torre de lanzamiento lucía unos monstruosos brazos metálicos, conocidos como “palillos” (chopsticks), que atraparon el cohete descendente de 71 metros.
“¡La torre ha atrapado el cohete!” dijo Musk a través de X.
Los empleados de la empresa gritaron de alegría mientras el cohete descendía lentamente hacia los brazos de la torre de lanzamiento.
“Incluso en estos tiempos, lo que acabamos de ver es mágico”, observó Dan Huot, de SpaceX, desde cerca del lugar de lanzamiento. “Estoy temblando ahora mismo”.
“Amigos, este es un día para los libros de historia de la ingeniería”, añadió Kate Tice, de SpaceX, desde la sede de SpaceX en Hawthorne, California.
Correspondía al director de vuelo decidir, en tiempo real con un control manual, si se intentaba el aterrizaje. SpaceX dijo que tanto el propulsor como la torre de lanzamiento tenían que estar en buenas condiciones y estables. De lo contrario, iba a acabar en el golfo como los anteriores. Se consideró que todo estaba listo para la captura.
La nave espacial de acero inoxidable, de aspecto retro, siguió su camino alrededor del mundo una vez liberada del cohete propulsor, con destino a un amerizaje controlado en el Océano Índico, donde se hundiría hasta el fondo. Se esperaba que el vuelo durara poco más de una hora.
El vuelo de junio se quedó corto al final, después de que se desprendieran algunas piezas. SpaceX actualizó el software y retocó el escudo térmico, mejorando las baldosas térmicas.
Esta quinta prueba del Starship, que pesa unas 5.000 toneladas, SpaceX también consiguió probar un sistema para, por vez primera, mantener comunicación con el módulo orbital en la fase de reentrada, algo que hasta ahora ningún vuelo espacial ha conseguido.
SpaceX lleva nueve años recuperando los propulsores de la primera etapa de sus cohetes Falcon 9 más pequeños, después de poner en órbita satélites y tripulaciones desde Florida o California. Pero aterrizan en plataformas oceánicas flotantes o en losas de hormigón a varios kilómetros de sus plataformas de lanzamiento, no sobre ellas.
El reciclaje de los propulsores Falcon ha acelerado el ritmo de lanzamiento y ahorrado millones a SpaceX. Musk pretende hacer lo mismo con el Starship, el cohete más grande y potente jamás construido, con 33 motores de metano sólo en el propulsor. La NASA ha encargado dos Starship para llevar astronautas a la Luna a finales de esta década. SpaceX pretende utilizar Starship para enviar personas y suministros a la Luna y, con el tiempo, a Marte.