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Plan de seguridad “Cuscatlán”

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La campaña presidencial recién pasada estuvo marcada por varios hallazgos que marcaron un antes y un después, pero destacó dos, inicio y los cuatro partidos políticos no tenían su plataforma de gobierno, y la inseguridad no fue el tema principal, ni ocupó entrevistas principales en prensa, radio y televisión; el ahora señor  presidente electo Nayib Bukele ganó con legalidad y legitimidad la presidencia de la república contra todo pronóstico de encuestas y expertos analistas políticos. La ciudadanía expresa que la inseguridad es el principal reto y desafío del país

 El ahora presidente electo Nayib Bukele lanzó su plataforma denominada “Plan Cuscatlán” como su apuesta estratégica para El Salvador y dentro de ella se encuentra el componente de seguridad. Esta semana tuve la oportunidad de entrevistar al Lic. Edwin Nuñez emisario nacional del partido Nuevas Ideas y coordinador del plan de seguridad de lo cual comparto un estracto de los componentes y estrategias principales:

  • El plan de seguridad “Cuscatlán” se desarrolló por medio de tres fuentes principales de participación: aportes por medio de su página web y otras plataformas donde se recibieron cantidad de insumos, proyectos y recomendaciones;  en segundo lugar de diferentes mesas técnicas académicas conformadas por expertos, analistas, profesionales, y un tercer aporte por medio de asociaciones, sectores, tanques de pensamiento que finalmente fueron analizadas y sistematizadas por una comisión que desarrolló el plan ejecutivo para consolidarlo en el “Plan Cuscatlán”
  • El plan de seguridad contiene tres grandes ejes estratégicos: prevención, combate y represión del delito y reinserción que incorpora dentro de estos la atención a víctimas y el tratamiento a los privados de libertad.
  • Se ejecutará en sus cinco años de gestión presidencial una inversión social inédita en todo el país, que se espera facilite los servicios asistenciales del Estado a la población. Y permita que en estos territorios la presencia del Estado sea real y efectiva.
  • Desde que el señor presidente electo Nayib Bukele ganó las elecciones giró instrucciones para que el equipo técnico revisara nuevamente el plan de seguridad, incorporara algunas recomendaciones e insumos que recibieron cuando el plan había sido presentado, y además están elaborando los cronogramas, indicadores, controles y otros aspectos que lo fortalecerán. Dicha consulta ciudadana se encuentra abierta para poder aportar.
  • El exitoso programa penitenciario “Yo Cambio” el señor presidente electo Nayib Bukele no solo lo va a mantener sino que lo fortalecerá y ampliará con otros componentes.
  • Habrá una apuesta estratégica en la seguridad pública por la prevención y disuacion del delito, brindando espacio a la criminología y ciencias forenses; se fortalecerá la investigación científica del delito con apoyo de tecnología y capacitación especializada.
  • Se trabajará decididamente en generar oportunidades integrales a la juventud, no se les va a etiquetar de ninguna manera y se les permitirá la participación en sus proyectos.
  • La comunidad será líder indiscutible en las decisiones y en las propuestas de solución de sus barrios, cantones, caseríos, colonias
  • Se fortalecerá  la PNC y FAES dotándolas de mejores condiciones en equipos, armas, uniformes, sedes policiales y una inversión en tecnologia de punta para los policías y miembros de la Fuerza Armada de El Salvador que les permitirá ser más eficientes y efectivos contra el crimen
  • La presencia de la Fuerza Armada en apoyo a tareas de seguridad pública continuará hasta que sea necesario y las condiciones lo ameriten para una posible salida escalonada.
  • Se brindarán oportunidad en abandono de violencia, pero de igual forma se desarrollará un combate al crimen organizado como atribución constitucional y legal del gobierno.
  • El Plan Cuscatlán y en especial el componente de seguridad está diseñado para mediano y largo plazo, revisable y ajustable durante el próximo quinquenio, como un proyecto de nación que trascienda su gestión presidencial.
  • El señor presidente electo Nayib Bukele está desarrollando una revisión junto a su equipo técnico asesor, de programas y proyectos en ejecución, y aquellos que estén generando buenos resultados, serán retomados, mejorados, fortalecidos, para romper la mala tradición de desechar todo lo de un gobierno anterior.

ESCRITO POR RICARDO SOSA. Experto en seguridad, asesor y consultor en temas de seguridad, con más de veinte años de experiencia; con experticia en estudios de seguridad, auditorias, desarrollo integrador de seguridad física electrónica, capacitación y adiestramiento.

Experto en seguridad y criminología y con más de 25 años de experiencia.

www.facebook.com/expertoenseguridad
@jricardososa



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Navidad, tiempo y carne: una reflexión filosófica sobre interrupción, encarnación y cuidad

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Por: Lisandro Prieto Femenía

“El tiempo no es una serie de instantes; es la unidad en la que se despliega la memoria, la presencia y la esperanza”: Paul Ricoeur, Tiempo y relato, 1984, p. 23

La navidad, en la plenitud de su misterio litúrgico y trascendiendo la superficialidad de sus ritmos comerciales, exige ser reconocida como un acontecimiento central en la filosofía del tiempo. Nuestra reflexión no parte de una neutralidad secular, sino que se enraíza en la tradición cristiana, la cual sostiene que lo sacro no puede ser despojado, sino que el fundamento ineludible de toda verdad. Partiendo de esta base, y al trazar las convergencias entre las meditaciones de San Agustín, Martin Heidegger y Paul Ricoeur, se propone que la navidad constituye una experiencia temporal que interrumpe la linealidad cronológica (“chronos”) y, en su lugar, despliega un tiempo cualitativo, “kairológico”, capaz de reconfigurar la memoria, el presente y la esperanza.

En este sentido, la aproximación de San Agustín es fundacional. El obispo de Hipona observa en sus “Confesiones” que la experiencia del tiempo es una dificultad inherente al alma que recuerda, espera y atiende, al punto de formular su célebre aporía: “si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo a quien me lo pregunta, ya no lo sé” (Agustín de Hipona, Confesiones, Libro XI, 1999, p. 267). Esta dificultad no sólo diagnostica la complejidad antropológica de nuestra relación con el tiempo, sino que simultáneamente abre la puerta a la posibilidad de que ciertos acontecimientos- como el nacimiento- instauren una vivencia temporal radicalmente distinta. En ella, la presencia adquiere su espesor particular, y la memoria del pasado, junto con la esperanza del futuro, se entretejen en una unidad vivificante.

Para comprender la naturaleza de esta interrupción, es indispensable acudir a la analítica existencial. Martin Heidegger, en su estudio sobre el “Dasein” (el Ser-ahí), nos recuerda que la temporalidad no es la sucesión externa del “ahora”, sino la estructura interna que constituye a ese ser que, irremediablemente, existe proyectándose hacia la muerte. La navidad, al introducir el acontecimiento del “nacimiento” como quiebre absoluto, actúa como una fisura en esa temporalidad proyectiva.

De este modo, se revela la historicidad profunda del presente y se muestra la posibilidad de un tiempo que no se agota en la productividad ni en la simple sucesión de tareas. Esta experiencia permite reconocer el “kairos”: un “momento oportuno” cuyo valor no reside en la duración (chronos), sino en la intensidad de su significado y su capacidad para transformar la existencia. Este diagnóstico es completado por Paul Ricoeur, quien propone la narratividad como el horizonte en el que la memoria y el futuro logran articularse en una trama coherente de sentido, por lo que la navidad funciona como un hito narrativo fundamental que reinscribe la biografía individual y colectiva en clave de esperanza (Ricoeur, Tiempo y relato, 1984, p. 45).

La precitada urdimbre filosófica y temporal nos conduce directamente al problema de la encarnación. Si, como sostiene la inmutable tradición filosófica y teológica, lo divino asume la fragilidad humana, la vertiente ética de la navidad adquiere una relevancia ineludible. Al respecto, Santo Tomás de Aquino, al reflexionar sobre la unión hipostática, subraya que el Verbo no anula la condición humana, sino que la dignifica mediante su unión con lo divino (Suma Teológica, I, q. 8–14, ed. 2003, p. 112). Esta dignificación se produce a través de la humildad, un misterio que Hans Urs von Balthasar designa como la “kenosis”, el vaciamiento o despojamiento en el que la gloria se manifiesta paradójicamente en la bajeza y la vulnerabilidad.

Desde una perspectiva filosófica-práctica, Emmanuel Lévinas aporta una dimensión ética que es crucial: el rostro del “Otro” que se presenta en su fragilidad, reclamando una responsabilidad incondicional. Si, como se postula desde la fe, lo sagrado se manifiesta precisamente en esa fragilidad, la respuesta ética se convierte en el imperativo primordial. Lévinas llegó a afirmar que “la ética es la primera filosofía” (Totalidad e Infinito, 1961, p. 48), y desde esta radical prioridad, el misterio de la Encarnación puede leerse como un llamado a reconocer el valor intrínseco e irreductible de cada vida. Por lo tanto, la conclusión práctica de esta perspectiva es categórica: la vulnerabilidad que la figura del “Niño” revela no admite mitigaciones  retóricas, sino que exige prácticas concretas de protección, acompañamiento y reconocimiento.

Precisamente, esta reivindicación de la dignidad del ser frágil entronca directamente con cierta filosofía de la esperanza. Sobre este particular, Ernst Bloch, por ejemplo, propone una ontología de la esperanza que concibe el futuro no como algo meramente pasivo, sino como un factor efectivo en el presente: la esperanza es, en esencia, motor histórico y principio de utopía (Bloch, El principio esperanza, 1959, t. I, p. 12).

De esta forma, si la navidad instituyera un horizonte esperanzador, no se trataría de un consuelo inerte, sino de una activación práctica de la posibilidad. La promesa divina se convierte así en una obligación humana de trabajar activamente por su realización. En esta línea, pensadores como Gabriel Marcel, con su énfasis en la fidelidad y la presencia, y Søren Kierkegaard, al reflexionar sobre la paradoja de la fe, recuerdan que la esperanza cristiana no se alcanza disolviendo la duda, sino habitándola, convirtiéndola en una espera activa. En un mundo que percibimos totalmente desencantado, esperar significa sostener la tensión entre ausencia y promesa, abrazando la incertidumbre sin renunciar jamás a la exigencia transformadora que toda esperanza auténtica implica para el sujeto.

No obstante frente a estas dimensiones filosóficas, existenciales y éticas, se alza nuestra crítica a la mercantilización de lo sagrado. Sobre este aspecto, Max Horkheimer y Theodor Adorno denunciaron cómo la industria cultural invade la experiencia simbólica, transformando el ritual en mera mercancía (Dialéctica de la Ilustración, 1947, p. 99).

Esta crítica ha sido ampliada en el contexto contemporáneo por Zygmunt Bauman y Byung-Chul Han, quienes señalan respectivamente cómo la sociedad líquida y la cultura del rendimiento convierten las prácticas festivas en espectáculo y consumo vacío, pervirtiendo la hospitalidad y vaciando el sentido profundo del don. Si la navidad se reduce a varias transacciones de compraventa, el don pierde su gratuidad y la hospitalidad su imprevisibilidad.

Ante esto, surge entonces la pregunta fundamental: ¿Qué queda del “dar sin retorno” cuando el sistema social funciona exclusivamente por el intercambio y la visibilidad? La respuesta a este dilema implica la recuperación urgente de “don” (gift) como un modo relacional que resiste frontalmente a la lógica mercantil.

Consecuentemente, el nacimiento, entendido como un llamado existencial al “cuidado”, despliega una ética del acompañamiento. Esta visión encuentra eco en las reflexiones de Carol Gilligan sobre la voz de la responsabilidad interdependiente y en Martha Nussbaum, quien reclama la centralidad de las capacidades humanas como fundamento de cualquier orden ético. Por ello, Lévinas, al centrar la obligación moral en la respuesta al rostro que demanda, ofrece las herramientas para una pedagogía de la vulnerabilidad inherente a la “Natividad”. Esta pedagogía implica una formación de la sensibilidad moral, un aprendizaje para atender, para permanecer y para custodiar al otro en su fragilidad. Esto, a su vez, exige la articulación de instituciones, prácticas y una cultura que priorice, de manera efectiva, el cuidado por sobre la competitividad, el consumo y la eficacia.

Paralelamente a la dimensión ética, la navidad contiene una profunda dimensión contemplativa que nos remite al silencio y a la noche como espacios idóneos para la interioridad. Heidegger, nuevamente, nos habla de la llamada a la consciencia del ser; María Zambrano postula la razón poética como una forma de pensamiento que recupera la profundidad y Simone Weil reivindica la atención como la forma suprema de la caridad contemplativa. En una sociedad saturada de estímulos y de ruido constante, la navidad se presenta como una posibilidad de retorno a la escucha, una oportunidad para cultivar ese recogimiento y esa atención que hacen posible la experiencia transformadora. El silencio, en esta lectura, no es un mero retiro, sino una condición epistemológica y moral que permite percibir aquello que la prisa y el “chronos” ocultan.

Un último factor que nos queda por analizar es la persistencia del mito del nacimiento divino en diversas culturas, lo cual nos invita a considerar su valor simbólico y arquetípico. Mircea Eliade mostró cómo los mitos reestructuran el tiempo en ciclos de nacimiento y renovación (Eliade, Mito y realidad, 1963, p. 78). En una línea similar, Carl Gustav Jung, en su lectura de los arquetipos, situó al niño como símbolo de lo emergente, de la posibilidad de la novedad radical en la psique colectiva. Ricoeur, una vez más, nos ofrece la mediación narrativa que permite traducir el mito en una identidad compartida por una comunidad. Así, el reintegro periódico de la figura del niño señala una necesidad humana inmutable de reabrir horizontes de sentido frente a la fatiga histórica.

Este simbolismo se hace carne en la iconografía misma del pesebre- Dios hecho Hombre, naciendo en un establo-, que plantea interrogantes esenciales sobre la hospitalidad y la extranjería que resuenan profundamente en la ética de Lévinas. Al nacer lo sagrado fuera del centro de la civilización, en un espacio de indignidad y  marginalidad, la tradición nos confronta con la pregunta sobre cómo tratamos al extranjero, al pobre y al marginado. La escena evoca una ética de la acogida que interpela a las sociedades contemporáneas y obliga a preguntar: ¿por qué siguen siendo los espacios de indignidad los lugares del verdadero acontecimiento de la humanidad?

La alegría que inaugura la navidad, por último debe ser rigurosamente distinguida de la mera diversión. Baruch Spinoza entendía la alegría como el aumento de la potencia de actuar; Friedrich Nietzsche, por su parte, valoraba la afirmación de la vida en su coraje creativo y C.S. Lewis nos habló de una “sorpresa gozosa” que trasciende la premura del entretenimiento. La alegría profunda que podría albergar la navidad es, en este sentido, una virtud que transforma la existencia y que reconcilia la dicha con la responsabilidad ética.

Como siempre, queridos lectores, concluimos esta humilde reflexión con un apartado crítico y reflexivo. Si la navidad, en su esencia filosófica y teológica, ofrece una interrupción kairológica, una encarnación que dignifica la fragilidad y una pedagogía de la esperanza y del cuidado, su traducción efectiva a la vida social y existencial no está de ninguna manera garantizada. La provocación final que emana de este análisis es inherentemente ética y existencial, puesto que, si la navidad es el lugar donde lo divino y lo humano se encuentran en la máxima fragilidad, entonces cada encuentro con el excluido, con el niño, con el forastero se convierte en una posible epifanía que exige una respuesta inmediata.

Por consiguiente, es preciso indagar si la sociedad posmoderna, obsesionada con la eficacia, el consumo y la producción incesante, posee la entereza necesaria para mantener esa capacidad de asombro que rompe la inercia de la rutina y demanda una acción concreta en favor de los vulnerables. En la misma línea crítica, es necesario plantear la cuestión de si la experiencia radical del nacimiento, ese kairos de intensidad significante, logrará resistir a la lógica mercantil que no cesa de vaciar su contenido simbólico, trivializándolo en un simple producto de consumo. Esta encrucijada nos obliga a enfrentarnos al rostro del “Otro”: ¿responderemos a esta demanda con una auténtica hospitalidad, que implica la acogida radical del forastero, o nos replegaremos en la mera indiferencia de quien no desea ver interrumpida su propia comodidad?

Finalmente, la interpelación se centra en la trascendencia de la esperanza. Hemos de discernir si convertiremos la promesa de la esperanza en un proyecto común y operativo, movilizando la acción transformadora que le es inherente, o si la relegamos a la pasividad estéril de la mera nostalgia por un tiempo que ya fue. La pregunta queda abiertamente planteada, y es en esa apertura radical donde reside la llamada más exigente de la navidad: la obligación de transformar el tiempo en cuidado, la memoria en compromiso y la promesa en acción.

Referencias Bibliográficas

  • Adorno, T., & Horkheimer, M. (1947/2007). Dialéctica de la Ilustración: Fragmentos filosóficos. Madrid: Trotta. (p. 99).
  • Agustín de Hipona. (1999). Confesiones (edición bilingüe o traducida). Madrid: Gredos o Biblioteca de Autores Cristianos. (Libro XI, p. 267).
  • Bloch, E. (1959/1980). El principio esperanza (t. I). Madrid: Aguilar. (p. 12).
  • Gilligan, C. (1982/2013). In a Different Voice: Psychological Theory and Women’s Development. Cambridge, MA: Harvard University Press. (Sobre la voz de la responsabilidad).
  • Han, B. C. (2014). Psicopolítica. Barcelona: Herder. (Sobre la sociedad del rendimiento).
  • Heidegger, M. (1927/1976). Ser y tiempo. Madrid: Alianza. (Análisis del Dasein y la temporalidad).
  • Jung, C. G. (1964). Símbolos de transformación. Madrid: Alianza. (Reflexiones sobre arquetipos y el niño).
  • Kierkegaard, S. (1846/2000). Temor y temblor. Madrid: Trotta. (Paradoja de la fe).
  • Lewis, C. S. (1952/1996). Sorprendido por la alegría. Barcelona: Ediciones Rialp. (Sobre la experiencia de la alegría).
  • Lévinas, E. (1961). Totalidad e Infinito. Madrid: Alianza. (p. 48).
  • Marcel, G. (1951). Ser y tener. Madrid: Ediciones Sígueme. (Reflexiones sobre la presencia y la fidelidad).
  • Mircea Eliade. (1963). Mito y realidad. Madrid: Guadarrama. (p. 78).
  • Nussbaum, M. (2011). Crear capacidades: la reconstrucción del ideal liberal (traducción española). Madrid: Paidós. (Sobre capacidades y dignidad).
  • Paul Ricoeur. (1984). Tiempo y relato (t. I). Madrid: Ediciones Cristiandad. (pp. 23, 45).
  • San Juan Crisóstomo. (s. IV/V). Homilías (ed. y traducciones modernas en español). Madrid: Biblioteca de Patrística (citada en relación con la metáfora del pesebre).
  • Spinoza, B. (1677/2005). Ética. Madrid: Alianza. (Definición de alegría).
  • Tomás de Aquino. (ed. 2003). Suma Teológica (I, q. 8–14). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. (p. 112).
  • Von Balthasar, H. U. (1961-1969). Gloria: una estética teológica. Madrid: Encuentro. (Concepto de Kenosis).
  • Weil, S. (1951). La gravedad y la gracia. Madrid: Trotta. (Concepto de atención/caridad).
  • Zambrano, M. (1989). Filosofía y poesía. México: Fondo de Cultura Económica. (Razón poética).

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Derechos Humanos en El Salvador 2025 – Siglo XXI

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Para comprender la nueva situación de Derechos Humanos en El Salvador, es necesario conocer objetivamente que sucedió en el pasado.

Los Derechos Humanos han sido protegidos por el derecho positivo por la ONU en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en Diciembre de 1948. Y en El Salvador en la Constitución de la República desde 1983.

La vigencia y protección de los derechos humanos, ha sido limitada ya que nunca se ha elaborado una ley de derechos humanos, que proteja y garantice esos derechos. Por tanto, la violación y abuso de los derecho humanos de los salvadoreños nunca han sido garantizados. Han sucedido gobiernos conservadores, liberales, militares, quienes institucionalmente y sistemáticamente han violados esos derechos fundamentales.

Es importante establecer que quien viola los derechos humanos es el Estado, por medio de sus instituciones y funcionarios. Y simultáneamente es el estado mismo quien está obligado a garantizar la vigencia de esos valores.

En el Salvador conservamos un sistema jurídico, que establece la jurisdicción criminal en los Códigos Penal, Procesal Penal y del menor infractor. Pero la jurisdicción en derechos humanos es una categoría especial completamente diferente al derecho criminal, no tenemos legislación, carecemos de una ley, institución que ejecute y jurisdicción competente (tribunales). Las lesiones, homicidios asesinatos, secuestros etc. cometidos por particulares de manera individual o crimen organizado son delitos penales y no violación a derechos humanos, ya que no son políticas de estado.

Los más altos niveles de violación en derechos humanos, especialmente el derecho a la vida y libertades individuales y colectivas sucedieron durante las dictaduras militares desde 1932 hasta 1979 (de Gral. Maximiliano Hernández Martínez a Gral. Carlos Humberto Romero).

La última experiencia vivida fue durante la guerra civil en los años 80, donde el gobierno de General Romero, calificado como dictadura militar, marco asesinatos políticos masivamente, cometiendo entre 50 a 60 asesinatos semanales, con centenares de desapariciones forzadas. Torturas en centros de detenciones de la policía Nacional, Guardia Nacional, Policía de hacienda y centros penitenciarios. Crueles y sanguinarias masacres a nivel nacional calificadas como delitos de lesa humanidad, asesinatos y desapariciones forzosas por escuadrones de la muerte , que eran parte del gobierno, policía y fuerzas armadas.

Desde la Comisión de Derechos Humanos no Gubernamental CDHES y el Comité de Madres de Asesinados, Desaparecidos y Presos Políticos COMADRES, logramos colectar información, clasificarla por sectores como: sindicalistas, estudiantes, profesores, defensores de derechos humanos, iglesias, profesionales, población civil, opositores políticos, periodistas etc. utilizamos mecanismos legales interponiendo Recurso de Habeas Corpus ante la Corte Suprema de Justicia, denuncias en medios de comunicación radial, escrita y televisiva a nivel internacional. Denunciamos en forma presencial ante el Congreso de los Estados Unidos, ante Naciones Unidades en Ginebra y foros de Derechos Humanos a nivel internacional (USA. México, Canadá, Europa).

Los resultados fueron negativos, a nivel interno la CSJ integrada por miembros del partido de gobierno jamás no resolvió un caso y a nivel internacional fue similar. Nuestros esfuerzo convertidos únicamente en denuncias, logramos solidaridad y apoyo financiero de organizaciones internacionales. Nuestro trabajo fue en forma voluntaria, es decir no recibimos un salario, sino únicamente un bono para alimentación, transporte y ropa. Estábamos en plena guerra civil y organizada políticamente junto al pueblo. Varios profesionales y la mayoría estudiantes, algunos con empleo.

FIN DE LA GUERRA CIVIL

Enero de 1992, oficialmente finaliza el conflicto armado y las cúpulas de las fuerzas beligerantes, hacen sus acuerdos inescrupulosos en contra del pueblo golpeado y sufrido, salvadoreños que valientemente dimos nuestro trabajo. Sin embargo los defensores de derechos humanos logramos visualizar, que sucedería después del conflicto armado en el tema de derechos humanos. Estudiamos por seis meses el marco legal, comparativo, doctrina, jurisprudencia de varios países y concluimos que lo más moderno y viable era la creación de una ley de Derechos Humanos y la institución que llevaría a la práctica esa ley denominada Ombudsman o Ombusdperson, que se traduce a Defensor del Pueblo.

Dicho anteproyecto de ley lo donamos a la dirección política del FMLN, para que lo presentara y discutieran con el gobierno salvadoreño de A. Cristiani en San José Costa Rica. Como defensores de derechos humanos de la fuerza política Resistencia Nacional (RN), dimos nuestra contribución para garantizar y defender los derechos humanos de los salvadoreños, después del conflicto armado.

 

Como todos conocemos, la codicia de poder económico de los políticos de izquierda y derecha, dicho anteproyecto de ley fue presentado y enviado al basurero del olvido y tanto el FMLN como el Gobierno salvadoreño (ARENA), bajo en asesoramiento de la ONU, se ponen de acuerdo para hacer una fotocopia de LA PROCURADURIA DE DERECHOS HUMANOS, que se había impuesto en Guatemala al finalizar el conflicto armado. Creando una institución disfrazada de derechos humanos, pero que en realidad era para no investigar ni llevar a la justicia a los violadores de derechos humanos del gobierno y de los crímenes de guerra cometidos por la Guerrilla del FMLN.

Legisladores ignorantes de la época, desconocen el proceso de formación de una ley. La lógica jurídica nos indica que primero se crea la ley y luego esta crea la institución que ejecutará la misma. La práctica nos ha demostrado lo ineficiente e ineficaz que es la PDH, que sus resoluciones son simples recomendaciones. Sin vinculación en los procesos de violación a derechos humanos que equivocadamente llevan los tribunales penales. Los únicos recurso que existen y garantizan los derechos humanos son los Recursos que se presentan a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia :Habeas Corpus, Amparo e Inconstitucionalidad.

DERECHOS HUMANOS DESPUÉS DEL CONFLICTO ARMADO

Continuamos sin un marco legal que defienda y garantice los derechos humanos.

En la actualidad se han llevado procesos de derechos humanos en tribunales con jurisdicción Penal y Procesal Penal, ocurridos en el conflicto armado de los 80. Será posible que la Fiscalía General de la República acuse al Estado salvadoreño? Técnicamente no es posible ya que la Fiscalía representa al Estado ante cualquier demanda en su contra. No puede ser juez y parte.

Aunque algunos dirán que la Fiscalía también representa a la sociedad, de igual forma no puede jugar ambos roles. El estado tiene una deuda en este tema, no ha creado legislación para garantizar y defender los derechos humanos.

El periodo de 20 años después de la guerra civil, se activaron las viejas estructuras de derechos humanos, callaron que en El Salvador se continuaba abusando y violentando los derechos humanos por los gobierno de turno, tanto de ARENA como del FMLN. Pero nunca denunciaron ni interna ni internacionalmente, por el contrario encubrieron y se volvieron cómplices por omisión. Nacieron más organizaciones de D.H. no gubernamentales financiadas por los gobiernos de turno y organismos internacionales que coordinaban una agenda globalista, que fomentaba el crimen organizado, el narco tráfico, el neo liberalismo y control geopolítico.

Docenas de ONGs de derechos humanos, medios digitales como el Faro, Focus, Gato encerrado, Canales de TV, universidades como la Centroamericana UCA, la Nacional UES y la Tecnológica. Financiadas por el órgano legislativo, ejecutivo y debajo de la mesa por partidos políticos, empresa privada y agentes extranjeros como AID, Open Society, Amnistía International, Human Rigth Watch, AECID (cooperación española),Fundación Interamericana IAF, Asociación Universitaria Iberoamericana(AUIP), Fundación Carolina, Agencia Mexicana de cooperación internacional para el desarrollo(AMEXID).etc.

DERECHOS HUMANOS DEL GOBIERNO DE NAYIB BUKELE 2019- 2025

En el 2019 inicia un nuevo periodo político, bajo el liderazgo del Presidente Nayib Bukele. Joven político milenial, que rompe por primera vez el bipartidismo en la historia política de El Salvador. Presenta un plan de largo plazo, que prioriza fundamentalmente la seguridad. Porque? porque encuentra un país destruido, donde los derechos humanos del pueblo salvadoreño, no tiene ninguna protección por parte del estado, especialmente del órgano ejecutivo y de las fuerzas armadas. Recibe un país considerado el más inseguro del planeta, estructuras del gobierno totalmente corrompidas por políticos acostumbrados a vivir de las arcas del estado. Una partidocracia profundamente desarrollada en la corrupción y una economía basada en las remesas de los migrantes salvadoreños.

Recibe un país controlado económicamente por la tradicional oligarquía nacional y extranjera, con un grupo de burgueses corruptos y una burocracia estatal totalmente corrupta.’

También enfrenta la manada de ONG’s de derechos humanos del pasado y fuera de la coyuntura política, que proyecta el nuevo gobierno de Bukele. Ya que estos no actúan en defensa de derechos humanos sino que buscan vivir a costa de victimas del crimen organizado o defendiendo activistas políticos corruptos y ejecutando la agenda globalista, disfrazados de defensores de derechos humanos. Ejemplo el IDHUCA, la Iglesia Luterana, Tutela legal del Arzobispado y luego convertida en Tutela legal María Julia Hernández, Cristosal, Asociación Pro-Búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos, CRIPDES, FESPAD, FUSADES, CDHES, FUNDE,etc.

Esta masa de activistas partidarios de izquierda y derecha, en el 2019 se les inicio un proceso de identificación, investigación y auditorias, para comprobar el mal uso de los fondos recibidos del estado y de asistencia internacional. Se integró una comisión Especial en la Asamblea legislativa. La fiscalía y Corte de Cuentas de la República activaron sus mecanismos para comprobar la corrupción de estas organizaciones de fachada.

La mayoría fueron expuestas públicamente y se les abrió procesos judiciales ante la Fiscalía General de la República, sus fundadores y directores en su mayoría huyeron del país, otros están presos y algunos en libertad condicional.

De esta manera se demostró la verdadera naturaleza de estas organizaciones de fachada. Se han creado candados legales para evitar, que este tipo de asociaciones fraudulentas continúen malversando fondos, que busquen un oficio o trabajo digno y dejen de vivir como parásitos. Hoy se auto exilian y se auto denominan perseguidos políticos, cuando la realidad es que son activistas políticos delincuentes, que deben pagar por sus actos delictivos.

Nosotros del Defensores de Derechos Humanos durante el conflicto armado, dimos una verdadera lucha en la defensa de los DH de los salvadoreños, es cuando se da la vida, no cuando se vive de ellos, con elegantes oficinas y buenos salarios. Nosotros arriesgamos la vida sin esperar nada a cambio, los de ahora en el siglo XXl, únicamente se dedican a desarrollar una agenda de sus patrocinadores globalistas, que exclusivamente están criticando un proyecto que esta garantizando y defendiendo los derechos humanos.

CONCLUSIONES:

  • El Gobierno de El Salvador desde el 2019 al 2025, ha creado un estado de derecho moderno, que garantiza el derecho a la vida y a la libertad individual.
  • Ha cumplido su mandato constitucional de proteger los habitantes del país, sin distinción de sexo, raza, nacionalidad, color, religión o grupo social en particular. Reformando leyes secundarias para fortalecer la eficiencia del sistema de justicia.
  • Ha recuperado la confianza de la población, para que esta cumpla las leyes y mantenga el orden y respeto a los derechos individuales de los ciudadanos.
  • Ha logrado eliminar la corrupción de la partidocracia y de los grupos de Ong’s de fachada de derechos humanos, que han vivido del dolor de las víctimas.
  • A puesto en prisión y en evidencia la corrupción de políticos, tradicionalmente corruptos de la derecha e izquierda podrida en El Salvador.
  • Ha demostrado al mundo que los derechos humanos a defender desde el gobierno son los de la población y no la de los criminales. se ha liberado el 99% de la población y se ha encarcelado el 1%, calificados como criminales terroristas.
  • El órgano legislativo está en deuda, debe emitir una ley de derechos humanos y crear una institución y tribunales que defiendan y garanticen los derechos humanos de los salvadoreños.

De esa manera los salvadoreños nos vamos a sentir protegidos institucionalmente por el Estado en la Nueva República que se construye.

Los patriotas defensores de derechos humanos durante el conflicto armado, terminamos nuestra labor humanitaria al final del conflicto armado, no acompañamos a corruptos políticos y parásitos oportunistas. Nuestro trabajo es apoyar a quien defiende y garantiza los D.H. del pueblo salvadoreño

Jose Mario Ramirez o Jacobo Quiteño

Ex coordinador General de la Comisión de Derechos Humanos

No gubernamental de El Salvador. CDHES. 1980-1984

 

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El pesebre ante la sombra de la intolerancia salvaje- Lisandro Prieto Femenía

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«El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria».

Juan 1:14, Biblia de Jerusalén, 2009, Bilbao: Desclée de Brouwer, p. 1532.

La controversia pública que ha permeado las recientes semanas se manifiesta como un fenómeno poliédrico que desafía la estabilidad simbólica y la paz social de Europa- Los hechos registrados por medios internacionales como Euronews, Swissinfo, Infobae, NationalGeographic, Gaceta y ABC no pueden ser despachados como meras anécdotas aisladas.

«No hay coacción en la religión.» (Corán 2:256).

La instalación de un belén compuesto por figuras sin rostro en la Grand-Place de Bruselas, calificado bajo el patético eufemismo de “inclusivo” pero percibido como una profanación de la identidad iconográfica, el asedio a los grandes almacenes en París que se han visto imposibilitados de instalar decorados navideños por presiones sociales, la cancelación de mercadillos históricos en el sur de Francia y el alarmante debate en Alemania sobre la incapacidad policial para garantizar la integridad de los asistentes frente a la amenaza terrorista, configuran un mapa de la retirada de Occidente de su propio espacio público.

Ante este escenario, donde figuras políticas “controvertidas” como GiorgiaMeloni reivindican el pesebre de Belén como un emblema irrenunciable de la civilización, surge una pregunta que trasciende la gestión urbana: ¿estamos ante signos de una transformación civilizatoria que obliga a Occidente a mutar su estilo de vida por la fuerza, o ante una serie de fenómenos que hemos apresurado a unificar bajo la metáfora de la invasión? Analizar estos hechos con disciplina interpretativa exige separar lo verificable de la construcción retórica, evaluando las causas múltiples para proponer respuestas racionales y democráticas que no sacrifiquen libertades fundamentales en el altar del miedo.

Para abordar esta complejidad con rigor, debemos alejarnos de la hermenéutica social monocausal que reduce toda tensión a la presencia de un islam violento, pero sin caer en la ceguera de ignorar la voluntad de dominio que se esconde tras la intolerancia radicalizada. Por ejemplo, Hannah Arendt, en su obra “Los orígenes del totalitarismo”, arroja luz sobre el riesgo de las ideologías que anulan el pensamiento individual al señalar que lo que distingue al totalitarismo no es tanto su extremismo cuanto su composición de masas movidas por un ideario que sustituye el pensamiento por la repetición (Arendt, H., 2003, Barcelona: Paidós, p. 412).

No obstante, el rigor analítico nos obliga a confrontar una dialéctica de valores donde la hospitalidad cristiana, raíz de la identidad occidental, se ve hoy asediada por una fuerza que utiliza la fe como instrumento de coacción y profanación. Esta hospitalidad no es una debilidad claudicante ni una tolerancia vacía, sino que se asienta en el mandato del ágape y la «caritas»: una apertura al otro que busca la paz y el reconocimiento de la dignidad. No olvidemos que Joseph Ratzinger (Papa Benedicto XVI)sostenía que la fe cristiana ha creado una cultura de la hospitalidad que permite la existencia del otro en su diferencia, siempre que esta no destruya el fundamento mismo de la convivencia humana (Ratzinger, J., 2005, Madrid: Taurus, p. 89).

«La hospitalidad no es solo una virtud de acogida, sino la esencia misma de una civilización que se reconoce en el amor al prójimo como imagen de lo divino».

(Ratzinger, J., 2005, La fraternidad cristiana, Madrid: Taurus, p. 112).

Ahora bien, centrémonos por un instante en la figura que representa una ofensa para este malón de lúmpenes violentos e ignorantes. En el corazón de esta disputa simbólica, el pesebre emerge no como una estructura de poder o una amenaza identitaria, sino como la manifestación estética de la kenosis divina: un anonadamiento de Dios que se hace pequeño para encontrar al hombre.

Desde una reflexión teológica, el pesebre es un signo potentísimo de humildad que subvierte la lógica del dominio. Tal como señaló Hans Urs von Balthasar en Gloria, la belleza de lo sagrado en el cristianismo no se impone por la fuerza, sino por la irradiación de un amor que se entrega sin condiciones. En este sentido, el pesebre representa la paradoja de un Dios que, lejos de exigir sumisión mediante el terror, se expone en la fragilidad de un recién nacido, ofreciendo un paradigma de perdón y respeto absoluto por la libertad del otro. Esta “debilidad” de Dios es, en realidad, una fortaleza ética que invita a la esperanza y propone una convivencia basada en la vulnerabilidad compartida y no en la hegemonía teocrática.

Complementariamente, RémiBrague, en su obra Europa, la vía romana, refuerza esta idea mediante el concepto de “segundidad”: la esencia de la cultura europea radica en su capacidad de reconocerse heredera de una alteridad. El pesebre es el símbolo máximo de esa segundidad, pues presenta a un dios que “viene de fuera” para habitar lo cotidiano. Sin embargo, esta apertura entra en colisión directa con la violencia intolerante musulmana que, en sus vertientes extremas, se presenta como una cultura de “primariedad” absoluta, buscando la sustitución totalitaria del espacio sagrado del anfitrión.

Esta categoría (secondarité) describe la experiencia de quien se sabe heredero de una fuente anterior a la que no puede sustituir, sino que debe interpretar y transmitir. Europa es “romana” en el sentido de que Roma no inventó sus contenidos culturales (que eran, en su gran mayoría, griegos), sino que se posicionó como el puente que permitió su pervivencia. En su obra fundamental, Brague define esta estructura de la siguiente manera:“Ser «romano» es tener la conciencia de que lo que se transmite no nos pertenece, de que somos los segundos con respecto a una fuente que es mayor que nosotros mismos y que nos precede en dignidad”(Brague, R., 2005, Europa, la vía romana, Madrid: Editorial Gredos, p. 54).

Esta disposición ontológica explica por qué la hospitalidad cristiana y la apertura de occidente no ha sido, históricamente, signo de debilidad, sino la manifestación de una cultura que sabe que su supervivencia depende de su capacidad de acoger una alteridad fundante. Sin embargo, la crisis actual en ciudades europeas surge cuando esta “segundidad”, totalmente desvirtuada por la agenda posmo-progre decadente, se enfrenta con la cosmovisión extremista, la cual no se presenta como interlocutor legítimo, sino que buscan la sustitución totalitaria de la memoria del país que los acogió.

«Si no puedes cambiar la dirección del viento, ajusta las velas de tu barco», escribió Epicteto, pero la época exige saber si acaso no nos piden que quememos la embarcación. (Epicteto, Manual, traducción castellana, p. 42, 2008).

La resistencia simbólica- la defensa del rostro en el Belén o la persistencia de los mercados navideños- no es, desde la perspectiva de Brague, una cerrazón chovinista. Es, por el contrario, la defensa de la “segundidad” misma: el derecho a seguir siendo el cauce de una herencia que se reconoce limitada pero valiosa. Pues bien, si Europa renuncia a sus símbolos por miedo o por una malentendida neutralidad, no está siendo más inclusiva, sino que está traicionando la estructura romana que le permitía, precisamente, ser el espacio de encuentro para lo diferente. La capitulación ante la intolerancia radicalizada significaría el fin de la vía romana y el inicio de un tiempo donde la “primariedad” del más fuerte borraría el derecho a ser “segundo”, es decir, el derecho a heredar y respetar una historia que nos precede y nos constituye.

La resistencia simbólica en las capitales europeas frente a la mutilación de los belenes no es un acto de exclusión, sino la defensa de un símbolo que predica la humildad frente a la soberbia del fanatismo. La figura borrada de Bruselas es una afrenta a la visibilidad de la encarnación, esa verdad teológica que afirma que lo divino tiene un rostro humano y, por tanto, merece respeto y no ocultamiento.

Por su parte, San Agustín de Hipona nos ofrece una clave fundamental para entender este conflicto al definir la paz como la tranquillitas ordinis o la tranquilidad del orden, es decir, una disposición de las cosas que atribuye a cada una su lugar justo (Agustín de Hipona, 2007, Madrid: Gredos, p. 543). En la Europa posmoderna, la seguridad debe ser la protección de este orden que permite a la cultura de la hospitalidad y al signo del pesebre sobrevivir sin ser desplazados por la amenaza. Cuando los Estados cancelan un rito para evitar ofensas, rompen la tranquillitas ordinis y permite que la intolerancia ignorante y violenta dicte la forma de nuestra vida común.

«La paz de todas las cosas es la tranquilidad del orden; y el orden es la distribución de los seres iguales y desiguales, que da a cada uno su lugar».

(Agustín de Hipona, 2007, La ciudad de Dios, Madrid: Editorial Gredos, p. 542).

Esta tensión pone en jaque, también, el principio de John Stuart Mill, quien sostiene que la única finalidad del poder es prevenir el daño a otros (Mill, J. S., 1999, Madrid: Alianza Editorial, p. 78). Queda claro que el daño, hoy, se manifiesta en la erosión progresiva del espacio simbólico. Paralelamente, George Orwell nos avisó que si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper al pensamiento (Orwell, G., 1996, Madrid: Alianza Editorial, p. 252): llamar “inclusión” a la eliminación de los rostros en un pesebre es una clara perversión semántica que oculta la capitulación progre ante la intolerancia que no soporta la humildad del signo cristiano.

La “plaza” sin adornos que hoy vemos transformada es el reflejo de una sociedad que ha comenzado a dudar de su propia legitimidad moral frente al salvajismo intolerante. Si el pesebre es, como hemos argumentado, un signo de esperanza y perdón, ¿qué mensaje enviamos al futuro al permitir que sea profanado o escondido por miedo a quienes sólo conocen el lenguaje de la imposición barbárica? Resulta imperativo reflexionar si una democracia puede sobrevivir si confunde la tolerancia con el renunciamiento ante quienes desprecian sus símbolos más profundos y sagrados, permitiendo que el espacio común sea despojado de su rostro por el simple hecho de no ofender a la violencia.

¿Hasta qué punto la autonegación de lo sagrado en nombre de una supuesta neutralidad pluralista no es, en realidad, una invitación directa a la ocupación cultural por parte de quienes no respetan la diversidad de la hospitalidad cristiana? Debemos cuestionarnos con urgencia cómo evitaremos que la política del miedo nos transforme finalmente en extranjeros en nuestra propia tierra, limitando nuestra existencia a una supervivencia biológica despojada del espíritu que el rito y la historia otorgan a nuestras vidas.

Por último, queridos lectores, ¿es el pesebre una amenaza para la paz, o es acaso la última frontera de una paz verdadera que se niega a ser sustituida por la tranquilidad de los cementerios?. ¿Estamos aún a tiempo de defender la tranquilidad del orden que nos permite ser nosotros mismos, o hemos aceptado ya que la figura borrada del belén de Bruselas sea el único espejo donde nos atrevemos a mirarnos?

Referencias Bibliográficas (APA 7)

Agustín de Hipona. (2007). La ciudad de Dios. Madrid: Editorial Gredos.

Arendt, H. (2003). Los orígenes del totalitarismo. Barcelona: Editorial Paidós.

Balthasar, H. U. (1985). Gloria: Una estética teológica. Madrid: Encuentro.

Benjamin, W. (2003). Sobre el concepto de historia. En Obras escogidas. Madrid: Editorial Akal.

Biblia de Jerusalén. (2009). Bilbao: Desclée de Brouwer.

Brague, R. (2005). Europa, la vía romana. Madrid: Gredos.

Corán. (s. f.). El Noble Corán (traducción al español). Verso 2:256.

Mill, J. S. (1999). Sobre la libertad. Madrid: Alianza Editorial.

Orwell, G. (1996). 1984. Madrid: Alianza Editorial.

Ratzinger, J. (2005). La fraternidad cristiana. Madrid: Taurus.

Weil, S. (1993). La persona y lo sagrado. Valencia: Editorial Pre-Textos.

Fuentes de Información

ABC. (10 de diciembre de 2025). GiorgiaMeloni reivindica belén como símbolo de Navidad.

Euronews. (3 de diciembre de 2025). Figuras sin rostro y «Jesús robado»: por qué es tan polémico el belén de Bruselas.

Gaceta.es. (14 de octubre de 2025). Alemania planea cancelar la mayoría de los mercados navideños porque la policía no puede garantizar la seguridad.

Infobae. (19 de noviembre de 2025). Unos grandes almacenes de París se quedan sin poder instalar decorados navideños en la vía pública.

NationalGeographic Viajes. (2025). Confirmado: se cancela el mercadillo de Navidad más icónico del sur de Francia.

Swissinfo. (2025). Polémica en Bruselas por un belén «inclusivo» compuesto de figuras sin rostro.

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