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El Salvador ejecuta estrategias para apoyar e impulsar el sector turístico en el oriente del país

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El Gobierno de El Salvador continúa con el desarrollo del Encuentro Nacional del Ecosistema Turístico 2024, que está a cargo del Ministerio de Turismo y la Corporación Salvadoreña de Turismo (Corsatur), en el que participan empresarios de la cadena de valor de este sector turístico de todo el país.

Este día, el evento se llevó a cabo en la zona oriental del país. La primera jornada de este jueves se realizó en el departamento de La Unión y la segunda en San Miguel. Con este encuentro se busca intercambiar ideas y conocer de primera mano las experiencias y opiniones de las empresas del sector turismo, así como identificar oportunidades de mejora.

«Estamos creciendo a un ritmo acelerado, el año pasado fuimos uno de los cuatro países que más crecimos, según ONU Turismo; el cuarto del mundo, con más del 40 % del crecimiento del sector turístico», aseguró la ministra de Turismo, Morena Valdez.

Con estos eventos se espera convocar a más de 1,600 empresarios, registrados en el inventario de empresas turísticas del país, esto como parte del Plan Nacional de Turismo que promueve la inserción de todos los sectores involucrados en el Registro Nacional de Turismo (RNT).

Entre los temas expuestos a los empresarios están: la estrategia de posicionamiento de El Salvador como destino turístico, la importancia de la excelencia en el servicio al visitante y, también, los conversatorios: enamorar al visitante a través de los olores y sabores y sobre si la mejora continua es útil en el sector turismo.

La directora ejecutiva de Corsatur, Alejandra Durán, comentó que el año pasado, el país recibió 3.4 millones de visitantes, superando la proyección que se tenía. “Nos hemos puesto de meta recibir 3.8 millones de visitantes, este año, y $3,800 millones en divisas”, agregó.

El Ministerio de Turismo y Corsatur planean realizar en total 15 encuentros en todo el territorio nacional, de los que ya han finalizado cuatro. Las jornadas iniciaron el pasado martes en Sonsonate, ayer se desarrollaron dos más en Ahuachapán y Santa Ana. Este viernes continuarán en Morazán y Usuluán.

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Nacionales

Aumentan los accidentes viales en El Salvador: autoridades refuerzan controles y campañas de concientización

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El director general de Tránsito, Félix Eduardo Serrano, advirtió que la distracción al volante y el exceso de velocidad continúan siendo las principales causas de los accidentes de tránsito en el país. Las declaraciones se dieron durante su participación en la entrevista A:M, en el marco del Día Nacional de la Seguridad Vial.

De acuerdo con Serrano, del 1.º de enero al 10 de junio de este año, el Observatorio Nacional de Seguridad Vial (ONASEVI) ha registrado 9,057 accidentes de tránsito, lo que representa un aumento del 6.4 % en comparación con el mismo período del año pasado, cuando se reportaron 8,573 siniestros.

Asimismo, 5,746 personas han resultado lesionadas en 2025, superando las 5,134 del año anterior. No obstante, Serrano destacó un dato positivo: la reducción del 13.6 % en el número de fallecidos, ya que el año pasado se contabilizaron 612 víctimas mortales y en 2025 se han registrado 527.

El funcionario atribuye esta disminución al refuerzo de controles vehiculares en todo el país y a las campañas de concientización, que incluyen visitas a centros escolares, entrega de implementos de seguridad y charlas a peatones y conductores.

Uno de los pilares de esta estrategia es el Plan Cero Tolerancia, que ha ayudado a disminuir los casos de conducción peligrosa, especialmente aquellos relacionados con el consumo de alcohol. “El consumo de alcohol y estupefacientes es la octava causa de accidentes, y esperamos que salga de esta lista. Conducir bajo efectos del alcohol no es un accidente, es una mala decisión”, afirmó Serrano.

El director recordó que quienes sean detectados con alcohol en el aire espirado son capturados por 72 horas y se les decomisa el vehículo. En casos donde se produzcan lesiones o muertes, las penas pueden llegar hasta años de cárcel.

Las autoridades reiteran el llamado a los conductores a respetar el reglamento de tránsito y asumir una conducta responsable al volante, en favor de una movilidad más segura para todos.

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Opinet

Reconstruyendo la figura del padre: entre el desprecio y la reivindicación

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Lisandro Prieto Femenía

“Cuando se suprime la autoridad del padre, la vida se convierte en un laberinto sin salida para el hijo”, Erich Fromm, El miedo a la libertad

Bien sabemos que vivimos en un mundo que a menudo parece empeñado en deconstruir cada pilar de su propia estructura, y entre ellos, la figura del padre ha emergido como uno de los blancos más recurrentes en las últimas décadas. A las puertas de la celebración del día del padre en Argentina, este 15 de junio, se impone una profunda reflexión sobre cómo el rol paterno, y por extensión la masculinidad misma, ha sido sistemáticamente bastardeado por ciertas corrientes ideológicas que, bajo el paraguas del progresismo posmo progre, han sembrado la duda y el desprecio sobre lo que alguna vez fue un pilar fundamental de la familia y la sociedad. No se trata aquí de añorar un patriarcado opresor, sino de discernir la diferencia entre la crítica necesaria y la anulación ideológica.

Nuestro nefasto presente, la postmodernidad, con su inherente fragmentación y su cuestionamiento de las grandes narrativas, ha propiciado un terreno fértil para la reevaluación de los roles de género. Sin embargo, lo que comenzó como una legítima crítica a un sistema estructurado de relaciones sociales y sus desequilibrios de poder, derivó en ocasiones hacia una deslegitimación generalizada de la masculinidad misma. La figura del hombre, y con ella la del padre, ha sido etiquetada y demonizada bajo la sombra de una opresión histórica que no existe desde hace, por lo menos, medio siglo.

Al respecto, Jordan B. Peterson, señala que “la patologización del dominio masculino y la equiparación de la jerarquía con la tiranía están destruyendo la confianza de los hombres en su propio potencial constructivo” (Peterson, J. B. 12 reglas para vivir: Un antídoto al caos, 2018, p. 116). De esta forma, se gesta una narrativa donde el hombre, en tanto portador de una masculinidad tradicional, es inherentemente problemático, un agente de desigualdad cuya autoridad debe ser socavada. Esta crítica, en su versión más radical, no busca una masculinidad sana y equitativa, sino que parece apuntar a su erradicación como fuerza natural y cultural significativa.

Este proceso intencional de deconstrucción ha penetrado el imaginario colectivo, permeando las dinámicas familiares y la percepción social del rol paterno. El padre, que otrora representaba la ley, la autoridad y el sostén, ha sido progresivamente desdibujado. En el afán de romper con moldes rígidos, se ha llegado a proponer la prescindibilidad de su figura, o peor aún, a representarla como una amenaza latente. Zygmunt Bauman, al abordar la “modernidad líquida”, describe una fluidez en las relaciones humanas donde los lazos duraderos se desvanecen. Si bien Bauman no se centra exclusivamente en la figura del padre, su análisis de la fragilidad de los vínculos y la precarización de las instituciones tiene bastante relación con la actual disolución del rol paterno. Al expresar que “las instituciones duraderas que solían proporcionar una estructura firme para la vida humana están siendo desmanteladas o se están volviendo cada vez más débiles, efímeras y provisionales” (Bauman, Z. Modernidad líquida, 2000, p. 11) nos presenta un panorama claro en el que el padre, como institución familiar y social, no escapa a esta licuefacción. Su autoridad, antes incuestionable, se ha diluido en un mar de relativismos, a menudo sin ofrecer un sustituto que brinde la misma estabilidad y dirección.

El impacto de esta violencia sistemática no es menor. El rol del padre, entendido clásicamente como el portador de la ley, el que introduce al niño en el orden simbólico y social más allá de la díada materna, ha sido objeto de una permanente relativización intencional. La noción de que la autoridad paterna es intrínsecamente opresiva ha llevado a que muchos hombres duden de su propio papel, e incluso se inhiban de ejercer una paternidad que, si bien debe ser amorosa y empática, también requiere firmeza y establecimiento de límites.

Sobre este último aspecto, Christopher Lasch, en su obra titulada “La cultura del narcisismo”, aunque escrita en otro contexto, anticipa una sociedad donde el individualismo y la atomización familiar erosionan la base de la crianza. La ausencia de figuras paternas fuertes, o la devaluación de su función, contribuye a la proliferación de personalidades más frágiles y menos aptas para afrontar los desafíos del mundo exterior. En pocas palabras, si el padre no representa el vector que conecta al hijo con el mundo externo de las normas y los desafíos, ¿quién lo hará? La ideología posmo-progre, al vaciar de sentido el rol paterno, deja un hueco que no puede ser llenado simplemente con la noción de un progenitor indistinto.

Frente a este panorama triste e injusto, es imperativo trascender el discurso simplificador y reivindicar la irremplazable importancia de la figura paterna. No se trata de realizar un llamado al retorno de modelos obsoletos de autoritarismo, sino de reconocer la singularidad y la complementariedad del rol del padre en el desarrollo integral de los hijos y en la estabilidad misma de la sociedad. El padre, en su mejor expresión, es fuente de seguridad, un modelo de fortaleza y resiliencia, y el portador de una perspectiva diferente que enriquece la dinámica familiar. Sobre este aspecto, Jacques Lacan, la función del padre es la introducir la “ley”, el “Nombre del Padre”, que permite al sujeto salir de la relación especular con la madre e ingresar al orden simbólico del lenguaje y la cultura (Lacan, J. Escritos 1, 1966, p. 280, en referencia a la función simbólica del padre en el Edipo). Pues bien amigos, esta función, lejos de ser opresiva, es estructurante, es decir, es lo que permite al individuo internalizar las normas sociales y diferenciarse, construyendo su propia identidad sin que ninguna moda pasajera la moldee por él.

También, es fundamental destacar que la presencia de un padre comprometido no sólo ofrece una figura de autoridad amorosa, sino que también fomenta la autonomía, la capacidad de asumir riesgos y la templanza en los hijos. La figura paterna, con su alteridad respecto a la madre, ofrece un modelo de relación distinto, vital para la comprensión de las diferencias de género y la construcción misma de la identidad sexual. Un padre presente y activo es crucial para el equilibrio familiar y para la formación de ciudadanos capaces de enfrentar los desafíos de la vida con responsabilidad y entereza. Despreciar o pretender anular esta figura es, en última instancia, un acto de autosabotaje social, una renuncia a una de las fuerzas más potentes y necesarias para la formación de individuos libres y sociedades cohesionadas.

La precitada denigración ideológica sobre la figura del padre no se ha limitado al ámbito discursivo, sino que se ha incrustado violentamente en la realidad social, dejando una estela de daño y dolor palpable y concreto en la vida de muchos hombres y sus hijos. Las consecuencias de esta campaña de desprestigio se manifiestan en escenarios judiciales, en la dinámica familiar y en la percepción pública, generando una profunda distorsión del vínculo paterno-filial.

Uno de los ejemplos más lacerantes de este daño se observa en el distanciamiento y la alienación parental, a menudo facilitados o exacerbados por procesos judiciales. En innumerables ocasiones, tras una separación conflictiva, se instrumentaliza a la justicia para alejar a los hijos del padre. Esto puede manifestarse a través de la obstrucción sistemática del régimen de visitas, la negativa a cumplir con los acuerdos de tenencia o, incluso, la promoción activa de un rechazo irracional hacia el padre por parte de la madre.

Aunque el concepto de alienación parental es debatido en el ámbito psicológico, sus manifestaciones en la práctica son innegables: niños que, sin razón aparente, se niegan a ver a sus padres, repiten acusaciones sin fundamento o expresan un miedo infundado hacia ello, sembrando una brecha emocional que suele ser irreparable. El sistema judicial, totalmente corrompido y degenerado, en su afán de proteger a la “parte más vulnerable”- a menudo interpretada automáticamente como la versión de la madre-, se convierte en cómplice de esta fractura, al no actuar con la contundencia y objetividad necesaria ante la evidencia de manipulación o impedimento de contacto.

Aunado a todo esto, las falsas denuncias emergen como una de las herramientas más perniciosas utilizadas para destruir la reputación y la relación del padre con sus hijos. En un contexto de creciente sensibilización sobre la violencia de género, algunas personas, amparadas en la presunción de veracidad que a menudo acompaña a estas acusaciones, recurren a imputaciones infundadas o falsas de violencia, abuso o incumplimiento, para obtener ventajas en litigios de familia o simplemente para aniquilar la figura paterna en cada caso particular.

Estas denuncias, incluso cuando posteriormente se demuestran falsas, dejan una huella indeleble. El proceso judicial en sí mismo es una condena social que implica el escarnio público, la pérdida del empleo, el estigma social y, lo más doloroso, la suspensión o limitación inmediata del contacto con los hijos. Como bien apuntaba el sociólogo y filósofo Jean Baudrillard en su crítica a la simulación y la hiperrealidad, “la realidad se ha convertido en una imagen, un signo, y no en un referente de algo que se ha producido en el mundo real” (Baudrillard, J. Cultura y Simulacro, 1978, p. 7). Pues bien, en el ámbito de estas acusaciones, la “realidad” construida por la denuncia falsa, la imagen que proyecta, anula la verdad objetiva y condena al individuo en el plano simbólico, independientemente de la absolución legal posterior.

Finalmente, tenemos que mencionar las campañas difamatorias en las redes sociales o en círculos personales, que complementan este asalto sistemático a la figura paterna. Espacios que deberían ser de conexión se convierten en foros de linchamiento, donde la imagen del padre es pulverizada mediante la difusión de rumores, acusaciones no verificadas y juicios sumarios. Estas campañas buscan aislar al padre, minar su autoridad ante sus hijos y ante la comunidad y destruir cualquier posibilidad de una relación sana. La facilidad con la que se viralizan estas narrativas, sin la necesidad de pruebas o del debido proceso, crea un ambiente de “justicia paralela” que es devastador para el padre afectado. Así, amigos míos, la postverdad, concepto tan acuñado en nuestros tiempos, encuentra en estas prácticas un terreno fértil, donde las emociones y las creencias priman sobre los hechos objetivos, y donde la reputación de un padre puede ser demolida sin un juicio justo, simplemente por la fuerza del relato prevalente que la moda progre avala sin miramientos.

En suma, el discurso de deconstrucción del padre no se queda en la teoría. Se materializa en acciones concretas que, al amparo de ciertas lecturas ideológicas y a través de mecanismos legales o sociales pervertidos, despojan al padre de su lugar, de su dignidad y, trágicamente, del irrenunciable derecho a ejercer una paternidad plena y amorosa. Este es el precio de abrazar irracionalmente una ideología que, en su radicalidad, confunde la lucha por la igualdad con la aniquilación de uno de los pilares esenciales de la vida familiar.

Para terminar, queridos lectores, la crítica esbozada a lo largo de este texto no es un lamento nostálgico por un pasado idealizado, ni una negación de los avances en materia de igualdad de género. Es, en cambio, una crítica frontal a una ideología que, en su afán de deconstrucción radical, ha despojado a la figura del padre de su dignidad, de su valor intrínseco y de su innegable función social. El progresismo decadente, en su vertiente más dogmática (es decir, la que más financiamiento ha recibido) ha contribuido a un desprecio sistemático de la familia como institución fundamental y ha marginado el rol del padre, concibiéndolo como una reliquia de un patriarcado opresor ya inexistente, en lugar de reconocer su potencial transformador y fundante.

No es momento de sumarse al coro que busca disolver las identidades y los roles en una indistinción que empobrece. Es el momento de reivindicar al padre, no como un vestigio del pasado, sino como una necesidad imperiosa del presente y del futuro. Es hora de restaurar la confianza en la masculinidad sana, aquella que se construye sobre la responsabilidad, la protección, el ejemplo y el amor incondicional. La familia, en su diversidad de formas, sigue siendo el crisol donde se forjan las futuras generaciones, y en ese crisol, la figura del padre, con su autoridad amorosa y su perspectiva única, es irremplazable. Negar este rol, o reducirlo a la caricatura de un opresor, es debilitar el tejido social y privar a los hijos de una de las brújulas más importantes para navegar la complejidad de la existencia humana. Por ello, reivindico al padre, en su autenticidad y su potencia, como un pilar fundamental para reconstruir un mundo más íntegro y menos líquido.

Lisandro Prieto Femenía
Docente. Escritor. Filósofo
San Juan – Argentina

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Empresarial

SISTEMA FEDECRÉDITO entregó donativo de instrumentos musicales a centro educativo de San Vicente

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El SISTEMA FEDECRÉDITO con el objetivo de potenciar el talento de los jóvenes salvadoreños, a través de una de sus líneas de responsabilidad social empresarial, orientada en apoyar la educación y fomentar la cultura, realizó la donación de instrumentos musicales a la banda de paz del Centro Educativo Santa Familia de San Sebastián, San Vicente.

El donativo incluye 2 trombones de vara alta, 2 saxofones alto, 2 trompetas y 1 tuba de marcha, que con seguridad serán un aporte valioso para fortalecer su formación; con estos instrumentos los integrantes de la banda musical podrán fortalecer sus prácticas y realzar sus presentaciones; además de servir como incentivo para que más estudiantes del centro educativo se sumen a esta actividad de sano esparcimiento.

“Para el SISTEMA FEDECRÉDITO es un placer apoyar iniciativas que fomentan el desarrollo y la educación de la niñez y juventud salvadoreña. Estamos convencidos que la educación integral es una herramienta poderosa que abre un futuro de oportunidades, además contribuye a descubrir y potenciar talentos únicos, ya que la música, en particular, tiene un poder transformador: fomenta la creatividad, la disciplina y la confianza en niños y jóvenes, contribuyendo así a su crecimiento integral”, expresó la Lic. Claudia Abrego de Méndez, Gerente de Comunicaciones de FEDECRÉDITO al realizar la entrega.

El SISTEMA FEDECRÉDITO cuenta con más de 850 puntos de atención y presencia en 195 distritos en el país, siendo así la red financiera con mayor cobertura nacional. Para más información, visita www.fedecredito.com.sv o llama al Call Center 2221-3333.

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