Con la imposición de restricciones en varias ciudades, las autoridades chinas tratan de evitar que se expanda el peor brote de covid-19 que registra el país desde que la enfermedad fue detectada.

En Shanghái, las autoridades intentan evitar una cuarentena generalizada, por lo que han decidido establecer confinamientos en algunos complejos residenciales en los que hay casos confirmados o sospechosos. Allí los residentes reciben comida y otros elementos básicos por encima de las rejas o por debajo de las puertas, publicó Reuters.

En los centros de testeo de la ciudad se formaron extensas filas para realizar controles, luego de que se detectaran diez casos el pasado martes. Aunque las cifras no son elevadas, tanto Shanghái como el resto del país enfrentan el peor registro de infecciones desde el surgimiento del covid-19, con más de 14.000 contagios en las últimas diez semanas, número que supera el detectado durante de todo el año pasado. 

Una situación similar atraviesa la provincia de Jilin, limítrofe con Corea del Norte, donde algunas de sus ciudades iniciaron la construcción de hospitales temporales. Además, los 24 millones de residentes de la provincia tienen prohibido viajar fuera del distrito sin notificarlo a las autoridades. 

En total, ya son más de 50 millones las personas confinadas en el país. Además de las de Jilin, hay 17,5 millones de personas en la misma situación en Shenzhen y 10 millones en la ciudad sureña de Dongguan.

El último sábado, China registró 1.938 contagios, lo que representó el aumento diario más alto desde febrero de 2020.

Según los reportes, esta suba de contagios obedece a la extensión de la variante ómicron del coronavirus y se da pese a que China tiene una tasa de vacunación superior al 85 %.