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ENTREGA ESPECIAL

ATAQUE SANGRIENTO | Hoy se cumplen 10 años en el que 17 pasajeros fueron carbonizados en un microbús en Mejicanos por disputa de poder entre las pandillas

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“Los vecinos recordaban el horror de los gritos. Una señora me dijo que no sabía cómo iba a digerir eso, los gritos de alguien que está siendo calcinado”.

Diez años después, el periodista salvadoreño Eric Lemus recuerda con nitidez los detalles de la noticia que tuvo que cubrir para BBC Mundo el 20 de junio de 2010: la quema de un microbús con pasajeros a bordo en el municipio de Mejicanos a manos de las pandillas.

No es para menos: el ataque acabó siendo una verdadera masacre en la que murieron 17 personas en el interior del transporte o baleados mientras intentaban escapar de las llamas por las ventanas.

Organizado como venganza del Barrio 18 frente a sus rivales de la Mara Salvatrucha (MS-13), este atentado está considerado como el más sangriento de las pandillas de El Salvador debido a una crueldad nunca vista hasta entonces contra la población civil.

La conmoción que dejaron aquellas dantescas imágenes fue tal que acabó por marcar la forma en que las autoridades pasaron a enfrentar el problema de las maras en el país desde entonces.

Sus efectos, según expertos, siguen vigentes a día de hoy.

Mejicanos es uno de los municipios más grandes del área metropolitana de San Salvador, golpeado casi a partes iguales por la pobreza y la violencia.

Como tantos otros, está terriblemente fragmentado por la pugna de las distintas pandillas presentes en el pueblo por controlar sus territorios. Y eso marca irremediablemente a quienes viven ahí, tengan poca o nula relación con estos grupos.

El 19 de junio de 2010, un miembro del Barrio 18 conocido como “Crayola” fue asesinado en una balacera en Mejicanos. Sus compañeros escucharon que los responsables habían huido en un microbús de la ruta 47 hacia una de las colonias controladas por la MS-13.

Su venganza apuntó por lo tanto a ese mismo transporte y a esa misma ruta. Era la manera de dejar claro a sus rivales que el crimen no quedaría impune, aunque los pasajeros que acabarían siendo sus víctimas no tuvieran nada que ver.

Al día siguiente, hombres de la 18 dispararon contra un microbús que venía de aquella misma colonia gobernada por la MS-13. Murió una niña y el conductor.

No está claro si este primer ataque fue producto de la desorganización interna de la pandilla o si pretendían distraer la atención de la policía de lo que, minutos después, se convertiría en su atentado más sangriento.

Aquel 20 de junio era domingo y llovía, pero eso no impidió que María Jesús Orellana estuviera vendiendo paletas por la calle, como cada uno de los siete días de la semana.

En temporada de lluvias aprovechaba también para vender paraguas. “Mi mamá se dedicaba a lo que había en cada época”, recuerda su hija Isamar en conversación con BBC Mundo.

Esa misma lluvia fue la que hizo a María Jesús apresurarse a tomar el microbús de la ruta 47 que la llevaría ya de noche de vuelta a casa.

Allí, en la colonia Montreal territorio de la MS-13, vivía con Isamar, de 18 años, y su otro hijo de 20. De su marido apenas sabían nada.

Isamar pasaba el fin de semana en casa de una amiga y su hermano trabajaba de noche, por lo que nadie esperaba en casa. A la mañana siguiente, una prima llamó a la joven para contarle sobre el ataque a un microbús y decirle que no encontraban a su madre por ningún sitio.

“Me preocupé, me regresé a mi casa y empezamos a llamarla por teléfono sin parar”, recuerda. Pero siempre saltaba el buzón.

Otro grupo de pandilleros del Barrio 18, distinto al del primer ataque, había estado esperando al microbús de la ruta 47 en el que viajaba María Jesús. Algunos de ellos ni siquiera alcanzaban la mayoría de edad.

Montaron y obligaron al conductor a desviar su ruta para acercarse al lugar donde había sido asesinado “Crayola”.

Allí dispararon contra la treintena de personas aterrorizadas, que se agolpaban en la parte trasera mientras veían cómo los pandilleros rociaban con gasolina la puerta y el pasillo del vehículo y le prendían fuego.

Los pasajeros a bordo con niños e incluso bebés trataron de escapar desesperados por las ventanas a medida que el microbús era consumido por las llamas. Pero al salir envueltos en humo y fuego, algunos eran ametrallados por pandilleros que los esperaban fuera.

La tragedia no duró más que unos pocos minutos. 17 personas murieron carbonizadas en el mismo lugar o a los pocos días en los hospitales, y otros sufrieron heridas de extrema gravedad.

Carlos Martínez, periodista del diario digital salvadoreño El Faro, cree que el fraccionamiento en la estructura del Barrio 18 y su escasa organización de entonces están detrás de la extraordinaria crueldad de este ataque contra la población.

“No fue una decisión de la estructura nacional de la pandilla sino por la clica (grupo local de la mara). Pasaron solo horas desde la muerte de ‘Crayola’ hasta la venganza, que fue planeada por muchachos jóvenes y de bajo perfil en la jerarquía del grupo”, le dice a BBC Mundo.

“No fue un atentado planeado, fue cosa de horas, un arrebato en caliente en el que se les fue la mano. Tanto así, que los perpetradores del crimen fueron castigados por la propia pandilla, algunos fueron asesinados por llamar tanto la atención y centrar el interés de las autoridades”.

Cuando el periodista Eric Lemus llegó, el microbús aún estaba en llamas y algunas de las víctimas yacían en el suelo.

Recuerda la consternación y el silencio sobrecogedor que reinaban aquel lugar. Algunos vecinos de un edificio cercano le dijeron que estaban en shock tras haber visto y escuchado los disparos y los gritos.

“Cuando vi aquello, se me activaron los chips de la guerra, de cómo cubrir una escena en conflicto. Estábamos en un escenario de guerra de baja intensidad”, le dice a BBC Mundo.

Pero cree que ni la guerrilla ni el ejército que participaron en la guerra civil salvadoreña que le tocó cubrir como periodista décadas antes habrían quemado un autobús con gente en su interior.

“Para nosotros, fue como una ruptura sobre lo que podía ser capaz algo que se podía ver entonces como un grupo marginal. Fue una masacre sin precedentes por el nivel de violencia y brutalidad masiva. El mensaje de crueldad había sido transmitido con éxito”.

Martínez, especialista en pandillas, coincide en que “a día de ahora, este ataque se sigue viendo en El Salvador como que reveló el rostro monstruoso de estas organizaciones criminales”.

Al llegar al lugar del atentado a la mañana siguiente, a Isamar le dijeron que fuera directamente a la morgue para comprobar si allí estaba su madre. Pero ella no perdió la esperanza y la buscó antes por todos los hospitales.

La encontró en una unidad de cuidados intensivos. Tenía el 89% del cuerpo quemado y solo la pudo reconocer, cuenta, por el color azul de las uñas de los pies que ella misma le había pintado la semana anterior.

Un detective le contó que un hombre que habría sobrevivido fue quien ayudó a su madre a salir del microbús, pero que cuando lo hizo, ya tenía las vías respiratorias quemadas.

Los médicos no le daban esperanzas de sobrevivir. Recuerda que, el primer día, su madre tenía unas cinco máquinas conectadas. Al cuarto, ya solo tenía una.

“El mismo detective me llamó para decirme lo que había pasado. Cuando vi la llamada, ya esperaba una mala noticia. Había muerto de un paro respiratorio”.

El sacerdote Antonio Rodríguez, párroco de Mejicanos en aquel entonces, escuchó los balazos desde su propia casa, a solo dos cuadras de la masacre.

Conocido como “padre Toño”, creó una asociación con los familiares de las víctimas para asistirles con ayuda médica, psicológica y becas de educación para quienes habían quedado huérfanos.

Asegura que lo hizo ante el abandono por parte de las autoridades. El entonces presidente salvadoreño, Mauricio Funes, prometió una indemnización de US$2.000 para cada familia que nunca llegó.

“El presidente dijo que, si les daban el dinero, iban a ser víctimas de extorsión. Yo les sugerí que entonces se lo dieran como entrada para una vivienda de protección social, pero el gobierno se negó”, le dice a BBC Mundo.

Ayudar a las víctimas no fue fácil al principio. Al trauma de perder a sus familiares en semejantes circunstancias, pronto se sumó el miedo a sufrir represalias por parte de las pandillas.

“La gente entró en una clandestinidad donde tenía mucho miedo de casa. Nadie quería hablar ni ser identificado, ni como sobreviviente ni como victima. Fue difícil hablar con ellos, todo el municipio quedó conmocionado”.

Isamar corrobora cada palabra del padre Toño. Tras la muerte de su madre, dice que su hermano y ella se quedaron “completamente solos” y que no quería estar en su propia casa por temor a que alguien fuera a hacerles daño.

El miedo aumentó cuando, dos meses después, su hermano decidió irse “de mojado” a Estados Unidos y ella quedó sola. La idea era que ella se reuniría con él un año después, cuando hubiera devuelto el dinero que le habían prestado para viajar.

Pero sus planes cambiaron cuando, al poco tiempo, quedó embarazada de su primera hija. “Pasé un embarazo tan malo que mi hija estuvo desnutrida en mi estómago porque yo nada más que vivía llorando por los recuerdos de mi mamá”, cuenta la joven.

Paradójicamente, el padre de su hija también había sido miembro de pandillas en el pasado. Isamar cuenta que llevaba cinco años alejado de ellas y trabajaba en un programa de reinserción del padre Toño.

“Al principio me dio un poquito de miedo al iniciar la relación, pero él fue la única persona que me ayudó a salir del agujero en el que estaba”, responde a la pregunta de si no tuvo temor por ese pasado en las mismas maras que habían destrozado su familia.

“Él ayudó a que me pusieran un psicólogo y así lo conocí. Yo ya no veía lo que él había hecho en su pasado, yo veía su presente y veía que era una persona diferente”.

Una nueva tragedia volvió a sacudir la vida de Isamar cuando a su pareja la mataron las pandillas en 2013. Fue entonces cuando decidió huir de El Salvador.

Expertos coinciden en que la brutalidad de la masacre de Mejicanos supuso “un antes y un después” en cómo la población salvadoreña pasó a percibir a las pandillas y, sobre todo, cómo las autoridades les hicieron frente desde entonces.

Lemus dice que “se esperaba que el gobierno, por ser de izquierdas (FMLN), buscaría otros métodos disuasorios. Pero el gobierno repitió el “manodurismo” que había hecho la derecha años atrás”.

Martínez coincide en que la masacre impidió “cualquier salida negociada” con las pandillas porque la población “estaba verdaderamente horrorizada” con lo ocurrido. El presidente se vio en la obligación de mostrar fuerza”, dice.

Ese rechazo de la población salvadoreña a otro tipo de estrategias se vio por ejemplo durante la tregua que, tras un proceso secreto de negociación entre gobierno y pandillas, se tradujo en una importante reducción de asesinatos en el país entre 2012 y 2013.

Según Martínez, “la quema del microbús en la memoria colectiva de la población salvadoreña impidió e impide cualquier salida que no sea de corte policial, militar o punitiva para atender el problema de las pandillas”.

“Los efectos de ese hecho siguen vivos a día de hoy”, opina pocas semanas después de que el actual gobierno liderado por Nayib Bukele endureciera las condiciones de los pandilleros en las cárceles pese a las críticas de organismos de derechos humanos.

“La población de El Salvador es muy anuente a los planes de mano dura”, apunta.

Una de las consecuencias inmediatas del atentado en Mejicanos fue la “Ley de Proscripción de Pandillas” que declaraba ilegales a las maras y convertía en agravante de cualquier delito pertenecer a ellas. Sin embargo, los jueces encontraron en muchos casos de difícil aplicación.

En 2015, la Sala de lo Constitucional declaró a las pandillas como “grupos terroristas”. También englobó en este concepto a “colaboradores, apologistas y financistas” de estas estructuras.

El sacerdote Rodríguez interpreta que, de acuerdo a la Sala, “trabajar por la transformación de las pandillas puede terminar con una persona vinculada a grupos terroristas, lo que cerró la puerta a la reinserción de estos jóvenes”.

En 2014, el religioso fue condenado por los delitos de introducción de objetos ilícitos para los pandilleros en las cárceles y de tráfico de influencias.

Isamar lleva siete años viviendo en España, desde donde atiende a BBC Mundo y donde consiguió formar una familia y tener otras dos hijas.

El año pasado, su hermano fue a visitarla desde EE.UU. y pudo conocer por fin a sus sobrinas. Era la primera vez que se reencontraban en casi nueve años.

Entre los planes de Isamar está el poder estudiar enfermería, pero no contempla regresar a su país. “Me da mucho miedo y también porque creo que sería duro regresar al pasado, recodar todo otra vez”.

Dos de los principales responsables del trágico ataque en el que su madre perdió la vida cumplen condenas de 66 y 410 años de cárcel respectivamente, pero Isamar asegura que nunca les ha guardado rencor.

“Mi mamá era tan buena y sencilla que llegaba a casa y, aunque solo tuviera frijoles, ella te invitaba a comer. Que no se pierda esa esencia de la humildad, que las víctimas siempre sean recordadas y que no queden en el olvido”, pide.

“Y de las personas que lo hicieron, ya que Dios se encargue de ellos”.

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15 años del horror en Mejicanos: la masacre del microbús que marcó a El Salvador

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Foto: Cortesía

Este 20 de junio se cumplen 15 años de la masacre del microbús en Mejicanos, uno de los ataques más atroces perpetrados por las pandillas en la historia moderna de El Salvador. En la tarde de 2010, miembros de la Mara 18 secuestraron la ruta 47, la desviaron hacia la colonia Jardín, dispararon contra los pasajeros y luego incendiaron el vehículo con gasolina, dejando a decenas atrapados.

Carlos Oswaldo Alvarado, uno de los pandilleros que incendió el microbús de la ruta 47 para vengar el asesinato de uno de sus hermanos, fue condenado a 410 años de prisión, en marzo de 2016. Foto EDH/ Archivo

La tarde se tiñó de horror: al menos 17 personas murieron calcinadas, 15 quedaron heridas —muchas con quemaduras severas de tercer grado— y otras huyeron baleadas mientras intentaban escapar. Testimonios desgarradores narran el sacrificio de madres intentando salvar a sus hijos, solo para que los agresores les dispararan impunemente .

En septiembre de 2013, el pandillero Gustavo Ernesto López Huezo fue condenado a 66 años por ser el autor intelectual de la quema del microbús con 17 personas adentro. Foto EDH/ Archivo

Foto: Cortesía

El presidente de entonces, Mauricio Funes, calificó los hechos como “terrorismo puro” y subrayó la necesidad de reforzar la seguridad nacional. Las autoridades apresaron a ocho pandilleros, incluido el autor intelectual, y tras largos juicios fueron condenados a penas mayores de 66 a 400 años de cárcel.

Foto: Cortesía

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Foto: Cortesía

Este ataque no ocurrió en el vacío, sino dentro de un ciclo de violencia entre pandillas —Mara 18 y MS‑13— que marcó a El Salvador desde los años 90, cuando esos grupos se afianzaron tras la guerra civil y las deportaciones desde Estados Unidos.

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En los últimos 30 años, las pandillas han dejado una enorme huella de dolor: se estima que entre 1992 y 2022, El Salvador sufrió cientos de miles de asesinatos violentos, muchos directamente relacionados con estas estructuras criminales. La tasa de homicidios alcanzó un pico de más de 140 por cada 100 000 habitantes en 1995 y luego un segundo pico en 2015 con 105 por cada 100 000, sumando alrededor de 7 977 y 6 656 homicidios en esos años, respectivamente.

Foto: Cortesía

Desde 2019, bajo la gestión de Nayib Bukele con el Plan de Control Territorial y regímenes de excepción, las cifras de homicidios se desplomaron: de 52 por 100 000 en 2018 a menos de 8 en 2022, y un récord histórico de 114 homicidios totales en 2024 (1.9 por 100 000), el menor nivel desde los Acuerdos de Paz.

Sin embargo, el contraste entre la actualidad y aquel pasado atroz no debe ocultar que la violencia estructural persiste. La imposición de Estados de excepción ha implicado arrestos masivos (más de 78 000 sospechosos detenidos entre 2022 y 2024), y ha habido denuncias por derechos humanos . La derrota visible de las pandillas plantea ahora el desafío de una seguridad sostenible y respetuosa del Estado de Derecho.

Hoy, la conciencia social exige recordar el horror de Mejicanos no como un capítulo aislado, sino como una advertencia: sin inversión en educación, reconciliación comunitaria y oportunidades, la estructura delincuencial podría resurgir. El dolor de aquellas familias –en algunos casos apelando al perdón, en otros pidiendo justicia– vive en nuestra memoria colectiva .

A 15 años, las heridas siguen abiertas. Los rostros de los 17 muertos y de sus seres cercanos piden nuevas generaciones de salvadoreños que no se acostumbren a un ambiente de miedo. La esperanza radica en un país que vea la seguridad no solo como la ausencia de violencia, sino como la presencia de oportunidades para todos.

Que este aniversario renueve el compromiso: no solo con la memoria, sino con una sociedad que impida que hechos iguales o peores vuelvan a repetirse.

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Con vendajes y visiblemente herido, único sobreviviente del accidente de Air India carga el ataúd de su hermano en Gujarat

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Vishwash Kumar Ramesh, el único sobreviviente del trágico accidente aéreo de Air India que cobró la vida de más de 240 personas, fue captado por medios de comunicación en la India mientras cargaba el ataúd de su hermano menor durante el funeral realizado en Gujarat, al oeste del país.

Visiblemente herido y con vendajes en todo el cuerpo, Ramesh caminaba con dificultad, acompañado por familiares y amigos, en el último adiós a Ajay Ramesh, quien viajaba con él al momento del siniestro.

Según la información oficial, ambos hermanos, de nacionalidad británica, se encontraban en India visitando a su familia y regresaban a Londres cuando el Boeing 787 Dreamliner en el que viajaban se precipitó segundos después de despegar desde el aeropuerto de Ahmedabad. El avión impactó en una zona residencial de médicos, aumentando la magnitud del desastre.

Los hermanos estaban ubicados en los asientos 11A y 11J cuando ocurrió el accidente. Tras la caída, imágenes impactantes mostraron a Vishwash emergiendo de los escombros cubierto de sangre y con su tarjeta de embarque aún en la mano, convirtiéndose en símbolo de una tragedia que ha conmocionado al país. Las autoridades continúan investigando las causas del siniestro.

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Steve Jobs reveló el secreto de su éxito en siete palabras que pocos recuerdan

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El 12 de junio de 2005, Steve Jobs subió al escenario de la Universidad de Stanford y pronunció un discurso que, veinte años después, sigue inspirando a millones de personas en todo el mundo.

En el vigésimo aniversario de aquel momento, el Steve Jobs Archive ha publicado una versión remasterizada de la intervención, recordando la frase de siete palabras que, según el propio Jobs, encierra el secreto de su éxito: “Tienes que encontrar lo que te apasiona”.

Según informó INC, este mensaje, sencillo y directo, continúa siendo el núcleo de una de las alocuciones más influyentes de la historia de las graduaciones universitarias.

El Steve Jobs Archive, fundado por Laurene Powell Jobs en 2022, ha querido conmemorar el aniversario compartiendo no solo el video mejorado en alta definición, sino también documentos y testimonios que subrayan la vigencia del mensaje de Jobs. De acuerdo con el reporte de INC, la frase central del discurso resume la filosofía vital y profesional del cofundador de Apple, y ha sido objeto de análisis y reflexión durante dos décadas.

Un discurso estructurado en tres historias

El discurso de Steve Jobs en Stanford se distingue por su estructura clara y accesible. Desde el inicio, anunció a los graduados que compartiría “solo tres historias” de su vida, sin pretensiones ni grandes teorías. Esta organización permitió que el mensaje llegara de forma directa y memorable, facilitando que cada relato transmitiera una lección concreta.

Según detalló INC, Jobs abordó temas universales como el amor, la muerte, el miedo, la autenticidad y la esperanza. Cada historia personal sirvió para ilustrar un aspecto fundamental de su visión sobre el éxito y el sentido de la vida. La sencillez de la estructura contribuyó a que el discurso trascendiera el momento y se convirtiera en un referente para generaciones posteriores.

Conectar los puntos: el valor de la intuición y la retrospectiva
La primera historia que Jobs compartió con los graduados giró en torno a su experiencia universitaria. Narró cómo, tras seis meses en Reed College, decidió abandonar los estudios formales, aunque permaneció en el campus para asistir a clases que le interesaban, como caligrafía. Esta decisión, aparentemente arriesgada y poco convencional, resultó determinante años después, cuando el conocimiento adquirido sobre tipografía influyó en el diseño de los primeros ordenadores Macintosh.

Steve Jobs reveló cómo una
Steve Jobs reveló cómo una clase de caligrafía, tomada tras abandonar la universidad, terminó marcando el diseño tipográfico de los primeros ordenadores Macintosh
Jobs explicó que, en aquel momento, no podía prever cómo esas experiencias se conectarían en el futuro. “No puedes conectar los puntos mirando hacia delante. Solo puedes conectarlos mirando hacia atrás, por lo que tienes que confiar en que de alguna manera se conectarán en tu futuro”, afirmó ante la audiencia, según recogió INC.

La lección, según Jobs, es confiar en la intuición y en que las decisiones tomadas con el corazón encontrarán su sentido con el tiempo.

Amar lo que se hace: la resiliencia tras el fracaso
En su segundo relato, Jobs abordó uno de los episodios más difíciles de su vida profesional: su despido de Apple, la empresa que él mismo había fundado junto a Steve Wozniak.

Tras contratar a un director ejecutivo externo y experimentar diferencias irreconciliables sobre el rumbo de la compañía, Jobs se vio obligado a abandonar Apple a los 30 años, en un proceso que describió como un “fracaso muy público”.

A pesar del golpe, Jobs descubrió que seguía amando su trabajo. “Estoy convencido de que lo único que me mantuvo en pie fue que amaba lo que hacía”, confesó en su discurso. Esta pasión lo llevó a fundar nuevas empresas, como NeXT y Pixar, y a iniciar una etapa de gran creatividad personal y profesional. “Tienes que encontrar lo que amas, y esto es tan cierto para el trabajo como para las personas que amas”, sentenció, subrayando que la satisfacción y la excelencia solo se alcanzan cuando se trabaja en aquello que realmente apasiona.

El mensaje de Jobs, según la información publicada por INC, es claro: el amor por lo que se hace es el motor que permite superar los fracasos y reinventarse. La autenticidad y la perseverancia, más allá del éxito o el reconocimiento externo, constituyen la base de una vida plena y significativa.

La muerte como motor de autenticidad
La tercera historia relatada por Jobs abordó el tema de la muerte, a partir de su experiencia personal tras ser diagnosticado con cáncer de páncreas.

Los médicos le pronosticaron una esperanza de vida de entre tres y seis meses, aunque posteriormente se confirmó que padecía una variante tratable mediante cirugía. Esta vivencia, según Jobs, le permitió comprender la importancia de vivir cada día con autenticidad y sin miedo al juicio ajeno.

Steve Jobs conmovió a Stanford
Steve Jobs conmovió a Stanford al contar cómo su diagnóstico de cáncer lo llevó a vivir con autenticidad, sin miedo y valorando cada día como si fuera el último (Captura)
“Tu tiempo es limitado, así que no lo desperdicies viviendo la vida de otra persona”, advirtió Jobs a los graduados, según recogió INC. Para él, la conciencia de la mortalidad ayuda a tomar decisiones valientes y a priorizar lo verdaderamente importante, dejando de lado las expectativas externas y el temor al fracaso.

En ese sentido, Jobs animó a los jóvenes a escuchar su voz interior y a tener el coraje de seguir su intuición, convencido de que “todo lo demás es secundario”.

El impacto duradero y las voces del aniversario
A pesar de la trascendencia que hoy se atribuye al discurso, muchos de los asistentes originales no percibieron en el momento la magnitud de las palabras de Jobs.

Paola Fontein, graduada y co-presidenta de la clase de 2005, reconoció en una entrevista para el Steve Jobs Archive: “No creo que todos nos diéramos cuenta de lo importante que fue su discurso hasta que nos fuimos y lo encontramos, lo revisitamos y otros nos dijeron lo importante que era”.

Las circunstancias del día dificultaron que los presentes captaran plenamente el mensaje, pero la posibilidad de revisitar el discurso en años posteriores, gracias a plataformas como YouTube, permitió que su influencia se expandiera.

Leslie Berlin, directora ejecutiva fundadora del Steve Jobs Archive, destacó en declaraciones recogidas por INC: “Parte de su poder es que hay mucho en él. Y creo que lo que estás extrayendo era muy, muy real para Steve”.

Para Berlin, la autenticidad y la honestidad de Jobs son elementos clave que explican la vigencia y el impacto del discurso, capaz de ofrecer múltiples lecturas y enseñanzas a lo largo del tiempo.

El video remasterizado y la vigencia del mensaje

En el marco del vigésimo aniversario, el Steve Jobs Archive ha publicado una versión remasterizada en alta definición del discurso, acompañada de materiales y testimonios que enriquecen la comprensión del evento. Esta iniciativa busca acercar el mensaje de Jobs a nuevas generaciones y recordar la importancia de encontrar aquello que se ama, tanto en el trabajo como en la vida personal.

La información, publicada por INC, subraya que la frase “Tienes que encontrar lo que amas” no solo resume el secreto del éxito de Jobs, sino que constituye una invitación permanente a la autenticidad, la pasión y la búsqueda de sentido. El discurso, considerado por muchos como el más influyente de la historia de las graduaciones, sigue siendo un referente para quienes buscan inspiración en momentos de cambio o incertidumbre.

Como cierre de su intervención en Stanford, Steve Jobs recurrió a una cita del Whole Earth Catalog, una publicación emblemática de su juventud: “Mantente hambriento. Mantente insensato.”

Con estas palabras, deseó a los graduados el coraje de mantener la curiosidad y la audacia a lo largo de sus vidas, un mensaje que, veinte años después, conserva toda su fuerza y actualidad.

 

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