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La historia del “Monstruo de los Andes”: asesinó a 350 niñas

Considerado uno de los peores asesinos en serie de la historia a nivel internacional, Pedro Alonso López atemorizó entre los años 1969 y 1980 a Perú, Ecuador y Colombia. Lo llamaron el ‘Monstruo de los Andes’ por haber abusado, torturado y asesinado a cerca de 350 niñas indígenas de esos países.
Sin embargo, por todos sus crímenes solo fue condenado a 16 años de prisión en Ecuador, de los cuales cumplió 14. Posteriormente fue internado en un centro psiquiátrico por cuatro años en Colombia, donde lo declararon “sano” en 1998 y lo dejaron en libertad.
En 2002, la Interpol pidió su detención por sospecha de un reciente asesinato y desde entonces se encuentra desaparecido. Su madre, Benilda López Castañeda, a quien fue la última que vio por última vez, asegura que todavía está vivo.
Crímenes y modus operandi
El ‘Monstruo de los Andes’ confesó haber violado y asesinado a unas 350 niñas. Los investigadores calculan que en su mayor momento de criminalidad llegó a matar a tres víctimas por semana.
Nacido en el seno de una familia pobre en Colombia, López fue el séptimo de 13 hijos. Su padre falleció en medio de la guerra civil en 1948, mientras que su madre se dedicaba a la prostitución. Estuvo en prisión durante algunos años y gran parte de su vida se vio marcada por los abusos, las drogas y la criminalidad.
En 1971, cuando cumplió 23 años, Pedro Alonso viajó por Colombia, Ecuador y Perú. Encontró en niñas de entre 8 y 13 años a sus víctimas. En la ciudad de Ayacucho asesinó a aproximadamente 100 menores indígenas.
El modus operandi que empleaba era atraerlas con algún regalo y posteriormente abusar sexualmente de ellas mientras las estrangulaba. Según confesó a los investigadores, el ‘Monstruo de los Andes’ tenía como objetivo las niñas de poblaciones menos favorecidas debido a que era más fácil burlar a las autoridades y a sus padres.
“A menudo seguí a familias de turistas con el deseo de llevarme a sus hermosas hijas rubias. Pero nunca tuve la oportunidad. Sus padres vigilaban demasiado”, declaró en una oportunidad.
Su sangriento legado en Ayacucho culminó luego de que un grupo de pobladores lo siguieran y lo descubrieran a punto de llevarse a una menor. López fue atado y enterrado vivo como castigo. Sin embargo, una misionera estadounidense lo encontró y lo liberó con la promesa de entregarlo a las autoridades.
Ruta en Ecuador y Colombia
Según el documental plasmado en Biography Channel, López fue entregado en manos de las autoridades peruanas, pero pasó a ser deportado al país vecino Ecuador. Entre los años 1978 y 1980, el número de desapariciones de niñas en dicha nación y también en Colombia fue en aumento.
La Policía atribuyó este incremento a la trata de personas y la esclavitud sexual de la época. Sin embargo, tras una inundación en la municipalidad ecuatoriana de Ambato —que provocó la desaparición de cientos de personas— se descubrió los cadáveres enterrados de cuatro niñas que habían sido violadas y estranguladas.
La forma en cómo habían sido asesinadas correspondía al modus operandi del ‘Monstruo de los Andes’. Esto llevó a la Policía a sospechar nuevamente de Pedro Alonso López.
Días después de este suceso, el asesino en serie fue capturado cuando intentaba secuestrar a una menor de 12 años en un supermercado. Durante su detención en la comisaría, el padre Córdoba Gudino logró sacarle confesiones crudas sobre sus atroces actos.
“Me ha confesado actos tan horribles, bestiales y violentos que no podía seguir escuchándole”, declaró el padre, suscribe La Vanguardia.
Infancia cruda
Dentro de estas descripciones, Pedro López intentó justificar sus agresiones por la dura vida que llevó cuando niño. “Perdí mi inocencia a la edad de ocho años, así que decidí hacer lo mismo a tantas muchachas jóvenes como pudiera”, atribuyó.
Según el asesino confeso, Benilda, su madre, ejercía la prostitución en su propia casa, por lo que era inevitable no presenciar las escenas sexuales con sus clientes. Además, ella habría sido una mujer dominante y maltratadora, de acuerdo con versiones de sus vecinos.
No obstante, Pedro fue echado de su casa a los 8 años, cuando Benilda lo encontró intentado abusar de su hermana menor. Antes, cuenta él, le quemó los pies con una vela.
Las calles de Bogotá resultaron un infierno para él. Un hombre aparentemente caritativo se le acercó para brindarle hogar y alimento, pero terminó sodomisándolo más de una vez y abandonándolo.
Más adelante, Pedro encontró adicciones por las drogas hasta que fue adoptado por una pareja estadounidense. Todo parecía estar bien, pero nuevamente regresó a las calles a los 12 años, tras presuntamente escapar de un abuso sexual por parte de un profesor.
Los siguientes años de su vida, López los dedicó al robo y a delitos menores que lo llevaban constantemente a detenciones con la Policía. Ya de adulto se convirtió en un hábil ladrón de autos. Pese a ello fue a parar a la cárcel en 1969, cuando cumplió 21 años.
Placer de matar
Una vez en prisión, Pedro volvió a recordar los fantasmas del pasado. Unos reclusos lo sometieron y abusaron sexualmente de él. Sin embargo, esta vez no dejó el asunto en nada y buscó un cuchillo para degollarlos. Comenzaba en su vida una nueva etapa para su historia criminal.
Edwin Olaya, psicólogo y perfilador criminal, indica que los eventos de abuso, sumados a su posible psicopatía, habrían despertado en Pedro Alonso “una compulsión por el homicidio. La muerte se convirtió en el medio para satisfacer muchos de los deseos violentos que se remontan a su niñez”.
Cuando salió en libertad se mudó a Ayacucho, en Perú, e inició su vida como asesino serial de niñas. En entrevistas posteriores testificó que buscaba a menores “con los ojos más inocentes” y que siempre cometía sus delitos a la luz del día para poder observarlas.
“Su placer máximo era el momento en el que ponía sus manos sobre el cuello de la niña y veía como poco a poco se iba apagando”, relata Olaya.
Los expertos en psicología forense explican que el perfil del ‘Monstruo de los Andes’ es el de un sociópata. No muestra remordimiento por su actos y carece de empatía.
Asimismo, señalan que está marcado fuertemente por sus experiencias vividas de niño y se encuentra en una constante persecución por destruir al otro como método para auto conservarse. También refleja una marcada repulsión hacia las mujeres y el deseo de violentarlas, lo cual lo ha llevado a crear un “mundo feliz a través de la fantasía por medio del placer sexual obtenido a través del maltrato”.
Con paradero desconocido
Una vez que Pedro Alonso López fue capturado en Ambato, en 1980, se le condenó por 16 años, la pena máxima en Ecuador en ese entonces. Solo cumplió 14 del total y fue liberado pese a las protestas que hubo.
El asesino fue deportado después a su país de origen, Colombia, donde se le declaró inimputable por sus actos. Ahí fue internado en un centro de psiquiatría por cuatro años. Salió bajo fianza en 1998, con la obligación de seguir un tratamiento psicológico y presentarse ante la justicia una vez al mes.
No obstante, esto jamás ocurrió. Ese mismo año, el ‘Monstruo de los Andes’ desapareció para siempre no sin antes visitar a su madre Benilda y robarle dinero.
En 2002, la Interpol emitió una orden de captura contra López debido al asesinato de una menor con técnicas empleadas similares al modus operandi del asesino. Al día de hoy se desconoce si sigue o no con vida.
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Prisión para madre e hija que matan a un perro asegurando que estaba poseído

Sincelejo, Sucre. – Dos mujeres, madre e hija, fueron enviadas a prisión luego de quitarle la vida a un perro pastor alemán llamado Rommy, bajo el argumento de que el animal estaba “poseído por un mal espíritu”.
El hecho ocurrió en el municipio de Sincelejo, donde vecinos alertaron sobre gritos relacionados con un supuesto intento de “liberar” al perro de un espíritu maligno. Al llegar la Policía, el canino ya había sido asesinado e incinerado.
Teresita Alcocer y Arlin Cuello Alcocer fueron capturadas y presentadas ante la Fiscalía, donde se legalizó la detención y se les imputaron cargos por maltrato animal con circunstancias de muerte agravada. Debido a su comportamiento durante las audiencias, ambas fueron remitidas a una evaluación psiquiátrica.
El caso ha generado indignación entre los ciudadanos, quienes exigen que las responsables permanezcan tras las rejas y no sean liberadas como en situaciones similares anteriores.
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Agente y migrante resultan heridos durante operación policial en Los Ángeles
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Perú declara estado de emergencia en Lima y Callao por aumento de la violencia

Perú. – El presidente interino José Jerí decretó estado de emergencia en la ciudad de Lima y la provincia del Callao por un periodo de 30 días, en respuesta al incremento sostenido de la violencia y la delincuencia organizada que afecta al país. La medida entró en vigor a partir de la medianoche del 22 de octubre.
El decreto permite la intervención conjunta de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para garantizar el orden público, así como la suspensión del derecho al libre tránsito y reunión en determinadas zonas. También autoriza la realización de operativos e inspecciones en barrios con alta incidencia delictiva.
La decisión del Ejecutivo se produce en un contexto de tensión social y política, marcado por protestas y una creciente percepción de inseguridad entre la población. Según encuestas recientes, la delincuencia es considerada el principal problema nacional por la mayoría de los peruanos.
El Gobierno anunció que la medida será evaluada al finalizar los 30 días para determinar si se mantiene o se extiende a otras regiones del país.