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Iglesia El Calvario, con un valor histórico y tradicional

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La iglesia El Calvario fue diseñada y construida entre 1925 y 1950, por el arquitecto e ingeniero Augusto Baratta. Está ubicada en la 6.a calle poniente y pasaje José Simeón Cañas de San Salvador.

Aunque la edificación es del siglo XX, la historia de la iglesia El Calvario se remonta a 1660, cuando el presbítero Antonio de Vega solicitó al obispo de Guatemala, Payo de Rivera, la erección de un templo en honor al Señor del Calvario.

La arquitectura del templo quedará visible en unos días, gracias al plan de reordenamiento del centro histórico capitalino que impulsa la municipalidad de San Salvador.

Según la Ficha de Inventario de Inmuebles con Valor Cultural, “la iglesia El Calvario es uno de los sitios urbanos que posee gran valor histórico y está vinculado con una de las tradiciones religiosas más importantes de la ciudad de San Salvador”.

Uno de los objetivos de su edificación fue la celebración del viacrucis de la Cuaresma, que en un principio se realizaba desde la iglesia parroquial —hoy, iglesia El Rosario— hasta El Calvario y que posteriormente, al ser construida la iglesia de San Esteban, cambió su ruta a la “Calle de la Amargura”, nombre de la vía que sirve de nexo entre las dos iglesias. La tradición perdura hasta nuestros días.

“El interior de la iglesia El Calvario resguarda un conjunto de relieves escultóricos de mármol italiano que representa el viacrucris, hermosa imaginería y vitrales proyectados para incidir en las tonalidades de la luz”, detalló el investigador y artista plástico Danilo Villalta.

La planta arquitectónica de El Calvario obedece al esquema de cruz latina, con crucero cubierto por una cúpula de tambor octogonal y coronado por una cruz. Su fachada principal está enmarcada por dos torres trepanadas por ventanales en el exterior e interior.

“Tanto en su exterior como en su interior, los elementos estructurales y decorativos nos recuerdan el estilo gótico y para algunos es un ejemplo del neogótico en el país”, indica la ficha elaborada por la Dirección de Registro de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura.

Aunque no posee declaratoria de Monumento Nacional, la del Centro Histórico de la Ciudad de San Salvador como Bien Cultural incluye al templo de El Calvario.

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Analizando el flagelo del analfabetismo funcional

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“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”

Alvin Toffler

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar en torno a un fenómeno que, aunque es menos visible que el analfabetismo absoluto, tiene profundas consecuencias para los individuos y la sociedad. El analfabetismo funcional podría definirse por la capacidad de saber leer y escribir, sin poder comprender o interpretar adecuadamente lo que se lee y se escribe. Pues bien, en un mundo donde la información y el conocimiento están, supuestamente, al alcance de la mano de cualquiera, esta incapacidad para procesar y reflexionar sobre los textos podría convertir el juicio de los ciudadanos en algo endeble, susceptible de manipulación. En ese sentido, José Saramago, reconocido escritor, Premio Nobel de Literatura, abordó este problema en la sociedad moderna, destacando cómo el simple hecho de saber leer no significa tener una comprensión profunda. Para Saramago, esta falta de comprensión se convierte en un obstáculo para el desarrollo de la democracia puesto que afecta directamente a una ciudadanía, cada vez más inactiva e inconsciente del panorama político en el que está inmersa. En sus propias palabras, aludió a la existencia de “analfabetos que saben leer”, un término que resuena hoy más que nunca en un contexto mundial donde la manipulación informativa y la desinformación intencional están a la orden del día moldeando conciencias cada vez más abúlicas. Pues bien amigos, lo que hoy queremos intentar junto a ustedes es explorar el problema precitado, no sólo desde una perspectiva analítica y educativa, sino también como un obstáculo para el desarrollo de una sociedad políticamente consciente y capaz de ejercer una democracia real.

Para que podamos comprender la magnitud del analfabetismo funcional, es esencial que revisemos algunas estadísticas recientes: a nivel global, el problema afecta a millones de personas, y aunque los números varían por país y región, los datos son alarmantes. De acuerdo con la UNESCO, cerca de 773 millones de adultos en el mundo, todavía carecen de habilidades básicas de lectura y escritura, y mucho más son considerados analfabetos funcionales, es decir, pueden seguir la lectura en textos simples, pero no comprenden plenamente el sentido de los mismos. En Hispanoamérica, los datos también son preocupantes: según el informe de la “Encuesta Nacional de Lectura y Escritura”, elaborado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), un alto porcentaje de los estudiantes de Nivel Secundario no es capaz de comprender textos de nivel de dificultad “medio”. De igual manera, el estudio PISA (Programme for International Student Assessment) del año 2018 reveló que más del 50% de los estudiantes de 15 años de edad en los países hispanoamericanos evaluados tienen dificultades significativas para comprender textos complejos, un indicador de analfabetismo funcional a nivel estudiantil que con frecuencia se traslada a la vida adulta. Además, algunos datos del Banco Mundial sugieren que este tipo de analfabetismo repercute en múltiples aspectos del desarrollo social y económico, puesto que las personas que no comprenden completamente lo que leen tienden a tener menos acceso a oportunidades de empleo, como también un menos compromiso cívico y social, y una mayor vulnerabilidad a la manipulación mediática. Estas cifras y conclusiones subrayan que el analfabetismo funcional no es solamente un problema individual, sino un desafío colectivo que afecta la capacidad de los ciudadanos para participar activa y coherentemente en la sociedad y en la toma de decisiones.

A la luz de lo precedentemente expresado, es preciso que analicemos las consecuencias sociales y políticas del analfabetismo funcional porque tiene un profundo impacto en la vida social y en la política de cualquier comunidad. Como bien señalaba José Saramago, cuando las personas no pueden comprender el contenido de lo que están leyendo, se vuelven susceptibles a la manipulación y al engaño. Esto es especialmente preocupante en el ámbito político, ya que un pueblo que no comprende cabalmente lo que lee carece de la capacidad de tomar decisiones informadas, de evaluar críticamente a sus líderes y de comprender las complejidades de los asuntos públicos que los afectan.

“Nosotros hemos creado una especie de analfabetismo de vuelta. Hoy tenemos personas que saben leer pero no entienden lo que leen. Ese es un analfabetismo peligroso, porque tienen la ilusión de saber, cuando en realidad no saben nada.” Saramago, J. (2007). Entrevista con Jesús Quintero en «El Loco de la Colina». RTVE.

En este sentido, el filósofo y pedagogo brasilero Paulo Freire en su obra “Pedagogía del oprimido”, analizó cómo la falta de educación crítica y reflexiva perpetúa sistemas de opresión vigentes, es decir, que si una persona que no ha desarrollado la capacidad de interpretar y cuestionar los textos que lee está en desventaja para comprender la realidad política y social en la que vive. La educación, según él, debe ser un acto de libertad, y sólo mediante una alfabetización crítica es posible que los ciudadanos se empoderen para transformar su entorno y ejercer sus derechos cívicos. En otras palabras, queridos lectores, lo ideal sería que los cambios, las transformaciones e incluso las revoluciones las lleven a cabo personas que no sean idiotas.

“La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra. En ese sentido, el analfabetismo funcional se convierte en una herramienta de opresión; las personas que no pueden interpretar lo que leen son fácilmente manipulables.”
Freire, P. (1970). “Pedagogía del oprimido”. Siglo XXI Editores.

Por su parte, Hannah Arendt reflexionó sobre la importancia de una ciudadanía informada y educada en el marco de su análisis del totalitarismo. Para ella, la ignorancia y la incapacidad de comprensión hacen que los individuos sean más vulnerables a los regímenes totalitarios y opresivos. Un pueblo que no entiende los fundamentos de sus propios derechos y obligaciones es menos probable que los defienda activamente o que reclame ante alguna irregularidad. Así, el analfabetismo funcional representa un obstáculo para la democracia, ya que limita la capacidad de las personas para poder tomar decisiones correctas, participar activamente en el debate público sin agredir y cuestionar a las autoridades cuando éstas no estén cumpliendo con sus obligaciones correspondientes.

La verdadera impotencia radica en la ignorancia, en la imposibilidad de pensar críticamente. En sociedades sin educación cívica, las personas no ven ni entienden los signos de su opresión.”
Arendt, H. (1951). “Los orígenes del totalitarismo”

También, la filósofa Martha Nussbaum ha destacado la importancia que tiene la educación para el desarrollo de una ciudadanía empática y responsable. En su libro “Sin fines de lucro: por qué la democracia necesita de las humanidades”, Nussbaum sostiene que una educación orientada exclusivamente a la adquisición de habilidades técnicas, sin promover el pensamiento crítico y la comprensión de textos complejos, genera individuos que pueden ser altamente especializados, pero carentes de una verdadera conciencia cívica. Asimismo, argumenta que se debe permitir a las personas desarrollar la empatía y el razonamiento crítico, herramientas fundamentales para la vida en democracia y para evitar el aislamiento intelectual y emocional.

“Una democracia que no fomenta en sus ciudadanos la capacidad de pensar críticamente y de comprender lo que leen, está destinada a fracasar. La educación en humanidades es, por tanto, una condición necesaria para una ciudadanía informada.”
Nussbaum, M. C. (2010). “Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades”

Hasta aquí, creo que ha quedado claro cuál es el problema. Ahora bien, es necesario que nos preguntemos ¿cómo fue que llegamos hasta aquí? Hasta donde yo sé, los analfabetos funcionales no nacieron con esa “incapacidad”, sino que fue fruto de una decadencia política, cultural, educativa y moral que progresivamente fue licuando, poco a poco, nuestra capacidad de pensar. El crecimiento del analfabetismo funcional en las últimas décadas puede atribuirse a diversos factores y, aunque existen múltiples hipótesis, algunas de las causas más destacadas incluyen, en primer lugar, las desigualdades en el acceso a una educación de calidad, puesto que en muchos países, especialmente en comunidades de bajos recursos, el sistema educativo enfrenta problemas como la falta de financiamiento, infraestructura deficiente y escasez de docentes capacitados: todo esto, da lugar a una enseñanza que se centra en aprender mecánicamente a leer y escribir, sin fomentar ningún desarrollo de habilidades críticas y de comprensión profunda.

En segundo lugar, los enfoques educativos decadentes y totalmente desactualizados que revelan métodos de enseñanza centrados en la memorización de datos, dejando de lado la interpretación de los mismos. A esto se refería Freire cuando hablaba de la “educación bancaria”, en la cual los estudiantes son tratados como recipientes vacíos y pasivos: este modelo no permite que los chicos interactúen con el contenido, lo que lleva a una comprensión banal y superficial, dificultando su capacidad para analizar textos complejos o desarrollar opiniones informadas y bien argumentadas.

En tercer lugar, tenemos que volver a destacar la influencia de los medios de comunicación y la cultura digital, en los que el consumo masivo de información fragmentada de dudosa procedencia proyectada con rapidez ha modificado radicalmente la manera en que las personas interactuamos con el conocimiento mismo. Los seres humanos ahora tienden a leer titulares y a consumir información ya masticada y simplificada, lo cual contribuye a la superficialidad en la comprensión y a la reducción de la capacidad de análisis: este cambio de hábitos lectivos y cognitivos afecta la profundidad de la lectura y contribuye al crecimiento del analfabetismo funcional porque busca la inmediatez de la imagen antes que la comprensión cabal de cualquier problema digno de solución.

En cuarto lugar, tenemos que mencionar al nefasto desinterés y la falta de estímulos en pos de aprender desde la infancia. Cuando los niños no tienen acceso a libros o a espacios de discusión que fomenten la interpretación y el análisis, es más probable que crezcan con escasas habilidades de comprensión: es tan triste saber que la gran mayoría de los hogares cuentan con más dispositivos móviles que libros. En línea con ello, los sistemas educativos en los que se descuida la literatura y las humanidades, tal como señaló Nussbaum, limitan el desarrollo integral y crítico de los estudiantes, convirtiendo a la educación en un simple medio de transmisión de habilidades básicas, pero no de construcción de ciudadanos pensantes.

En quinto y último lugar, también tenemos que considerar el impacto de la globalización y la cultura del consumismo, que ha promovido una mentalidad utilitaria de la educación, priorizando las habilidades técnicas por sobre las humanísticas: este enfoque nos ha llevado a la minimización de materias como filosofía y literatura en espacios curriculares, promoviendo una formación orientada a la productividad técnica en lugar de la comprensión. Esta tendencia, además de limitar severamente la capacidad crítica, ha reforzado el analfabetismo funcional al reducir la enseñanza a lo estrictamente pragmático, excluyendo temas que podrían inspirar una comprensión más profunda y compleja de la sociedad.

Las causas precedentemente enunciadas, no sólo contribuyen al analfabetismo funcional, sino que también dejan en evidencia una crisis de valores y objetivos que los sistemas educativos actuales han decidido abandonar sin tapujos. En lugar de formar ciudadanos comprometidos y pensantes, muchos de estos sistemas producen individuos con habilidades precarias de lectura, pero sin la capacidad de cuestionar ni de participar enérgicamente en la sociedad en la que viven. Este contexto patético nos lleva a cuestionar qué tipo de educación es la que queremos para las futuras generaciones, y a intentar pensar sobre las reformas necesarias para revertir esta preocupante tendencia que no ha hecho otra cosa que generar zombies con titulaciones.

Dicho esto, queda claro que combatir el analfabetismo funcional es, en última instancia, una tarea de empoderamiento y emancipación, ya que al proporcionar herramientas que permitan a los individuos interpretar el mundo que los rodea, no solo mejoramos sus oportunidades personales, sino que fortalecemos el tejido social y fomentamos una cultura democrática más sólida y consciente. Lejos de hacernos los indignados para la foto, es hora de reconocer el papel fundamental de una educación que enseñe a pensar de verdad, no a repetir como loritos contenidos que en breve se olvidan, puesto que eso exige el desarrollo de una ciudadanía libre, empática y capaz de hacerse cargo de la realidad que construye a diario y que merece ser radicalmente transformada para abandonar el actual paradigma de la reproducción sistemática de esclavos funcionales.

Lisandro Prieto Femenía
Docente – Escritor – Filósofo
San Juan – Argentina

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El Cambio Cultural en El Salvador

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Oscar Martínez Peñate

El cambio cultural en El Salvador inició en el año 2019 con el ascenso al poder político de Nayib Bukele, en donde la corrupción dejó de ser política de Estado y eje transversal de la institucionalidad estatal, fue a partir de ese momento, que la pirámide de poder se colocó de abajo hacia arriba, es decir, los poderes fácticos nacionales y extranjeros eran los que realmente estaban situados en la cúpula y “gobernaban” el país, fueron inmediatamente colocados en la parte inferior, y los de abajo fueron colocados arriba que es la inmensa mayoría de la ciudadanía.

La antigua cúpula de poder que prevaleció en los gobiernos de ARENA y el FMLN se les terminó la impunidad y privilegios, de tal manera, que ahora unos están prófugos de la justicia salvadoreña, otros están encarcelados y algunos se les sigue proceso judicial y su brazo armado constituido por las maras o pandillas el 95 por ciento está en prisión en el Centro de Confinamiento del Terrorismo -CECOT-.

Algunos de los elementos del cambio cultural son, por ejemplo, el que viola la ley no importa su extracción social, ingreso económico, militancia política o nacionalidad no tiene impunidad; todas las instituciones del Estado están en función del ciudadano sin ningún tipo de distinción o discriminación; tolerancia vial; pacificación de la sociedad; certeza y seguridad jurídica; seguridad ciudadana.

Estos indicadores, entre otros, han contribuido a crear un ambiente de resucitación de la vida social; la recomposición del tejido social; la normalización de las relaciones interpersonales con los vecinos, familiares y amigos; conocer y reconocer su propio vecindario, comunidad y población de la misma área geográfica; recuperar la libertad de circulación, expresión y derecho a la vida; disfrutar de los servicios básicos de salud, agua, educación, alumbrado vial.

El Salvador parecía el país fantasma antes del 2019, a las 9:00 de la noche, los ciudadanos se encontraban guarecidos en sus casas y aún ahí tenían miedo de ser víctimas de la situación prevaleciente de terror, incluso, durante el día a la población le daba miedo caminar hacia la parada de buses, ir a la tienda, al trabajo, a estudiar, a la iglesia o a la capilla. El ciudadano salvadoreño estuvo de rehén por los 12 años que duró el conflicto armado y los 30 años del accionar de las maras o pandillas.

El ciudadano salvadoreño ahora camina y pasea con la mayor tranquilidad de hemisferio occidental, hoy sí El Salvador tiene actividad normal, actualmente el país por fin tiene vida nocturna, aunque parezca increíble es tan intensa como la diurna, los restaurantes y discotecas desbordan, los parques colmados de personas que disfrutan la nocturnidad en un ambiente familiar de paz y seguridad, ya no digamos el centro histórico de la capital y de las principales cabeceras departamentales.

El Salvador ha resurgido de los escombros convertidos en cenizas más vigoroso, energético y con mayor fuerza para erigirse como un paradigma.

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Debemos Superar la Cultura del Más Vivo

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Tipología del más vivo

  • Es una persona temerosa que no hace algo por ayudar a alguien que está en peligro, mejor sale huyendo.
  • Es vengativo, envidioso y tratará de hacer daño a toda aquella persona honesta, decente y trabajadora.
  • Es mediocre, pero aparenta tener excelencia, mediante argucias y falacias; se cree “San Bergón” o “Mrs. Cachimbón”, lo que significa que piensa saber y poder hacerlo todo.
  • En el trabajo o en el estudio es perezoso y sus tareas las cumple a medias el último día del plazo, y las realiza nada más para salir del compromiso, sin hacer un mínimo esfuerzo, para lo cual recurre a la piratería o al plagio, al presentar el trabajo de otra persona como suyo.
  • Practica el raterismo en los lugares donde trabaja al robar las grapas, cintas adhesivas, bolígrafos, papel, borradores, reglas, etc.
  • Está pendiente de hacer la “movida”, es decir, de efectuar corrupción en su lugar de trabajo, a escondidas de sus jefes y compañeros de labores; trata de estar bien “conectado” con personas influyentes para tener “cuello” (léase privilegios).
  • Fuera del trabajo está pendiente de adquirir las “cachadas”, objetos robados o de dudosa procedencia.
  • A la entrada del trabajo siempre llega después de la hora estipulada; sin embargo, a la hora de salir es puntual, es el primero en buscar la puerta de salida.
  • La impuntualidad es reconocida internacionalmente como la “hora salvadoreña”.
  • Como estudiante no le interesa aprender sino pasar el grado o el ciclo y obtener el certificado o título; sabe que el trabajo no lo conseguirá por sus capacidades intelectuales o académicas sino por el tráfico de influencias.
  • La peor ofensa que se le puede decir a un estudiante es que lea un libro, y su deporte favorito es copiar en los exámenes.
  • Busca las universidades más bajeras, porque sabe que ciclo pagado es ciclo aprobado; por tal razón, esas universidades “son un éxito” y se han hecho grandes instituciones y siguen en crecimiento.
  • Cuando por fin tienen el título, cambian de nombre para pasar a llamarse Licenciado o Doctor, y se enojan cuando no los llaman por el título comprado.
  • Es consumista compulsivo, no le importa no comer ni curarse de alguna enfermedad, por el afán de impresionar a sus familiares, amigos y vecinos.
  • Por lo general “no piensa”, sino que se deja llevar por la publicidad, propaganda y el marketing.
  • Tiene hijos a temprana edad, no importa si los pueden mantener o tener asegurado su futuro; algunas de estas uniones informales familiares terminan en fracaso; y continúan la procreación de hijos con otras mujeres que al final dejarán también abandonados; y en el caso de las mujeres y que quedan como madres solteras estas tendrán hijos de otros hombres totalmente irresponsables. que no se harán cargo de ellos ni de ellas.
  • A los hijos los “educan” a golpes y a gritos.
  • Los hijos son haraganes, malcriados y desobedientes con sus padres; pero hacen creer ante los demás que son exactamente lo contrario.
  • Como esposo no muestra cariño ni es caballeroso con su esposa porque esa conducta va en contra de su machismo; cree que las caricias y lo romántico son nada más para la etapa del noviazgo; es egocentrista, pues cree que él es el más importante de la familia, amén de ser mandón y controlador. No obstante, con los amigos es cariñoso, amable y servicial, y cuando está ebrio los abraza y hasta los besa.
  • En la casa no colabora con los trabajos domésticos, porque si lo hace se puede convertir en maricón.
  • Es tan macho que le da golpes o maltrata sicológicamente a la esposa.
  • Lo más importante es el fútbol de España, aunque no conozca este país europeo y ni siquiera sabe ubicarlo geográficamente; se convierte en gran crítico futbolístico; mientras el fútbol nacional da lástima y pena.
  • Es malhablado, no puede articular una oración sin mencionar palabras soeces y expresiones vulgares, en la conversación grita y gesticula con la cara y las manos.
  • Cuando va a una cafetería o restaurante no se lava las manos para comer, no usa el cuchillo y en su lugar ocupa la tortilla, pan o la mano; de igual forma, cuando va al baño a hacer sus necesidades fisiológicas no se lava las manos.
  • Escupe, orina y defeca en cualquier lugar.
  • Es curioso por naturaleza, está donde no lo llaman y se encuentra pendiente de lo que no le importa.

La conducta del más vivo se rige por antivalores, antipatriotismo y antinacionalismo; son los individuos producto del histórico y estructural bajísimo nivel académico del sistema educativo nacional, empeorado por el neoliberalismo y la globalización instaurado por el partido ARENA y administrado por el FMLN; pero fundamentalmente por el sistema político corrupto de ambos partidos políticos tradicionales que transitaron de la dictadura al autoritarismo y por el modelo económico injusto que prevaleció.

Ver Cultura del Guanaco o Posmodernismo

Óscar Martínez Peñate – Politólogo y escritor

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