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ENTREGA ESPECIAL

Guatemalteco relata trato de EEUU a deportados en medio de COVID-19: «Ni jabón nos llevaron»

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Por Luis Brito y Haroldo Martínez

El ciudadano guatemalteco Marvin Canahuí ha vivido la pandemia de COVID-19 cautivo, primero en un colmado centro de detención para migrantes en Estados Unidos y después en su propio hogar en Guatemala tras su deportación.

El guatemalteco, de 38 años, es uno de los miles de migrantes que el gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, ha deportado a América Latina en medio de la pandemia, a pesar de que numerosos centros de custodia del servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, siglas en inglés) de Estados Unidos han tenido brotes o cuando menos algún contagio.

«Ni jabón de manos para desinfectarse ni desinfectante nos llevaron nunca», dijo a Xinhua Marvin, en su casa en la aldea Santa Isabel, ubicada en una tropical zona del noreste guatemalteco, donde no había regresado desde hace 17 años que migró a Estados Unidos para trabajar.

Contó que en un centro del ICE se enteró por la televisión que la pandemia golpeaba al mundo, porque desde el 3 de enero de este año estuvo encerrado en distintas instalaciones, tras su arrestó en un autobús por ser indocumentado en el estado de Texas, en el sur de Estados Unidos.

Cuando el brote del virus aceleraba en Estados Unidos, el país más afectado por la pandemia a nivel global, Marvin estaba en un centro de detención en el estado estadounidense de Louisiana (sureste).

Dijo que él nunca observó que ahí se aplicaran medidas sanitarias básicas como distanciamiento o limpieza, salvo en las áreas de teléfonos o en el comedor.

Dormitorio, regaderas y baños los compartía con alrededor de 200 guatemaltecos, salvadoreños, hondureños y nicaragüenses, algunos durmiendo en el piso sobre colchonetas, porque las literas estaban ocupadas por el constante ingreso de nuevos detenidos, según relató.

«Estaba repleto de gente, lleno totalmente, no cabía mas gente (…) llevaban y llevaban prisioneros, ahí estábamos totalmente apretados», describió.

Según el ICE, el centro correccional de Catahoula, Louisiana, donde Marvin dijo que pasó en abril las últimas semanas de su custodia, sumaba a la fecha 39 detenidos contagiados del virus, aunque cuando él preguntó a los oficiales le respondieron que no había ningún caso.

Antes de su deportación al país centroamericano, personal del centro le metió una paleta plástica a la boca que después guardó, sin explicarle si se trataba de una prueba para COVID-19, ni notificarle algún resultado.

Marvin describió su arresto, ocurrido cuando regresaba al estado de Carolina del Sur, tras pasar Navidad con un hermano en California, así como su detención por más de tres meses en centros de Texas, Nuevo México y Louisiana, como una experiencia humillante que lo hizo sentirse como basura.

Desde 2003, cuando cruzó la frontera de México con Estados Unidos por el estado de Arizona, el guatemalteco trabajó en la remodelación de casas en California, Nueva York, Massachussets y Carolina del Sur sin involucrarse en problemas, pero luego de su detención lo trasladaban esposado de pies y manos como un criminal.

A mediados de abril, le entregaron la ropa que vestía cuando fue arrestado, por lo que Marvin se alegró de que sería deportado a su país de origen, ya que anhelaba libertad debido a su encierro y al trato en algunos casos notoriamente racista de oficiales, según dijo.

Cuando el vuelo del ICE aterrizó en el aeropuerto de la ciudad de Guatemala procedente de Estados Unidos, el 14 de abril pasado, Marvin y los otros deportados fueron confinados en un albergue cercano a la terminal, donde permaneció dos semanas.

Para esas fechas, varias decenas de deportados habían dado positivo al nuevo coronavirus, por lo que el gobierno de Guatemala lidiaba con Washington para que examinara a los repatriados antes de subirlos a los aviones y después suspendió temporalmente los vuelos.

Guatemala, cuyo gobierno ha señalado que posé un débil sistema de salud frente al COVID-19, registraba hasta el momento más de 1.300 casos con 29 decesos, en que según datos recogidos por la prensa local, 102 contagios correspondían a deportados por Estados Unidos.

En Colombia, Haití, Jamaica y México también se han reportado deportados contagiados, por lo que Médicos Sin Fronteras pidió a Estados Unidos el pasado 4 mayo suspender las devoluciones, al advertir que podrían exacerbar la crisis en países de la región con sistemas de salud frágiles.

Previamente, el director de la organización médico humanitaria para México y Centroamérica, Loïc Jaeger, calificó de «política criminal» que en medio de la pandemia se realizaran deportaciones sin revisión previa.

El Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR, siglas en inglés), con sede en Washington, concluyó igualmente en un análisis, que el gobierno de Trump exportaba el coronavirus a la región con los vuelos del ICE y las deportaciones terrestres a México desde centros con brotes.

De acuerdo con cifras del ICE, sumaban 943 detenidos contagiados en 45 centros y se habían realizado un total de 1.788 pruebas, pese a que la población en todas las instalaciones era de 29.675 personas a finales de abril anterior.

Marvin pudo dejar el albergue, tras dos semanas en que dio negativo a igual número de pruebas a COVID-19 aplicadas por autoridades guatemaltecas, aunque le ordenaron seguir 14 días en cuarentena en su casa en Santa Isabel, en el departamento de Petén, cerca de la frontera con Belice.

Cuando llegó al hogar donde se crío, a siete horas en automóvil de la capital guatemalteca, su madre, Mónica, una mujer de 78 años casi ciega por diabetes, lo abrazó y lloraron juntos, ya que habían pasado 17 años de no verse.

Pero vecinos de la pequeña comunidad, que vive del ganado y del cultivo de frutas tropicales, temían verlo en la calle, incluso, hasta un amigo de su infancia le negó un abrazo, pese a que Marvin le aseguró que estaba sano.

El municipio de San Luis, donde está Santa Isabel, registraba solamente el contagio de un policía que contrajo el virus en otra localidad, pero la población está temerosa y le asusta la llegada de personas, según explicó a Xinhua la directora del centro de salud local, Elvia Watters.

«Espero que no tengamos que llegar a la situación de otros países, porque no sé como nos iría si eso sucede», expresó la médica.

Después de 130 días encerrado desde su arresto, Marvin pudo caminar por el poblado que prácticamente redescubrió tras dejarlo de joven, lejos de las bulliciosas ciudades estadounidenses donde remodelaba y pintaba casas.

Dijo que aunque está libre de COVID-19, entiende el riesgo de que otros deportados puedan causar contagios en pequeñas comunidades como la suya, porque vivió las condiciones de los centros del ICE, pese a que esa agencia asegure tomar medidas.

Para Marvin, el comportamiento del gobierno de Trump con las riesgosas deportaciones durante la pandemia es una «maldad», por lo que dirigió un mensaje al presidente estadounidense: «Arrepiéntase, Trump, arrepiéntase».

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Alerta por estafas cibernéticas en El Salvador

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En El Salvador, las estafas cibernéticas continúan siendo una amenaza para los usuarios de servicios financieros digitales. “Juan” (nombre ficticio) casi se convierte en víctima de un fraude que buscaba apropiarse de $1,000.

El delincuente, identificado en las capturas como Ernesto Raimundo, solicitó a Juan enviar fotografías de ambos lados de su tarjeta bancaria bajo el pretexto de realizar un “pago urgente”. Gracias a la rápida reacción de la víctima y a la confirmación directa con un amigo involucrado, se comprobó que todo se trataba de un engaño.

La víctima indicó que el estafador insistía en que el depósito se realizara a una cuenta de ahorro del Banco Agrícola, lo que representa una pista clave que las autoridades podrían investigar para dar con el paradero del o los responsables.

Te anexo la evidencia de este caso, en el que hemos usado el nombre “Juan” como referencia ficticia para proteger la identidad de la víctima.

Los especialistas en seguridad digital advierten que este tipo de fraudes suelen usar tácticas de presión y urgencia para que las víctimas actúen sin pensar. Recomiendan nunca compartir información sensible como contraseñas o imágenes de tarjetas, verificar siempre la identidad de quien solicita dinero y desconfiar de solicitudes urgentes.

Asimismo, se exhorta a los usuarios que sean víctimas o testigos de fraudes cibernéticos a denunciar de inmediato ante la Policía Nacional Civil (PNC) y a su entidad bancaria para proteger sus fondos y facilitar la captura de los responsables.

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La prevención y la denuncia son herramientas clave para combatir este creciente delito.

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Con 90 años, Don Gabriel se mantiene activo y vendiendo plátanos para ganarse la vida

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A sus 90 años, Don Gabriel Aguilar mantiene su espíritu trabajador y cada día se ubica a la orilla de la carretera Panamericana, en San Vicente, para vender plátanos y así obtener el sustento para su alimentación.

“Hay días que se vende y días que no, pero nunca vivo desanimado. Mantengo la fe de que siempre logramos vender un poco para ir pasándola”, comentó con optimismo.

Quienes lo conocen lo describen como un hombre amable y alegre. Si desea apoyarlo, puede encontrarlo en su punto de venta a la orilla de la carretera Panamericana, en San Vicente.

 

 

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Se cumplen 24 años del ataque a las Torres Gemelas

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Este jueves, la ciudad de Nueva York conmemora el 24° aniversario del ataque a las Torres Gemelas, ocurrido el 11 de septiembre de 2001, que dejó casi 3.000 personas fallecidas y marcó un antes y un después en la historia de Estados Unidos.

Durante la ceremonia anual, se rinde homenaje a las víctimas de los atentados en las Torres Gemelas, el Pentágono y Pensilvania, así como a quienes han muerto en los últimos años a causa de enfermedades respiratorias y cáncer derivadas de la inhalación de polvo en las zonas afectadas.

Elizabeth Hillman, directora y presidenta ejecutiva del Museo Memorial del 11S, señaló que “desde el 11S han fallecido muchas más personas por los efectos sobre su salud que las que murieron ese mismo día”. Entre ellas, más de 400 bomberos que participaron en labores de rescate han perdido la vida, superando a los 343 fallecidos durante los ataques.

El Programa de Salud del World Trade Center estima que unas 400.000 personas estuvieron expuestas al polvo aquel día, dejando un legado de consecuencias para la salud que perdura hasta hoy.

La conmemoración incluye la lectura de los nombres de cada víctima y homenajes especiales a los trabajadores de rescate y a los supervivientes, reforzando el recuerdo de un evento que transformó para siempre la ciudad y el mundo.

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