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Joven lo daban por muerto a causa de COVID-19, pero el ruido de la bolsa mortuoria lo despertó

Gastón Abrego, un joven argentino de 29 años, ha relatado en Twitter la cruda realidad que vivió cuando estuvo ingresado en el hospital por coronavirus. «A mis pulmones se los comía el Covid, envejecí 20 años».
«Me despertó el ruido de la bolsa mortuoria. Fue lamentable. Fue estar frente a frente con la muerte». Así comienza uno de los tuits publicados en Twitter por Gastón Abrego, un joven argentino de 29 años, que ha expuesto la realidad que vivió en el hospital cuando estuvo ingresado con Covid-19.
Su crudo relato ha conmocionado a la sociedad argentina al exponer lo que tuvo que pasar al ver cómo los compañeros que tenía en la habitación iban muriendo a causa del coronavirus. «Fue difícil no llorar frente a todo ese clima de desesperación y abandonos. No pude mantenerme a salvó de los pensamientos negativos (…) Ha sido un drama que me va a marcar», relata.
«Empecé el 4 de abril con síntomas leves, como todos», afirma el inicio del extenso y trágico relato publicado en Twitter. En él describe con total crudeza lo que fueron sus días de lucha contra el coronavirus días antes de que le dieran el alta en el hospital.
«No estoy al 100… me cuesta hablar sin quedarme sin aire, pero voy a volver a casa, tras 21 días de esta enfermedad vuelvo con mi mamá, mis hermanos y mis sobrinos. Agradezco a la vida que puedo contarlo, al un sistema de salud pública que me asistió en todo momento», asegura.
«Quería contar esto para sacarlo de mi y dejar en el mundo un testimonio de lo que sentí. No me contagie por descuidarme sin más. No pensé nunca individualmente sin más. Pasé por la experiencia de perder a alguien y seguí cuidándome», explica después de que su hilo en la red social se convirtiera en viral.
En su relato Gastón Abrego cuenta cómo acudió al hospital después de varios días sintiéndose mal y cómo le ingresaron con una neumonía bilateral: «Mis pulmones ya no respondían. Se los comía el Covid. Yo que hace un tiempo podía correr kilómetros sin más. Hoy envejecí 20 años. Pasé mucho en el lapso de estos casi 9 días. Entre ellos no poder dormir por la falta de aire o que la gente se muriera a mi lado».
Gastón Abrego cuenta la primera noche en la que uno de sus compañeros murió: «Una noche después de dormir una hora sentí mucha movimiento a mi lado. El señor de la cama de al lado de estaba ahogando y las enfermeras lo estaban salvando. Todo fue en vano, dejó de respirar y nunca pudo llegar a terapia. No había lugar y su neumonía avanzó muy rápido. La imagen de verlo delicado pero consciente por la tarde no se me va a borrar. Ya en la noche durmió y no se despertó más. No hubo abandono de nadie. A cada rato las enfermeras lo asistieron y los médicos lo visitaron para seguir evaluando su evolución. Fue muy rápido todo. De un momento a otro ya lo estaban metiendo en una bolsa negra. Nunca supe cómo se llamaba, nunca sabré quién lo lloró».
Pero no fue el único. La evolución de Gastón Abrego era buena, el oxígeno iba funcionando y los médicos decidieron cambiarlo de habitación. «La cama de al lado mía ya había sido ocupada por otro Covid. Me llevaron a la sala 8 con otros dos. Uno estaba bastante bien y el otro mal. La misma situación. Por la tarde, delicado, pero consciente y en la noche, complicado. Me despertó el ruido de la bolsa mortuoria. Fue lamentable. Fue estar frente a frente con la muerte. El señor, de unos 60 años, por la tarde había estado mandando unos audios, con esfuerzo y la enfermera le había dicho que no hablara y apagara su celular. Él le hizo caso, Nunca más se prendió».
Los días de Gastón Abrego eran cada vez más duros. El coronavirus le ahogaba y sus compañeros morían, mientras él era consciente de todo. «Fue difícil no llorar frente a todo ese clima de desesperación y abandonos. No pude mantenerme a salvo de los pensamientos negativos. Incluso cuando me venían a sacar sangre pensaba en ese dolor tan impresionante de la aguja atravesando como para regresar a la batalla», relata.
Su situación fue mejorando y ante el colapso del hospital fue trasladado a otra planta. Allí recordó como su padre había fallecido de Covid-19 y como en cada uno de los compañeros que vio morir, sintió a su padre: «Cada hombre que vi morir ahí fue una parte de él que pude darle forma. La peor de las formas pero que hoy siento que necesitaba para darle el duelo que nunca pude darle. Un día sin más desapareció y eso fue todo. Sólo pude ver su cajón desde la lejanía. Su tumba lleva su nombre. Hoy su tumba tiene más sentido para mí».
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ONU denuncia muerte de casi 800 personas en Gaza mientras intentaban acceder a ayuda humanitaria
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Mujer y su fiel perro mueren abrazados tras sismos en Guatemala

La emotiva historia de Regina López Velásquez, originaria del sector El Tablón en Villa Nueva, ha conmovido a miles luego de que su cuerpo fuera hallado sin vida, abrazando a su perro, tras los sismos que afectaron Guatemala el pasado martes 8 de julio.
Vecinos reportaron la desaparición de Regina poco después del movimiento telúrico. Según relatos, ese día se encontraba recogiendo leña, actividad que realizaba cotidianamente, cuando un deslizamiento de tierra provocado por los temblores la sorprendió y sepultó junto a su inseparable compañero canino.
Después de más de 24 horas de búsqueda, brigadas de rescatistas y voluntarios lograron encontrar sus cuerpos entre tierra y escombros. La imagen encontrada resultó profundamente conmovedora: Regina yacía recostada, protegiendo con su cuerpo a su perro, que permanecía aferrado a su pecho.
El hallazgo generó un fuerte impacto emocional entre los rescatistas. “Nunca habíamos visto algo así… murieron juntos, sin soltarse. Fue un amor inquebrantable hasta el final”, relató uno de los bomberos presentes en el operativo.
En homenaje a Regina y su fiel amigo, las autoridades locales planean colocar una cruz y una placa conmemorativa en el lugar donde fueron encontrados, como símbolo del vínculo inseparable entre una mujer humilde y su leal compañero.
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Clínica privada es acusada de entregar la misma ecografía 5D a varias embarazadas

Una clínica privada en Formosa, Argentina, se encuentra en el centro de un escándalo luego de que varias mujeres denunciaran públicamente haber recibido la misma imagen de ecografía 5D durante sus controles prenatales. El caso, que ha generado una fuerte indignación en redes sociales, plantea una posible estafa sistemática por parte del centro médico.
La situación salió a la luz cuando una embarazada compartió en redes sociales la supuesta imagen de su bebé. Para su sorpresa, otra mujer aseguró haber recibido la misma fotografía. Al comparar los estudios, ambas confirmaron que la imagen era idéntica, lo que encendió las alarmas sobre la credibilidad de los diagnósticos entregados por la clínica.
La denuncia fue encabezada por Antonella Roglan, quien publicó las ecografías a través de su cuenta en la red social X, antes Twitter, acompañadas de un mensaje contundente: “Somos tres mamás a las que una clínica estafó con una foto de un bebé que no es el nuestro”. Las imágenes, que supuestamente correspondían a varones, también fueron entregadas a mujeres que esperaban niñas.
Las ecografías 5D, reconocidas por su alto costo y por brindar imágenes detalladas del rostro fetal, son muy valoradas por las familias en la etapa final del embarazo. Por ello, la sospecha de que se estuvieran reutilizando fotografías ha provocado una ola de indignación en la comunidad.
Tras la viralización del caso, más mujeres comenzaron a compartir sus experiencias, asegurando que también recibieron la misma imagen, algunas incluso desde años atrás, y en algunos casos, enmarcadas como recuerdo del embarazo.
Hasta el momento, no hay un pronunciamiento oficial de la clínica implicada, pero los testimonios continúan acumulándose en redes, mientras se espera que las autoridades sanitarias locales investiguen el hecho y determinen posibles sanciones.