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HISTORIA: Entérate de la verdadera imagen de Ramón Valdés “Don Ramón”, en “El Chavo del 8”

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Cuenta la leyenda que el vestuarista tenía poco trabajo con Ramón Valdés: la remera desteñida por tantos lavados, los jeans gastados y las zapatillas viejas ya las traía el actor desde su casa. Todo puesto, claro. Era su ropa habitual. Pero había una prenda que el vestuarista debía tener ahí, preparada, junto a los zapatos de El Chavo, el delantal de Doña Florinda y el traje de marinero de Quico: el clásico gorrito añejo de Don Ramón. Y eso que al terminar cada jornada de grabación el actor se lo llevaba a su casa, también puesto. Si casi era suyo.

Pero cada mañana, camino al estudio, Valdés solía acercarse a los chicos que encontraba en la calle. «Nací niño y sigo siendo chavito: tengo el carácter de niño y los chavitos me entienden bien», había declarado el actor en varias ocasiones. Es por eso que siempre se detenía a conversar con ellos. Les firmaba autógrafos, les hacía bromas. Y uno solía llevarse de regalo el gran premio: el gorrito de Don Ramón.

Minutos después el actor se encontraba con el vestuarista antes de salir a escena para grabar El Chavo del 8, y se disculpaba por haberse olvidado la prenda en su casa. Todos los días lo mismo. Pero no había reto posible. Con Monchito —como lo conocían desde su infancia— nadie podía enojarse.

Ocurre que Don Ramón no era uno más dentro de la bonita vecindad de El Chavo. Malhumorado y cascarrabias, pero noble, humilde y de gran corazón, el personaje le debía mucho más al propio Ramón Valdés que al ingenio creativo de Roberto Gómez Bolaños. Empezando por el nombre, siguiendo por su ropa y concluyendo en ciertos rasgos de su personalidad: uno y otro eran lo mismo. «Con permisito, dijo Monchito», «¡Si serás, si serás!», y tantas otras frases más fueron improvisadas por el actor, sin haber estado incluidas originalmente en los libretos.

El mérito de Chespirito —no menor, por supuesto— fue haber notado un personaje en potencia en este hombre nacido el 2 de septiembre de 1923 en Ciudad de México, pero criado en una familia numerosa y de bajos de recursos de Ciudad Juárez. Gómez Bolaños les contaba a sus amigos que Monchito era el único que lo hacía reír. Y destacaba, además, su capacidad para aprenderse los guiones, aunque luego sumara las frases y muletillas propias. El día que le propuso ser Don Ramón, Chespirito le dio una sola indicación: «Sé tú mismo».

Eso fue en 1971. Un año antes Gómez Bolaños lo había convocado para un programa llamado Los supergenios de la Mesa Cuadrada (era el Ingeniebrio Ramón Valdés). Significó su debut en la pantalla chica ya con 47 años, aunque para entonces Monchito había participado de ¡70 películas! En varias trabajó con Cantinflas, en muchas otras lo hizo con su célebre hermano Germán Tin Tan Valdés.

Pero esa trayectoria no había redundado en una estabilidad económica. Por el contrario, quien tuvo 10 hijos con tres parejas distintas debía trabajar en otros oficios (sí, al igual que Don Ramón) para mantener a su familia: en distintas épocas fue comerciante, fabricó muebles de madera y se desempeñó como chofer, entre otras ocupaciones. Y cuando de todos modos no llegaba a fin de mes, era su hermana Rosalía Valdés o el exitoso Tin Tan quienes lo ayudaban, prestándole dinero.

El notable suceso de El Chavo del 8 —y también de El Chapulín Colorado, donde tuvo la posibilidad de interpretar otros personajes— le permitió a Ramón olvidarse de las preocupaciones monetarias por casi una década, hasta que en 1979 decidió presentarle su renuncia a Gómez Bolaños. No fue personal: a diferencia de otros actores, Valdés no tenía ningún inconveniente con Chespirito. Al igual que sucedía en la ficción, el problema era con Doña Florinda, la mamá de Quico.

A esa altura Florinda Meza, la mujer de Gómez Bolaños, ya se encargaba de la dirección artística del ciclo, generando cierto resquemor en el elenco. Ramón tampoco estaba de acuerdo: quería responder directamente al creador del programa, es decir, a quien había confiado en él. Pero la partida de Carlos Villagrán terminó por convencerlo: consideró injusto que fuera despedido por los celos que Quico, su personaje, le generaba a Chespirito.

Entonces un día Don Ramón se fue, sin más, haciendo a un lado la fama y el dinero. Con el gorrito puesto. Y la dignidad también.

Volvieron entonces lo tiempos de zozobra, de rachas buenas y no tanto. En dupla con Quico probó suerte en la tevé venezolana; no funcionó. Se incorporó a un circo que empezó a recorrer distintos países de América Latina, utilizando su clásica vestimenta. Y siguió con la actuación, compartiendo escenas con un joven cantante en pleno ascenso: un tal Luis Miguel. ¡Y en un papel a lo Luisito Rey!

En 1987 Ramón volvió a la televisión azteca con el programa ¡Ah, qué Kiko! junto a Villagrán, quien no contaba con los derechos de Quico. A Valdés, en cambio, Chespirito nunca le impidió ser Don Ramón. No tenía por qué: sabía que ese personaje no le pertenecía. Pero esta nueva apuesta televisiva no resultó: ¡Ah, qué Kiko! permaneció al aire apenas unos meses.

Para entonces su salud ya estaba muy deteriorada. Todo se debía al cigarrillo. En los pasillos de los estudios de Televisa, donde se grababan los ciclos de Chespirito, nadie fumaba: la prohibición era taxativa. Menos para Monchito, claro, quien incluso solía despertarse a la madrugada con la única intención de encender un cigarrillo. La primera consecuencia fue un cáncer de estómago. Lo operaron. Y los médicos le aconsejaron —le pidieron, le rogaron…— que abandonara ese mal hábito. ¿La respuesta? Ramón también fumaba en su habitación del hospital.

Pese a la cirugía el tumor se terminó expandiendo, afectando su columna vertebral. El pronóstico fue cruel: le quedaban seis meses de vida. Ramón Valdés murió el 8 de agosto de 1988 a los 64 años, en la misma ciudad que lo vio nacer y también consagrarse. Pero lo hizo casi cuatro años después de que los médicos le hubieran dado aquel pronóstico fatídico.

Su entierro congregó a una multitud. Asistió su gran amigo Carlos Villagrán, por supuesto. Pero también el Señor Barriga y el Profesor Jirafales (para los puristas, Édgar Vivar y Rubén Aguirre, respectivamente). Frente al cajón una mujer lloró sin consuelo durante dos horas; se llamaba Angelines Fernández, la conocían como la Bruja del 71.

En cambio, María Antonieta de las Nieves no pudo concurrir: se encontraba trabajando en Perú. Durante años lamentaría no haber acompañado a Ramón Valdés en sus últimos días, y en su adiós. Porque en la ficción, la Chilindrina hubiera despedido a su padre; en la vida real, María Antonieta casi que haría lo mismo…

A nadie le extrañó que Florinda Meza no se acercara a dar el pésame. Su cuñado, Horacio Gómez Bolaños (Godinez en la ficción), sí lo hizo. Y Roberto Gómez Bolaños también podría haber asistido… Tiempo después el propio Chespirito reconoció como un gran error no haber ofrecido sus respetos a quien hizo por él lo máximo que uno puede hacer por el otro: provocarle una sonrisa.

Hoy, cuando ya transcurrieron más de tres décadas, a la par de las frases que Valdés popularizó en El Chavo del 8 todavía se escucha la advertencia de Doña Florinda: «¡No te juntes con esa chusma!». Pero a diferencia de Quico, quien esto escribe hubiera desobedecido aquella orden una y otra vez para ir a divertirse del lado de Don Ramón. Es que allí nadie reparaba en la vestimenta y cualquiera podía mostrarse tal cual es, sin montar ningún personaje. Y estaba permitido jugar como un niño, más allá de algún que otro grito de este hombre cascarrabias pero de gran corazón.

Porque la de Don Ramón —y la de Ramón Valdés, la de Monchito— era la vereda correcta de la vida.

 

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Subastarán en Los Ángeles la espada láser original de Darth Vader usada en ‘El Imperio Contraataca’

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La emblemática espada láser de Darth Vader, utilizada en las escenas de combate de Star Wars: El Imperio Contraataca (1980), fue exhibida este miércoles en Londres antes de ser subastada en Los Ángeles a inicios de septiembre, anunció la casa de subastas Propstore.

“Es simplemente una pieza asombrosa de la historia del cine”, declaró Brandon Alinger, director de operaciones de Propstore, al presentar los artículos más destacados del evento, que se llevará a cabo del 4 al 6 de septiembre.

La pieza corresponde al modelo usado durante las escenas de lucha, sin su hoja de madera original, y ha sido conservada durante cuatro décadas por un coleccionista estadounidense. Fue autentificada mediante comparaciones detalladas con las versiones vistas en pantalla, incluyendo abolladuras y marcas específicas.

“Probablemente esta gran abolladura en la parte trasera provenga del sable de luz de Mark Hamill”, explicó Alinger, en referencia al actor que interpretó a Luke Skywalker.

Aunque hoy es un objeto de colección codiciado, la espada está fabricada con materiales modestos, como partes de un antiguo flash de cámara y componentes de una calculadora.

Además de esta pieza icónica, la subasta incluirá otros objetos célebres del cine, como el látigo y la funda de Indiana Jones y la Última Cruzada (1989), y el «neuralizador» de Hombres de Negro (1997), cuyo display LED aún funciona y podría alcanzar un valor estimado de 150,000 dólares.

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La icónica espada láser de Darth Vader será subastada por un ojo de la cara

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La icónica espada láser de Darth Vader, que sirvió para cortar la mano de Luke Skywalker en el episodio de Star Wars «El imperio contraataca», quedó expuesto el miércoles en Londres, antes de ser subastado en Los Ángeles a principios de septiembre.

«Es simplemente una pieza asombrosa de la historia del cine», declaró a AFP Brandon Alinger, director de operaciones de la casa de subastas Propstore, durante una presentación en Londres de los lotes más importantes de la subasta.

Darth Vader manejó la espada en legendarias escenas de combate en «El Imperio Contraataca» (1980) y «El Retorno del Jedi» (1983).

David Prowse, el actor detrás de la máscara negra, y el doble de acción Bob Anderson usaban en realidad dos modelos.

Uno, sin hoja, atado al cinturón del villano, y otro, para las escenas de combate, equipado con una hoja de madera.

La que se pone a la venta es la versión utilizada para los combates, aunque desprovista de su hoja de madera, después de haber sido conservada durante 40 años por un coleccionista estadounidense.

«Alguien (…) vino a vernos y nos dijo: +Tengo esto para vender+. Estábamos asombrados», explicó el fundador de Propstore, Stephen Lane, comparando la importancia de esta pieza con la de los zapatos rojos usados por Judy Garland en «El Mago de Oz».

Los expertos autentificaron el objeto comparando sus abolladuras y rayones con los visibles en las películas.

«Mira la gran abolladura en la parte trasera, probablemente provenga de la hoja de la espada láser de (el actor de Luke Skywalker) Mark Hamill», explica Brandon Alinger.

A pesar de su valor, el objeto está constituido por parte de un antiguo flash de cámara al que se añadieron piezas recuperadas, provenientes principalmente de una calculadora.

Entre las otras piezas propuestas en esta subasta que se llevará a cabo del 4 al 6 de septiembre, se encuentran el látigo, el cinturón y la funda utilizados por Harrison Ford en «Indiana Jones y la Última Cruzada» (1989).

También un «neuralizador» utilizado por los agentes J (Will Smith) y K (Tommy Lee Jones) para borrar la memoria en «Hombres de Negro» (1997).

 

 

 

 

 

El objeto luminoso, cuyo display LED aún funciona, podría alcanzar los 150.000 dólares (aproximadamente 129.700 euros)

 

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Esta es la causa oficial de la muerte de Ozzy Osbourne

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El legendario cantante británico Ozzy Osbourne, ícono del heavy metal y líder de la banda Black Sabbath, murió el pasado 22 de julio de 2025 en su residencia ubicada en Buckinghamshire, Reino Unido. Tenía 76 años.

De acuerdo con The New York Times y The Sun, el certificado oficial de defunción, presentado por su hija mayor, Aimée Osbourne, ante el registro civil de Londres. El documento revela que la causa inmediata de la muerte fue un paro cardíaco extrahospitalario, consecuencia directa de un infarto agudo de miocardio.

Además, el informe detalla dos condiciones que contribuyeron a su fallecimiento: una enfermedad arterial coronaria (que afecta el flujo de sangre al corazón) y la enfermedad de Parkinson con disfunción autonómica, un trastorno que compromete funciones automáticas del cuerpo como la presión arterial.

El músico venía enfrentando diversas complicaciones de salud en los últimos años, incluyendo el diagnóstico de Parkinson en 2020.
Su partida fue llorada por millones de fanáticos alrededor del mundo y por artistas que crecieron bajo su influencia.

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