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HISTORIA: Futbolista comenzó a disfrutar su vida tras un infarto en la cancha y pasar muchas adversidades junto a su pareja

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Hay un ritual que Carlos repite todas las mañanas. Se mira en el espejo, sonríe y dice: «Hoy va a ser un gran día». Tal vez lo que siga no sea un «gran día» sino simplemente un día, con principio y fin. Igual, por la noche cierra el ritual con un «gracias». Agradece porque pasó más de cinco años esperando un trasplante de corazón y de pulmonessin tener del todo claro cuántos días enteros más iba a poder vivir.

Era junio de 2008 y hacía tiempo que Carlos era futbolista profesional. Había jugado cinco años en Juventud Antoniana, y otros tantos en Central Norte y en Gimnasia y Tiro de Salta. «Estaba en un partido y sentí una molestia en el corazón pero no le llevé el apunte. Enseguida empecé a sentirme raro. Primero fue un ardor muy fuerte en el pecho, después electricidad en las piernas», cuenta

Tambaleó y alcanzó a tirarse a un costado de la cancha. Cuando llegó la ambulancia, el médico lo revisó y le dijo: «Parece que te dio un infarto, ¿cuántos años tenés?». Carlos contestó: «25».

En el Hospital San Bernardo, en Salta, observaron que tenía las plaquetas muy elevadas. «Al rato me senté y me puse a hacer bromas. Entraban mis familiares y me decían: ‘Uh, nos hiciste asustar’. Todos pensamos que había sido sólo un susto». Ese mismo día, un nuevo dolor punzante en el hombro terminó con Carlos en coma. Con sus familiares fueron claros: «No sabemos si pasa de esta noche».

Carlos era conocido en el ambiente del fútbol y, en la puerta del hospital, hinchas de los tres equipos improvisaron una vigilia. Cuando despertó, dos semanas después, nadie en la familia se animó a decirle la verdad. Fue una médica la que accedió a romper el secreto: el infarto había sido tan grande que su corazón estaba funcionando al 30 por ciento de su capacidad.

Esa noche, en soledad, lloró. «Tenía una vida maravillosa como jugador profesional. Vivía solo, ganaba bien, y tenía cierto reconocimiento social. Pasé de eso a ser un tipo que no se podía parar, literalmente». Le dieron el alta un mes y medio después, con 16 kilos menos. «Todos los que me palmeaban en el fútbol y me decían «sos el mejor», se alejaron. Quedé con la familia y los que realmente eran amigos».

Seis meses después, y mientras ponía la mesa para comer un asado, volvió a sentir un puntazo. Disimuló para no preocupar a su hermano pero terminaron llevándolo a la guardia en un auto «con la cabeza afuera, como los perros. No podía respirar». La mesa quedó puesta: Carlos entró nuevamente en coma.

Cuando lo despertaron, una semana después, le pidieron que viajara a Buenos Aires. Los tres médicos de la Fundación Favaloro coincidieron: tenía una mutación de un gen a nivel medular que elevaba sus plaquetas en sangre al triple de lo normal. Necesitaba un trasplante de corazón.

«Me dijeron que le pasaba a 1 de cada 6 millones de personas. Se ve que yo no caí porque dije: ‘¿Cómo no me pasó con el Quini? No se rió nadie». Carlos no sabía nada de trasplantes, salvo que estaba a favor: de adolescente había llenado un formulario del Incucai en el que había dejado constancia de que era donante. Así empezó su vida en lista de espera.

De duelo, se alejó del fútbol. Y en el colegio en el que trabajaba de profesor de gimnasia pasó a llenar planillas. El panorama siguió siendo oscuro. Con el tiempo le dijeron quetambién iba a necesitar un trasplante bipulmonar.

Fue en esa espera, y por amigos en común, que conoció a Paula Otheguy. Carlos la invitó al cine pero cuando se dio cuenta de que había riesgo de enamoramiento puso el pie en el freno: «Yo no quería tener algo formal, tenía miedo de que se enganchara y después lo mío no saliera bien. No era miedo por mí, porque a lo sumo yo me iba a morir, sino por ella. No quería que sufriera».

La advertencia llegó tarde porque Paula ya se había enamorado. Llevaban un año de novios cuando la piña apareció por el lugar menos esperado. A ella le encontraron un tumor maligno del tamaño de una naranja. Perdió parte de un ovario y, en la segunda operación, le advirtieron que podía perder el otro. Paula igual pensó que iba a haber futuro porque, antes de la cirugía y de la quimioterapia, congeló sus óvulos.

«Yo le dije: ‘No te preocupes, hay muchas formas de tener hijos’. Ahí nos aferramos mucho. Algunas sesiones de quimio fueron tan fuertes que la sacábamos a upa». Un año después del cáncer de ovario de Paula, Carlos salió al patio a ver por qué lloraba uno de sus perros y le dio un síncope. Cayó de frente, contra el pasto. Entró en emergencia nacional.

«Me dijeron: ‘La espera puede ser de un mes, de un año, de dos. Así que hay dos cosas importantes: paciencia y fe'». Paula, que en ese entonces tenía 29 años, dejó todo y se instaló en Buenos Aires con él. Hacía 15 días que estaba internado cuando apareció la posibilidad de un trasplante.

«Cuando me llevaban en la camilla llegué a decirle ‘quiero que sepas que te re amo’. Lo había ensayado 20.000 veces, quería despedirme, por las dudas. Pero no me dejó seguir. ‘¡No te despidas, va a salir todo bien!’. Le quería decir que realmente la amaba y que le agradecía cómo había sido conmigo durante la espera».

Carlos entró al quirófano el 19 de mayo de 2014 y recordó el consejo de un camillero: «‘Cuando llegue el día del trasplante agradecele al donante, que va a estar presente y te va a escuchar’. Eso hice. Dije: ‘Si estás acá, si me estás escuchando, te agradezco con todo mi corazón. Te voy a cuidar tus órganos, tengo una vida plena con Paula, y gracias a vos la voy a disfrutar».

No era un tipo de trasplante frecuente. Según los registros del INCUCAI, fue el único trasplante cardíaco y bipulmonar que se hizo ese año. Del donante sabe lo justo: que era varón, que tenía 26 años, que había muerto en un accidente. Le encantaría, dice, encontrarse con los familiares y agradecerles por haber entendido que «los órganos no van al cielo».

Fue durante la rehabilitación que un profesor de gimnasia lo invitó al CENARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) para que conociera a los atletas trasplantados que se preparaban para el Mundial. Carlos quedó fascinado: la posibilidad de volver a ser deportista había renacido.

Once meses después del trasplante, se casó con Paula. Después, fue a la secretaría de Deportes de Salta y pidió ayuda para armar una escuelita para adultos y niños trasplantados. Consiguió una lista y llamó a uno por uno. Ya tiene 20 alumnos: desde una señora de 65 años «renal», alguien con córneas donadas hasta una nena de 6 años, trasplantada de hígado.

Fue en ese envión que se le ocurrió la idea de llevar a Salta los 12 Juegos argentinos y 9 latinoamericanos para trasplantados” «. Y lo logró. Los juegos arrancan el martes y ya hay 350 atletas confirmados. Carlos, que ahora tiene 36 años, competirá en tres disciplinas: badminton, voley y lanzamiento de bala. Si no gana, igual ganó: acaban de enterarse de que Paula, naturalmente, está embarazada.

 

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Manchester United y Tottenham se juegan más que un título en Bilbao

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Este miércoles, el estadio de San Mamés en Bilbao será escenario de una final cargada de tensión, historia y necesidad. Manchester United y Tottenham Hotspur disputan mucho más que la Europa League: ambos clubes se juegan su última carta para alcanzar la próxima edición de la Liga de Campeones, tras firmar temporadas decepcionantes en la Premier League.

Ninguno de los dos logró clasificarse al máximo torneo continental a través del campeonato inglés, por lo que esta final se presenta como un salvavidas competitivo y económico. El ganador no solo se llevará el trofeo europeo, sino también un boleto directo a la Champions League y un ingreso estimado en 100 millones de euros.

Temporadas para el olvido

El United, bajo el mando del portugués Rúben Amorim, vive una de las peores campañas de su historia reciente. Ocupa la 16ª posición en la Premier y ha sufrido 18 derrotas en 37 partidos, una marca que remite al oscuro recuerdo de su descenso en 1974. Amorim, que llegó en noviembre, solo ha conseguido seis victorias en 26 partidos de liga.

La situación no es mejor en el norte de Londres. El Tottenham de Ange Postecoglou ha perdido 21 partidos y marcha 17º, cifras que igualan las peores épocas del club desde su retorno a la élite en 1978. La mala racha se extiende a los últimos seis encuentros, en los que los ‘Spurs’ solo sumaron una victoria.

Europa como refugio

A pesar de sus fracasos domésticos, ambos equipos han encontrado consuelo en el torneo continental. El United llega invicto a la final tras eliminar a Real Sociedad, Lyon y Athletic Club, mientras que el Tottenham, con Son Heung-min como figura recuperada, busca su primer título europeo en más de 17 años.

Aunque históricamente el United ostenta un palmarés más amplio, incluyendo FA Cup y Copa de la Liga recientes, el Tottenham ha sido superior esta temporada en los enfrentamientos directos: tres victorias en tres partidos ante los ‘Red Devils’.

Lesiones y esperanza

Las bajas también han marcado esta temporada. Tottenham no contará con James Maddison, Lucas Bergvall ni Dejan Kulusevski, mientras que el United celebra la recuperación de jugadores clave como Joshua Zirkzee, Diogo Dalot y Leny Yoro. Sin embargo, el peso del equipo recaerá nuevamente en Bruno Fernandes, Alejandro Garnacho y Casemiro, pilares en el camino hacia la final.

«Es un todo o nada. Estamos en situaciones parecidas, los dos entrenadores estamos en la cuerda floja», reconoció Rúben Amorim tras asegurar su pase a la final, la tercera de la Europa League entre equipos ingleses.

Una final con aroma a redención

Más allá del trofeo, esta final representa una oportunidad de redención y alivio financiero para dos gigantes heridos. Un partido al límite, en un escenario imponente, donde solo uno podrá celebrar y aferrarse a una nueva esperanza en Europa. La cita: miércoles, 19:00 GMT, en la Catedral del fútbol vasco.

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El Balón de Oro 2025 se entregará el 22 de septiembre en París

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La ceremonia del Balón de Oro 2025 se celebrará el próximo 22 de septiembre en el Theatre du Châtelet, en París, y por primera vez otorgará el mismo número de galardones tanto en categoría femenina como masculina, informaron este lunes France Football y la UEFA, organizadores del evento.

Además del tradicional Balón de Oro a la mejor futbolista del año y al mejor entrenador o entrenadora de un equipo femenino, se incorporan el Trofeo Kopa a la mejor jugadora joven, el Trofeo Yashin a la mejor portera y el Trofeo Gerd Müller al mejor gol, todos ellos ya existentes en la rama masculina. En total, se entregarán 13 premios: seis para mujeres, seis para hombres, y el Premio Sócrates al compromiso social.

Los nominados se anunciarán en agosto. En 2024, los ganadores del Balón de Oro fueron los españoles Aitana Bonmatí (Barcelona) y Rodri (Manchester City). La edición anterior estuvo marcada por el boicot del Real Madrid, tras conocerse que Vinicius Jr. no recibiría el galardón principal.

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El Crystal Palace deja en blanco al City y gana su primer título en 164 años

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El Crystal Palace conquistó la Copa de Inglaterra, el primer título en sus 164 años de historia, con una victoria por 1-0 y dejó al Manchester City con una temporada en blanco, la primera desde 2017. Los ‘Eagles’, más ruidosos, con más hambre y con un Dean Henderson espectacular que incluso paró un penalti, superaron a los de Pep Guardiola, que siguieron con la tónica de la temporada y flojearon en el momento decisivo.

Un gol de Eberechi Eze, culminando una contra lanzada por Jean-Philippe Mateta y proseguida por el colombiano Daniel Muñoz, que puso un centro genial para el remate del ’10’ del Palace, desajustó a un City que recibió este sábado la puntilla. Esta ‘FA Cup’ era su opción de salvar la temporada con un título, una especie de guinda en un pastel bastante agrio por su destino en Premier League, Liga de Campeones y Copa de la Liga, tres trofeos perdidos hace mucho.

Pero el City nunca acabó de recuperarse de esa picadura de Eze, sin dudas el mejor futbolista del Crystal Palace, pero no el único de un conjunto que cuenta con Mateta como un delantero centro de otra época, un pelotero en el centro del campo como Adam Wharton, al que se verá mucho en la selección inglesa en el futuro, y el eléctrico Daniel Muñoz en el carril derecho.

Y también a Dean Henderson en la portería, porque aunque el meta pudo y seguramente debió ser expulsado al cortar una carrera de Haaland en la frontal del área con una mano, paró un penalti a Omar Marmoush que pudo cambiar el encuentro. Henderson, ex del United, adivinó la intención del egipcio, sorprendente lanzador con Kevin de Bruyne y Haaland sobre el césped, y agrandó su historia con las penas máximas. Ha salvado nueve de las 22 que le han lanzado en su carrera, es decir, más de un 40 % de acierto. Una auténtica brutalidad.

A esta acción le agregó varias más para redondear su encuentro. Especialmente una estirada a Jeremy Doku y un mano a mano con el debutante Claudio Echeverri. Salvó a su equipo en los momentos importantes y desde su arco, bajo los aficionados del City, celebró el 2-0 de Daniel Muñoz, durante los pocos instantes que tardó en desbaratarlo el VAR al comprobar que había fuera de juego en la jugada. Fue un pequeño jarro de agua fría para los londinenses, que ya se veían con la copa bajo el brazo, pero fueron capaces de aguantar el arreón final de los de Guardiola y abrochar un título que se les había escapado en las finales de 1990 y 2016.

El primer gran trofeo para los ‘Eagles’ en 164 años de historia y un premio al gran proyecto que ha construido Oliver Glasner desde que aterrizó en Selhurst Park en febrero de 2024. Ha salvado al Palace dos temporadas consecutivas, lo ha sostenido en la media tabla y le ha dado el tan ansiado entorchado. Al otro lado queda un City derrotado, necesitado de una regeneración y con el único gusto para echarse a la boca esta temporada de clasificarse entre los cinco primeros de la Premier League para no caer a la Liga Europa el curso que viene.

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