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¡Tome nota! Cuáles son los principales trastornos del lenguaje y cómo detectarlos
El lenguaje es un sistema de signos a través del cual los individuos se comunican entre sí. Estos signos pueden ser sonoros (como el habla), corporales (como los gestos) o gráficos (como la escritura).
Los trastornos del lenguaje son alteraciones que dificultan la comunicación oral, tanto para hablar como para entender lo que otras personas dicen.
Se dice que los problemas de lenguaje o trastornos de este son alrededor de catorce estos se consideran los más conocidos; sin embargo, ahora hablaremos sobre dos de ellos los cuales son, “Trastorno Especifico del Lenguaje” por sus siglas TEL, y “Dislalia funcional o trastorno fonológico”, pero antes de entrar de lleno a dichos trastornos o dificultades del lenguaje es necesario manejar de manera básica la explicación sobre el cerebro y la producción del lenguaje desde una arista La neurolingüística, ¿Qué parte del cerebro maneja el Lenguaje?
Los principales componentes del Lenguaje se encuentran ubicados en el hemisferio dominante. Esta dominancia está relacionada con la lateralidad. En el 95% de los casos las personas diestras tienen localizado el lenguaje en el hemisferio izquierdo, mientras que el 5% restante lo tienen localizado en el hemisferio derecho.
Por el contrario, los zurdos lo tienen representado en el hemisferio derecho en el 70% de los casos, un 15% en el hemisferio izquierdo y otro 15% de forma bilateral (en ambos hemisferios).
El hemisferio izquierdo es el encargado del Lenguaje verbal, tanto para el control motor cómo para la capacidad de análisis, así como, para solucionar problemas matemáticos. Se encarga del pensamiento lógico, racional y de la memoria. Es el más analítico de los dos y está especializado en extraer y almacenar información.

Brodmann y su mapeo Cerebral
Brodmann publicó la cito arquitectura de la corteza cerebral donde definió 52 áreas. Enumeró, asignó y describió cada una de sus funciones. Además, creó el mapa de la corteza cerebral dónde describió y asignó a cada una de las áreas una función.
Cerebro y Lenguaje: área de Broca y Wernicke
A lo largo de la Historia se ha intentado estudiar las áreas del cerebro cómo si estuviesen parceladas y aisladas unas de otras.
El área de Broca es la encargada de la producción del Lenguaje. Está especializada en producir un mensaje coherente tanto hablado cómo escrito, de esta forma se encarga de cifrar un mensaje coherente ya sea hablado (fonemas) o escrito (letras).
Mientras que, el área de Wernicke es la que se encarga de la comprensión del Lenguaje, aunque en los últimos estudios clínicos de la comunidad científica gracias a la Neuroimagen han podido demostrar que es más complejo de lo que se creía.
El Neurólogo Carl Wernicke fue el primero en describir un vínculo entre la producción y la imitación del Lenguaje. Su hipótesis se basó en describir lesiones de esta región cerebral, a partir de este descubrimiento, se consolidó la visión de que la comprensión auditiva del habla se le atribuye al área de Wernicke. Desde este punto de vista se considera el centro cerebral para la comprensión del Lenguaje.

Área de Broca
Localización y Funciones:
El área de Broca se sitúa en la tercera circunvolución frontal del hemisferio izquierdo, aunque para las personas zurdas se encuentra en el derecho.
En la actualidad el área de Broca se asocia a las siguientes funciones:
- Control ejecutivo de la producción del Lenguaje
- Construcción del lenguaje escrito y hablado
- Participa en el procesamiento semántico
- Encargada del procesamiento gramatical
- Secuenciación de elementos motores
- Construcción de elementos del árbol sintáctico de la producción verbal
- Área de Wernicke: Anatomía y Funciones
Los límites del área de Wernicke no están estrictamente delimitados en la bibliografía. Desde Wernicke se consideró que la primera circunvolución temporal es el área del procesamiento auditivo (conocida cómo área de Wernicke).
En la actualidad se conoce que el área de Wernicke asume las siguientes funciones:
- Reconocimiento visual
- Funciones semánticas del lenguaje
- Contribuye en circuitos cerebrales implicados no sólo con la comprensión del Lenguaje sino también con la producción.
- Reconocimiento auditivo de palabras
- Procesamiento fonológico y semántico
- Discriminación fonológica
- Conocimiento léxico
- Reconocimiento semántico de palabras
La comprensión del Lenguaje más allá de las palabras requiere un circuito cerebral complejo.
Cabe mencionar que, la capacidad para hablar o comprender no puede delimitarse en áreas localizadas, sino que estas capacidades están perfectamente coordinadas mediante circuitos cerebrales.
El trastorno específico del lenguaje (SLI, por sus siglas en inglés), es un trastorno de la comunicación que interfiere en el desarrollo de las habilidades del lenguaje en niños que no tienen pérdida de audición o discapacidad intelectual.
El trastorno específico del lenguaje puede afectar el habla, la capacidad para escuchar, la lectura y la escritura de los niños. También, se le conoce como trastorno del desarrollo del lenguaje, retraso del lenguaje o disfasia del desarrollo.
Este es uno de los trastornos del desarrollo más frecuentes y afecta aproximadamente a entre el 7% y el 8% de los niños que van al jardín de infantes (kínder). Por lo general, los efectos de este trastorno continúan en la edad adulta.
Dislalia funcional o trastorno fonológico
El trastorno fonológico o dislalia consiste en una dificultad tanto en la producción de determinados fonemas como en la elección de los sonidos que constituyen una palabra y su ubicación dentro de la misma (Pavez, 1990). Se concibe como una alteración en la estructura de la palabra que puede producir, en algunos casos, un lenguaje incomprensible.
Al empezar a hablar, la mayoría de los niños muestran una inmadurez expresiva en la pronunciación de algunos sonidos y palabras; sin embargo, a la edad de 3 años, se espera que al menos la mitad de lo que el niño dice sea inteligible para un extraño.
A los cuatro o cinco años, el niño debería producir la mayoría de los sonidos correctamente, aunque algunos de los sonidos más difíciles, pueden no ser completamente correctos, incluso hasta los 7 u 8 años.
Los niños con trastorno fonológico suelen sustituir, omitir o cambiar los sonidos. Estos errores pueden hacer que, para otras personas, su discurso resulte difícil de entender. Los tipos de errores más comunes son:
Sustitución:
Sucede cuando se pone la posición de los órganos fonadores en la forma que corresponde a otro fonema (ej. “calne” por “carne”).


Distorsión o deformación:
Ocurre cuando se coloca una posición intermedia entre dos fonemas, lo que da lugar a un sonido indefinido debido a que se produce un sonido poco claro (ej. el ceceo ante la s).
Omisión:
Cuando algunos sonidos requeridos no son pronunciados (ej. “libo” por “libro”).
Inserción o adición:
Pronunciación de fonemas que no se corresponden con la estructura de la palabra (ej. “boroma” por “broma”).
Inversiones:
Cambio en el orden de los fonemas (ej. “cocholate” por “chocolate”).
Existen algunos fonemas que presentan mayor número de problemas, y que al mismo tiempo coinciden con ser los últimos en adquirirse evolutivamente, estos fonemas son: l, r, s, z, ch.
Según las clasificaciones diagnósticas actuales, el trastorno fonológico se diagnostica en ausencia de causas sensoriales (dislalia audiógena), funcionales o motrices (dislalia funcional), considerándose entonces como una alteración del habla como consecuencia de una inmadurez persistente del lenguaje durante la fase del desarrollo del niño.
El trastorno fonológico y la lectoescritura
En cuanto a la adquisición de las habilidades lectoras, diversos estudios indican que algunos niños con trastorno fonológico presentan también un déficit en la conciencia fonológica (Bird, Bishop y Freeman, 1995; Webster y Plante, 1992; Hodson, 1998; Cowan y Moran, 1996). Es decir, manifiestan dificultades para identificar y manipular explícitamente las unidades fonológicas de la palabra hablada y, consecuentemente para reflexionar sobre el componente fonológico de la lengua (Gombert, 1992).
Por otro lado, una buena adquisición de las habilidades metafonológicas se relaciona con un adecuado desarrollo del lenguaje oral (Orellana, 1996), ya que, si el niño tiene dificultades a nivel fonológico, difícilmente podrá reflexionar sobre este componente del lenguaje.

Por: Bryan Danilo Sorto Gonzalez, Terapista en Educación Especial
Bryan Danilo forma parte de Centro Integral de Salud, ubicado en el Boulevard constitución, Residencial Montebello, pasaje Izalco, casa #5, en San Salvador. Las personas interesadas pueden llamar al 2519 2811. También, pueden conseguir muchos recursos útiles en el sitio Web https://bit.ly/3sM5lzR
Opinet
«Brújulas sin cielo en un mundo de lobos: Manual de resistencia para el 2026»- Lisandro Prieto Femenía.
« ¿Y si renunciamos a la esclavitud voluntaria? Quizás allí, en ese acto de desobediencia ontológica, resida la última posibilidad de recuperar nuestra humanidad en un tiempo que nos prefiere autómatas».
Lisandro Prieto Femenía, marzo de 2025.
El año 2025 se extingue para mí no como un simple segmento cronológico, sino como el testimonio de una fractura ontológica en la estructura de nuestra civilización. A lo largo de este ciclo, mi labor de escudriñar la realidad ha dejado de ser un ejercicio académico para transformarse en una urgencia de vigilia: lo que he sentido en juego es la supervivencia de la facultad de juzgar en un mundo asediado por el estupor. Los sucesos analizados —desde el silenciamiento de periodistas en Gaza hasta la orfandad judicial en Argentina— nos sitúan en un escenario donde la razón ha dejado de ser brújula para convertirse en un susurro frente al estruendo de la intolerancia. Esta orfandad de sentido me ha obligado a interrogar a un tiempo que ha renunciado a la profundidad en favor de una superficie mediática donde el horror se consume con la indiferencia de quien ha perdido su centro de gravedad moral.
La crisis educativa que he denunciado no es una falla técnica, sino un proyecto de desarticulación del sujeto. Al preguntarme “¿Por qué destrozaron la calidad educativa?”, identifiqué una miopía deliberada que busca convertir el aula en un centro de instrucción funcional. Como sostiene Hannah Arendt en Entre el pasado y el futuro (1993), «la educación es el punto en el que decidimos si amamos al mundo lo bastante como para asumir una responsabilidad por él» (p. 201). Sin embargo, lo que observo es un desamor por el mundo: una pedagogía del descarte que ensaña con la sensibilidad de los niños e invisibiliza la discapacidad, tratando la vulnerabilidad como una anomalía del sistema. Esta «miopía educativa» que he criticado en los ministros de turno no es otra cosa que el abandono de la formación del carácter en favor de una tecnocracia vacía.
Como planteé en “¿Y si no todo es una construcción del lenguaje?”, el intento de disolver la realidad biológica en relatos ideológicos ha dejado a las nuevas generaciones en una esclavitud voluntaria. Esta deshumanización técnica encuentra su eco en la perversión de la justicia argentina. Al abordar el caso de Alejandro Otero y las falsas denuncias, expuse cómo la justicia, al abandonar la presunción de inocencia por el relato, incurre en una tecnología de poder que ya no busca la verdad, sino la gestión de la culpabilidad social. En este contexto, la orfandad judicial que sufren los inocentes es el síntoma de una sociedad que ha reemplazado el derecho por la ideología, convirtiendo el dolor humano en una estadística funcional para el aparato estatal.
En el terreno de lo público, el 2025 ha revelado el rostro más sombrío de la política: la legitimación de la violencia como herramienta de control. Mi análisis sobre el “ataque a periodistas en Gaza” no fue una crónica de guerra, sino una denuncia sobre el asesinato de la mirada. Al silenciar a periodistas de Al Jazeera, se busca aniquilar la ética de la guerra, esa que separa la defensa legítima de la masacre indiscriminada. Esta violencia se conecta con el “asesinato de Charlie Kirk”, donde la desaparición del espacio de diálogo precede a la eliminación física. Como advirtió Arendt, la violencia aparece precisamente allí donde el poder —entendido como la capacidad de actuar en concierto— se desvanece, dejando en su lugar solo la fuerza bruta del exterminio.
He denunciado la resurrección del “macartismo y la persecución a la disidencia”, donde el anticomunismo rancio opera como mordaza. En mi análisis sobre “poder y ciudadanía”, señalé el divorcio abismal entre la élite y el pueblo: los gobernantes ya no escuchan la angustia de los gobernados, sino que administran su hambre e inseguridad mediante operativos policiales que muchas veces terminan en matanzas injustificadas. Geopolíticamente, el drama de “Venezuela” y la “sumisión europea” confirman la fatiga de Occidente. Como advierte Michel Houellebecq en su obra, la sumisión es el síntoma de una cultura que se avergüenza de su pasado y claudica ante ideologías teocráticas por pura inercia existencial. Esta «fatiga de ser» europea es el espejo donde debemos mirarnos antes de que nuestro propio desprecio por las raíces nos deje a merced de la barbarie.
Este panorama se agrava con el declive intelectual de la razón eclesiástica. He denunciado una tibieza institucional que abdica de la Verdad en favor de una corrección política funcional al sistema, dejando a los fieles en un desierto de sentido. Aquí cobra vigencia mi pregunta: “¿Y si leemos bien a Nietzsche?”. El nihilismo pasivo es lo que permite que el «bodrio» cultural sustituya al arte y que la masa elogie a los imbéciles. Friedrich Nietzsche advertía que el nihilismo es la desvalorización de los valores supremos; cuando el templo se corrompe y el logos se retira de la jerarquía, el hombre queda a la intemperie, vulnerable a cualquier forma de fanatismo que prometa un orden ficticio.
Ante esta vacuidad, he reivindicado la “filosofía y la literatura” como las únicas revoluciones de paz capaces de sostener la libertad frente al autoritarismo. La palabra literaria, cuando es honesta, actúa como un disolvente de las mentiras ideológicas, permitiéndonos recuperar la capacidad de asombro y la autonomía de pensamiento. La verdadera libertad no se encuentra en las urnas que administran la miseria, sino en la profundidad de un texto que nos obliga a confrontar nuestra propia finitud. Esta resistencia desde la palabra es lo que he intentado sembrar en cada artículo, entendiendo que la cultura es el último campo de batalla donde todavía es posible defender la dignidad de lo humano frente al avance de lo autómata.
Frente al abismo de la razón posmoderna, propuse una “interrupción de la carne”. En mis reflexiones sobre la Natividad y el Pesebre, planteo que la Navidad es un acto de resistencia ontológica. La Encarnación es el recordatorio de que no somos construcciones del lenguaje ni peones geopolíticos; somos carne que sufre y ama. El Pesebre es la antítesis de la «intolerancia salvaje»: allí, la fragilidad de un recién nacido desafía la omnipotencia de los imperios modernos. La Navidad, leída desde esta profundidad, nos exige un cuidado del otro que va más allá de la filantropía liberal; es un compromiso absoluto con la vida en su estado más puro y desprotegido.
En este sentido, rescaté la “rebeldía en Nepal”: una juventud inspirada en Albert Camus, quien en El hombre rebelde (1951) afirmaba que la rebeldía es el movimiento que afirma la solidaridad humana. « ¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero si se niega, no renuncia: es también un hombre que dice sí, desde su primer movimiento». Esta juventud nepalí, al igual que los que resisten la impunidad en Argentina o el genocidio en Gaza, representa la afirmación de que existe un límite que el poder no puede traspasar sin destruir su propia legitimidad. La rebeldía es la respuesta vital ante el absurdo de un sistema que pretende legislar sobre nuestra propia esencia carnal.
Finalmente, mi propuesta de una “brújula sin cielo” se nutre de este misterio: es la conciencia de nuestra finitud, el «ser-para-la-muerte» de Heidegger, lo que otorga peso a nuestra exigencia de justicia. La recuperación de la “Madre” como matriz biológica y espiritual es la defensa de la realidad frente a la quimera técnica que pretende rediseñarnos. Si el 2025 ha sido el año del naufragio de la palabra pública, debe ser también el año en que aprendamos a hablar de nuevo desde el silencio del Pesebre, desde la verdad de la carne que no miente y desde la rebeldía que se niega a aceptar la nada como destino.
Al cerrar este anuario, las preguntas son un imperativo existencial: ¿Es mi denuncia de la impunidad judicial y del asesinato de periodistas en Gaza un grito que puede horadar la sordera de un sistema que se ha vuelto verdugo? Si la justicia ha abandonado la presunción de inocencia y la política ha abrazado el exterminio bajo operativos militares en barriadas, ¿qué espacio nos queda para la libertad más allá de la rebeldía camusiana?
¿Es posible que la «esclavitud voluntaria» denunciada en marzo se haya vuelto el tejido mismo de nuestra cotidianeidad bajo el peso de la desinformación sistémica? ¿Podemos hablar de una brújula moral mientras el desamparo del alma es administrado por gobernantes que nos prefieren armados los unos contra los otros o sumidos en el macartismo? No obstante, persiste una luz. Mi esperanza para el 2026 no reside en salvadores externos, sino en la capacidad de reconstruir la comunidad desde la verdad de la carne y el coraje de nombrar al mal por su nombre.
¿Tendremos el valor de habitar la desolación con la dignidad de quien sabe que la defensa de lo humano es la única tarea que justifica el aliento? Quizás el mayor impacto emotivo de mi labor sea descubrir que, a pesar de la claudicación de las instituciones y la violencia de los poderes globales, aún somos capaces de indignarnos ante la impunidad y de arrodillarnos ante el misterio del Pesebre. Esa es nuestra última frontera: la negativa a ser nada en un mundo que nos invita, cada día, a desaparecer.
Referencias bibliográficas
· Arendt, H. (1993). Entre el pasado y el futuro: Ocho ejercicios sobre la reflexión política. Península.
· Camus, A. (1951). El hombre rebelde. Losada.
· Hegel, G. W. F. (2010). Fenomenología del espíritu. Abada Editores.
· Nietzsche, F. (2011). Así habló Zarathustra. Alianza.
· Prieto Femenía, L. (2025). Macartismo y anticomunismo: la persecución a la disidencia. El Litoral.
· Prieto Femenía, L. (2025). Ética de la guerra: el ataque a periodistas en Gaza. El Litoral.
· Prieto Femenía, L. (2025). Nepal y la generación de rebeldía: una lectura desde Camus. El Litoral.
· Prieto Femenía, L. (2025). Impunidad judicial en Argentina: el caso Alejandro Otero y las falsas denuncias. El Litoral.
· Prieto Femenía, L. (2025). ¿Por qué destrozaron la calidad educativa? La Voz de Rosario.
· Prieto Femenía, L. (2025). Analizando el declive intelectual de la razón eclesiástica. La Voz de Rosario.
· Prieto Femenía, L. (2025). El Pesebre ante la sombra de la intolerancia salvaje. Diario Siglo XXI.
· Prieto Femenía, L. (2025). La brújula sin cielo: moral, finitud y sentido desde el agnosticismo. La Voz de Rosario.
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Rescatan con vida a hombre que cayó de un puente a 40 metros de profundidad
Elementos de rescate de Comandos de Salvamento, junto a elementos de la Policía Nacional Civil (PNC), realizaron el rescate vertical de un hombre de 52 años, quien accidentalmente cayó desde un puente.
El hecho ocurrió en la colonia Santa Marta, comunidad Gallegos 2, al final del pasaje F, en San Salvador, cayendo aproximadamente a 40 metros de profundidad hasta el río Acelhuate.
El hombre fue identificado como Rafael Hernández, de 52 años de edad, quien fue rescatado y luego estabilizado en el lugar, para posteriormente ser trasladado a un centro asistencial para recibir atención oportuna.
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Anuncian circulación controlada sobre el bulevar Venezuela por reparaciones de ANDA
La Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA), anunció que para la noche de este lunes, tienen programadas las reparaciones de una fuga de agua potable ubicada sobre el bulevar Venezuela, por lo que el paso permanecerá restringido.
La intervención está programada sobre el carril exterior del bulevar, en sentido de oriente a poniente, en la 13° avenida sur en San Salvador Centro.
Por ello, entre las 9:00 p.m. y 4:00 a.m. del martes, el servicio de agua potable puede verse afectado en el Barrio Santa Anita, en el bulevar Venezuela y la 25 avenida sur.
Además, la circulación sobre la arteria será controlada, por lo que se le pide a la población tomar las medidas necesarias para evitar retrasos o accidentes.









