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¡Tome nota! Cuáles son los principales trastornos del lenguaje y cómo detectarlos
El lenguaje es un sistema de signos a través del cual los individuos se comunican entre sí. Estos signos pueden ser sonoros (como el habla), corporales (como los gestos) o gráficos (como la escritura).
Los trastornos del lenguaje son alteraciones que dificultan la comunicación oral, tanto para hablar como para entender lo que otras personas dicen.
Se dice que los problemas de lenguaje o trastornos de este son alrededor de catorce estos se consideran los más conocidos; sin embargo, ahora hablaremos sobre dos de ellos los cuales son, “Trastorno Especifico del Lenguaje” por sus siglas TEL, y “Dislalia funcional o trastorno fonológico”, pero antes de entrar de lleno a dichos trastornos o dificultades del lenguaje es necesario manejar de manera básica la explicación sobre el cerebro y la producción del lenguaje desde una arista La neurolingüística, ¿Qué parte del cerebro maneja el Lenguaje?
Los principales componentes del Lenguaje se encuentran ubicados en el hemisferio dominante. Esta dominancia está relacionada con la lateralidad. En el 95% de los casos las personas diestras tienen localizado el lenguaje en el hemisferio izquierdo, mientras que el 5% restante lo tienen localizado en el hemisferio derecho.
Por el contrario, los zurdos lo tienen representado en el hemisferio derecho en el 70% de los casos, un 15% en el hemisferio izquierdo y otro 15% de forma bilateral (en ambos hemisferios).
El hemisferio izquierdo es el encargado del Lenguaje verbal, tanto para el control motor cómo para la capacidad de análisis, así como, para solucionar problemas matemáticos. Se encarga del pensamiento lógico, racional y de la memoria. Es el más analítico de los dos y está especializado en extraer y almacenar información.

Brodmann y su mapeo Cerebral
Brodmann publicó la cito arquitectura de la corteza cerebral donde definió 52 áreas. Enumeró, asignó y describió cada una de sus funciones. Además, creó el mapa de la corteza cerebral dónde describió y asignó a cada una de las áreas una función.
Cerebro y Lenguaje: área de Broca y Wernicke
A lo largo de la Historia se ha intentado estudiar las áreas del cerebro cómo si estuviesen parceladas y aisladas unas de otras.
El área de Broca es la encargada de la producción del Lenguaje. Está especializada en producir un mensaje coherente tanto hablado cómo escrito, de esta forma se encarga de cifrar un mensaje coherente ya sea hablado (fonemas) o escrito (letras).
Mientras que, el área de Wernicke es la que se encarga de la comprensión del Lenguaje, aunque en los últimos estudios clínicos de la comunidad científica gracias a la Neuroimagen han podido demostrar que es más complejo de lo que se creía.
El Neurólogo Carl Wernicke fue el primero en describir un vínculo entre la producción y la imitación del Lenguaje. Su hipótesis se basó en describir lesiones de esta región cerebral, a partir de este descubrimiento, se consolidó la visión de que la comprensión auditiva del habla se le atribuye al área de Wernicke. Desde este punto de vista se considera el centro cerebral para la comprensión del Lenguaje.

Área de Broca
Localización y Funciones:
El área de Broca se sitúa en la tercera circunvolución frontal del hemisferio izquierdo, aunque para las personas zurdas se encuentra en el derecho.
En la actualidad el área de Broca se asocia a las siguientes funciones:
- Control ejecutivo de la producción del Lenguaje
- Construcción del lenguaje escrito y hablado
- Participa en el procesamiento semántico
- Encargada del procesamiento gramatical
- Secuenciación de elementos motores
- Construcción de elementos del árbol sintáctico de la producción verbal
- Área de Wernicke: Anatomía y Funciones
Los límites del área de Wernicke no están estrictamente delimitados en la bibliografía. Desde Wernicke se consideró que la primera circunvolución temporal es el área del procesamiento auditivo (conocida cómo área de Wernicke).
En la actualidad se conoce que el área de Wernicke asume las siguientes funciones:
- Reconocimiento visual
- Funciones semánticas del lenguaje
- Contribuye en circuitos cerebrales implicados no sólo con la comprensión del Lenguaje sino también con la producción.
- Reconocimiento auditivo de palabras
- Procesamiento fonológico y semántico
- Discriminación fonológica
- Conocimiento léxico
- Reconocimiento semántico de palabras
La comprensión del Lenguaje más allá de las palabras requiere un circuito cerebral complejo.
Cabe mencionar que, la capacidad para hablar o comprender no puede delimitarse en áreas localizadas, sino que estas capacidades están perfectamente coordinadas mediante circuitos cerebrales.
El trastorno específico del lenguaje (SLI, por sus siglas en inglés), es un trastorno de la comunicación que interfiere en el desarrollo de las habilidades del lenguaje en niños que no tienen pérdida de audición o discapacidad intelectual.
El trastorno específico del lenguaje puede afectar el habla, la capacidad para escuchar, la lectura y la escritura de los niños. También, se le conoce como trastorno del desarrollo del lenguaje, retraso del lenguaje o disfasia del desarrollo.
Este es uno de los trastornos del desarrollo más frecuentes y afecta aproximadamente a entre el 7% y el 8% de los niños que van al jardín de infantes (kínder). Por lo general, los efectos de este trastorno continúan en la edad adulta.
Dislalia funcional o trastorno fonológico
El trastorno fonológico o dislalia consiste en una dificultad tanto en la producción de determinados fonemas como en la elección de los sonidos que constituyen una palabra y su ubicación dentro de la misma (Pavez, 1990). Se concibe como una alteración en la estructura de la palabra que puede producir, en algunos casos, un lenguaje incomprensible.
Al empezar a hablar, la mayoría de los niños muestran una inmadurez expresiva en la pronunciación de algunos sonidos y palabras; sin embargo, a la edad de 3 años, se espera que al menos la mitad de lo que el niño dice sea inteligible para un extraño.
A los cuatro o cinco años, el niño debería producir la mayoría de los sonidos correctamente, aunque algunos de los sonidos más difíciles, pueden no ser completamente correctos, incluso hasta los 7 u 8 años.
Los niños con trastorno fonológico suelen sustituir, omitir o cambiar los sonidos. Estos errores pueden hacer que, para otras personas, su discurso resulte difícil de entender. Los tipos de errores más comunes son:
Sustitución:
Sucede cuando se pone la posición de los órganos fonadores en la forma que corresponde a otro fonema (ej. “calne” por “carne”).


Distorsión o deformación:
Ocurre cuando se coloca una posición intermedia entre dos fonemas, lo que da lugar a un sonido indefinido debido a que se produce un sonido poco claro (ej. el ceceo ante la s).
Omisión:
Cuando algunos sonidos requeridos no son pronunciados (ej. “libo” por “libro”).
Inserción o adición:
Pronunciación de fonemas que no se corresponden con la estructura de la palabra (ej. “boroma” por “broma”).
Inversiones:
Cambio en el orden de los fonemas (ej. “cocholate” por “chocolate”).
Existen algunos fonemas que presentan mayor número de problemas, y que al mismo tiempo coinciden con ser los últimos en adquirirse evolutivamente, estos fonemas son: l, r, s, z, ch.
Según las clasificaciones diagnósticas actuales, el trastorno fonológico se diagnostica en ausencia de causas sensoriales (dislalia audiógena), funcionales o motrices (dislalia funcional), considerándose entonces como una alteración del habla como consecuencia de una inmadurez persistente del lenguaje durante la fase del desarrollo del niño.
El trastorno fonológico y la lectoescritura
En cuanto a la adquisición de las habilidades lectoras, diversos estudios indican que algunos niños con trastorno fonológico presentan también un déficit en la conciencia fonológica (Bird, Bishop y Freeman, 1995; Webster y Plante, 1992; Hodson, 1998; Cowan y Moran, 1996). Es decir, manifiestan dificultades para identificar y manipular explícitamente las unidades fonológicas de la palabra hablada y, consecuentemente para reflexionar sobre el componente fonológico de la lengua (Gombert, 1992).
Por otro lado, una buena adquisición de las habilidades metafonológicas se relaciona con un adecuado desarrollo del lenguaje oral (Orellana, 1996), ya que, si el niño tiene dificultades a nivel fonológico, difícilmente podrá reflexionar sobre este componente del lenguaje.

Por: Bryan Danilo Sorto Gonzalez, Terapista en Educación Especial
Bryan Danilo forma parte de Centro Integral de Salud, ubicado en el Boulevard constitución, Residencial Montebello, pasaje Izalco, casa #5, en San Salvador. Las personas interesadas pueden llamar al 2519 2811. También, pueden conseguir muchos recursos útiles en el sitio Web https://bit.ly/3sM5lzR
Opinet
Navidad, tiempo y carne: una reflexión filosófica sobre interrupción, encarnación y cuidad
Por: Lisandro Prieto Femenía
“El tiempo no es una serie de instantes; es la unidad en la que se despliega la memoria, la presencia y la esperanza”: Paul Ricoeur, Tiempo y relato, 1984, p. 23
La navidad, en la plenitud de su misterio litúrgico y trascendiendo la superficialidad de sus ritmos comerciales, exige ser reconocida como un acontecimiento central en la filosofía del tiempo. Nuestra reflexión no parte de una neutralidad secular, sino que se enraíza en la tradición cristiana, la cual sostiene que lo sacro no puede ser despojado, sino que el fundamento ineludible de toda verdad. Partiendo de esta base, y al trazar las convergencias entre las meditaciones de San Agustín, Martin Heidegger y Paul Ricoeur, se propone que la navidad constituye una experiencia temporal que interrumpe la linealidad cronológica (“chronos”) y, en su lugar, despliega un tiempo cualitativo, “kairológico”, capaz de reconfigurar la memoria, el presente y la esperanza.
En este sentido, la aproximación de San Agustín es fundacional. El obispo de Hipona observa en sus “Confesiones” que la experiencia del tiempo es una dificultad inherente al alma que recuerda, espera y atiende, al punto de formular su célebre aporía: “si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo a quien me lo pregunta, ya no lo sé” (Agustín de Hipona, Confesiones, Libro XI, 1999, p. 267). Esta dificultad no sólo diagnostica la complejidad antropológica de nuestra relación con el tiempo, sino que simultáneamente abre la puerta a la posibilidad de que ciertos acontecimientos- como el nacimiento- instauren una vivencia temporal radicalmente distinta. En ella, la presencia adquiere su espesor particular, y la memoria del pasado, junto con la esperanza del futuro, se entretejen en una unidad vivificante.
Para comprender la naturaleza de esta interrupción, es indispensable acudir a la analítica existencial. Martin Heidegger, en su estudio sobre el “Dasein” (el Ser-ahí), nos recuerda que la temporalidad no es la sucesión externa del “ahora”, sino la estructura interna que constituye a ese ser que, irremediablemente, existe proyectándose hacia la muerte. La navidad, al introducir el acontecimiento del “nacimiento” como quiebre absoluto, actúa como una fisura en esa temporalidad proyectiva.
De este modo, se revela la historicidad profunda del presente y se muestra la posibilidad de un tiempo que no se agota en la productividad ni en la simple sucesión de tareas. Esta experiencia permite reconocer el “kairos”: un “momento oportuno” cuyo valor no reside en la duración (chronos), sino en la intensidad de su significado y su capacidad para transformar la existencia. Este diagnóstico es completado por Paul Ricoeur, quien propone la narratividad como el horizonte en el que la memoria y el futuro logran articularse en una trama coherente de sentido, por lo que la navidad funciona como un hito narrativo fundamental que reinscribe la biografía individual y colectiva en clave de esperanza (Ricoeur, Tiempo y relato, 1984, p. 45).
La precitada urdimbre filosófica y temporal nos conduce directamente al problema de la encarnación. Si, como sostiene la inmutable tradición filosófica y teológica, lo divino asume la fragilidad humana, la vertiente ética de la navidad adquiere una relevancia ineludible. Al respecto, Santo Tomás de Aquino, al reflexionar sobre la unión hipostática, subraya que el Verbo no anula la condición humana, sino que la dignifica mediante su unión con lo divino (Suma Teológica, I, q. 8–14, ed. 2003, p. 112). Esta dignificación se produce a través de la humildad, un misterio que Hans Urs von Balthasar designa como la “kenosis”, el vaciamiento o despojamiento en el que la gloria se manifiesta paradójicamente en la bajeza y la vulnerabilidad.
Desde una perspectiva filosófica-práctica, Emmanuel Lévinas aporta una dimensión ética que es crucial: el rostro del “Otro” que se presenta en su fragilidad, reclamando una responsabilidad incondicional. Si, como se postula desde la fe, lo sagrado se manifiesta precisamente en esa fragilidad, la respuesta ética se convierte en el imperativo primordial. Lévinas llegó a afirmar que “la ética es la primera filosofía” (Totalidad e Infinito, 1961, p. 48), y desde esta radical prioridad, el misterio de la Encarnación puede leerse como un llamado a reconocer el valor intrínseco e irreductible de cada vida. Por lo tanto, la conclusión práctica de esta perspectiva es categórica: la vulnerabilidad que la figura del “Niño” revela no admite mitigaciones retóricas, sino que exige prácticas concretas de protección, acompañamiento y reconocimiento.
Precisamente, esta reivindicación de la dignidad del ser frágil entronca directamente con cierta filosofía de la esperanza. Sobre este particular, Ernst Bloch, por ejemplo, propone una ontología de la esperanza que concibe el futuro no como algo meramente pasivo, sino como un factor efectivo en el presente: la esperanza es, en esencia, motor histórico y principio de utopía (Bloch, El principio esperanza, 1959, t. I, p. 12).
De esta forma, si la navidad instituyera un horizonte esperanzador, no se trataría de un consuelo inerte, sino de una activación práctica de la posibilidad. La promesa divina se convierte así en una obligación humana de trabajar activamente por su realización. En esta línea, pensadores como Gabriel Marcel, con su énfasis en la fidelidad y la presencia, y Søren Kierkegaard, al reflexionar sobre la paradoja de la fe, recuerdan que la esperanza cristiana no se alcanza disolviendo la duda, sino habitándola, convirtiéndola en una espera activa. En un mundo que percibimos totalmente desencantado, esperar significa sostener la tensión entre ausencia y promesa, abrazando la incertidumbre sin renunciar jamás a la exigencia transformadora que toda esperanza auténtica implica para el sujeto.
No obstante frente a estas dimensiones filosóficas, existenciales y éticas, se alza nuestra crítica a la mercantilización de lo sagrado. Sobre este aspecto, Max Horkheimer y Theodor Adorno denunciaron cómo la industria cultural invade la experiencia simbólica, transformando el ritual en mera mercancía (Dialéctica de la Ilustración, 1947, p. 99).
Esta crítica ha sido ampliada en el contexto contemporáneo por Zygmunt Bauman y Byung-Chul Han, quienes señalan respectivamente cómo la sociedad líquida y la cultura del rendimiento convierten las prácticas festivas en espectáculo y consumo vacío, pervirtiendo la hospitalidad y vaciando el sentido profundo del don. Si la navidad se reduce a varias transacciones de compraventa, el don pierde su gratuidad y la hospitalidad su imprevisibilidad.
Ante esto, surge entonces la pregunta fundamental: ¿Qué queda del “dar sin retorno” cuando el sistema social funciona exclusivamente por el intercambio y la visibilidad? La respuesta a este dilema implica la recuperación urgente de “don” (gift) como un modo relacional que resiste frontalmente a la lógica mercantil.
Consecuentemente, el nacimiento, entendido como un llamado existencial al “cuidado”, despliega una ética del acompañamiento. Esta visión encuentra eco en las reflexiones de Carol Gilligan sobre la voz de la responsabilidad interdependiente y en Martha Nussbaum, quien reclama la centralidad de las capacidades humanas como fundamento de cualquier orden ético. Por ello, Lévinas, al centrar la obligación moral en la respuesta al rostro que demanda, ofrece las herramientas para una pedagogía de la vulnerabilidad inherente a la “Natividad”. Esta pedagogía implica una formación de la sensibilidad moral, un aprendizaje para atender, para permanecer y para custodiar al otro en su fragilidad. Esto, a su vez, exige la articulación de instituciones, prácticas y una cultura que priorice, de manera efectiva, el cuidado por sobre la competitividad, el consumo y la eficacia.
Paralelamente a la dimensión ética, la navidad contiene una profunda dimensión contemplativa que nos remite al silencio y a la noche como espacios idóneos para la interioridad. Heidegger, nuevamente, nos habla de la llamada a la consciencia del ser; María Zambrano postula la razón poética como una forma de pensamiento que recupera la profundidad y Simone Weil reivindica la atención como la forma suprema de la caridad contemplativa. En una sociedad saturada de estímulos y de ruido constante, la navidad se presenta como una posibilidad de retorno a la escucha, una oportunidad para cultivar ese recogimiento y esa atención que hacen posible la experiencia transformadora. El silencio, en esta lectura, no es un mero retiro, sino una condición epistemológica y moral que permite percibir aquello que la prisa y el “chronos” ocultan.
Un último factor que nos queda por analizar es la persistencia del mito del nacimiento divino en diversas culturas, lo cual nos invita a considerar su valor simbólico y arquetípico. Mircea Eliade mostró cómo los mitos reestructuran el tiempo en ciclos de nacimiento y renovación (Eliade, Mito y realidad, 1963, p. 78). En una línea similar, Carl Gustav Jung, en su lectura de los arquetipos, situó al niño como símbolo de lo emergente, de la posibilidad de la novedad radical en la psique colectiva. Ricoeur, una vez más, nos ofrece la mediación narrativa que permite traducir el mito en una identidad compartida por una comunidad. Así, el reintegro periódico de la figura del niño señala una necesidad humana inmutable de reabrir horizontes de sentido frente a la fatiga histórica.
Este simbolismo se hace carne en la iconografía misma del pesebre- Dios hecho Hombre, naciendo en un establo-, que plantea interrogantes esenciales sobre la hospitalidad y la extranjería que resuenan profundamente en la ética de Lévinas. Al nacer lo sagrado fuera del centro de la civilización, en un espacio de indignidad y marginalidad, la tradición nos confronta con la pregunta sobre cómo tratamos al extranjero, al pobre y al marginado. La escena evoca una ética de la acogida que interpela a las sociedades contemporáneas y obliga a preguntar: ¿por qué siguen siendo los espacios de indignidad los lugares del verdadero acontecimiento de la humanidad?
La alegría que inaugura la navidad, por último debe ser rigurosamente distinguida de la mera diversión. Baruch Spinoza entendía la alegría como el aumento de la potencia de actuar; Friedrich Nietzsche, por su parte, valoraba la afirmación de la vida en su coraje creativo y C.S. Lewis nos habló de una “sorpresa gozosa” que trasciende la premura del entretenimiento. La alegría profunda que podría albergar la navidad es, en este sentido, una virtud que transforma la existencia y que reconcilia la dicha con la responsabilidad ética.
Como siempre, queridos lectores, concluimos esta humilde reflexión con un apartado crítico y reflexivo. Si la navidad, en su esencia filosófica y teológica, ofrece una interrupción kairológica, una encarnación que dignifica la fragilidad y una pedagogía de la esperanza y del cuidado, su traducción efectiva a la vida social y existencial no está de ninguna manera garantizada. La provocación final que emana de este análisis es inherentemente ética y existencial, puesto que, si la navidad es el lugar donde lo divino y lo humano se encuentran en la máxima fragilidad, entonces cada encuentro con el excluido, con el niño, con el forastero se convierte en una posible epifanía que exige una respuesta inmediata.
Por consiguiente, es preciso indagar si la sociedad posmoderna, obsesionada con la eficacia, el consumo y la producción incesante, posee la entereza necesaria para mantener esa capacidad de asombro que rompe la inercia de la rutina y demanda una acción concreta en favor de los vulnerables. En la misma línea crítica, es necesario plantear la cuestión de si la experiencia radical del nacimiento, ese kairos de intensidad significante, logrará resistir a la lógica mercantil que no cesa de vaciar su contenido simbólico, trivializándolo en un simple producto de consumo. Esta encrucijada nos obliga a enfrentarnos al rostro del “Otro”: ¿responderemos a esta demanda con una auténtica hospitalidad, que implica la acogida radical del forastero, o nos replegaremos en la mera indiferencia de quien no desea ver interrumpida su propia comodidad?
Finalmente, la interpelación se centra en la trascendencia de la esperanza. Hemos de discernir si convertiremos la promesa de la esperanza en un proyecto común y operativo, movilizando la acción transformadora que le es inherente, o si la relegamos a la pasividad estéril de la mera nostalgia por un tiempo que ya fue. La pregunta queda abiertamente planteada, y es en esa apertura radical donde reside la llamada más exigente de la navidad: la obligación de transformar el tiempo en cuidado, la memoria en compromiso y la promesa en acción.
Referencias Bibliográficas
- Adorno, T., & Horkheimer, M. (1947/2007). Dialéctica de la Ilustración: Fragmentos filosóficos. Madrid: Trotta. (p. 99).
- Agustín de Hipona. (1999). Confesiones (edición bilingüe o traducida). Madrid: Gredos o Biblioteca de Autores Cristianos. (Libro XI, p. 267).
- Bloch, E. (1959/1980). El principio esperanza (t. I). Madrid: Aguilar. (p. 12).
- Gilligan, C. (1982/2013). In a Different Voice: Psychological Theory and Women’s Development. Cambridge, MA: Harvard University Press. (Sobre la voz de la responsabilidad).
- Han, B. C. (2014). Psicopolítica. Barcelona: Herder. (Sobre la sociedad del rendimiento).
- Heidegger, M. (1927/1976). Ser y tiempo. Madrid: Alianza. (Análisis del Dasein y la temporalidad).
- Jung, C. G. (1964). Símbolos de transformación. Madrid: Alianza. (Reflexiones sobre arquetipos y el niño).
- Kierkegaard, S. (1846/2000). Temor y temblor. Madrid: Trotta. (Paradoja de la fe).
- Lewis, C. S. (1952/1996). Sorprendido por la alegría. Barcelona: Ediciones Rialp. (Sobre la experiencia de la alegría).
- Lévinas, E. (1961). Totalidad e Infinito. Madrid: Alianza. (p. 48).
- Marcel, G. (1951). Ser y tener. Madrid: Ediciones Sígueme. (Reflexiones sobre la presencia y la fidelidad).
- Mircea Eliade. (1963). Mito y realidad. Madrid: Guadarrama. (p. 78).
- Nussbaum, M. (2011). Crear capacidades: la reconstrucción del ideal liberal (traducción española). Madrid: Paidós. (Sobre capacidades y dignidad).
- Paul Ricoeur. (1984). Tiempo y relato (t. I). Madrid: Ediciones Cristiandad. (pp. 23, 45).
- San Juan Crisóstomo. (s. IV/V). Homilías (ed. y traducciones modernas en español). Madrid: Biblioteca de Patrística (citada en relación con la metáfora del pesebre).
- Spinoza, B. (1677/2005). Ética. Madrid: Alianza. (Definición de alegría).
- Tomás de Aquino. (ed. 2003). Suma Teológica (I, q. 8–14). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. (p. 112).
- Von Balthasar, H. U. (1961-1969). Gloria: una estética teológica. Madrid: Encuentro. (Concepto de Kenosis).
- Weil, S. (1951). La gravedad y la gracia. Madrid: Trotta. (Concepto de atención/caridad).
- Zambrano, M. (1989). Filosofía y poesía. México: Fondo de Cultura Económica. (Razón poética).
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Internacionales
Asesinan a un hombre para ofrecer el servicio funerario a su familia
Autoridades de la Policía Nacional Civil de Guatemala capturaron a dos trabajadores de una funeraria, luego de que un hombre fuera localizado sin vida dentro de un establecimiento situado en el kilómetro 60 de la ruta a Taxisco, caserío Las Flores, en Escuintla.
Según la PNC, los detenidos fueron sorprendidos dentro de una habitación de la funeraria junto al cuerpo de la víctima. De acuerdo con la información oficial, el hombre habría sido llevado al lugar bajo engaños, donde fue amarrado y posteriormente atacado con un arma blanca hasta causarle la muerte.
Los capturados fueron identificados como Kevin “N”, de 26 años, y Ángel “N”, de 20 años, quienes no brindaron explicación sobre el hecho. En el lugar se localizó un cuchillo, el cual fue embalado como evidencia. El caso continúa bajo investigación para determinar más responsabilidades.
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Raphinha y Yamal apuntalan el liderato del Barça en Villarreal
Durante meses, el encuentro Villarreal-Barcelona acaparó titulares por el plan, luego abortado, de LaLiga española de deslocalizarlo a Miami: el partido se jugó finalmente este domingo en casa del equipo amarillo y los visitantes catalanes se impusieron 2-0.
Con esta decimoséptima jornada, la última de 2025 en España, el Barça mantiene cuatro puntos de ventaja sobre el segundo, Real Madrid, que venció el sábado 2-0 a Sevilla, y se aseguró además matemáticamente el título anecdótico y honorífico de «campeón de invierno» (líder de LaLiga al término de la primera vuelta).
La presión apenas se notó para el equipo azulgrana en el Estadio de La Cerámica, donde el cuadro culé se adelantó pronto, en el minuto 12, con un penal provocado y transformado por el brasileño Raphinha, que poco después rozó el segundo al enviar al larguero.
La sentencia del líder esperó al minuto 63, cuando Lamine Yamal aprovechó una serie de rechaces en el área para terminar enviando un potente golpeo que terminó de hundir al Submarino Amarillo.
Entre medias, Villarreal había visto cómo le anulaban el empate por fuera de juego previo a un autogol de Jules Koundé y sobre todo había quedado herido por la expulsión del portugués Renato Veiga, que dejó a los locales con diez hombres en el 39.
Barcelona tendrá por lo tanto un plácido final de año y dos semanas de total calma, hasta que retome la competición el sábado 3 de enero con el derbi ante Espanyol, antes de emprender viaje a Arabia Saudita para jugar la Supercopa de España.
Descanso navideño
«Villarreal es un equipo fantástico, son jugadores muy rápidos, así que estoy feliz por este triunfo», dijo el entrenador Hansi Flick a DAZN.
«Lo que más me gustó del partido de hoy fueron los tres puntos. Mi equipo está algo cansado, pero la mentalidad que mantiene es impresionante», destacó.
La única mala noticia que le deja el partido de este domingo fue el cambio por un problema físico de Koundé en la recta final, cuando el choque estaba ya decidido, aunque Flick quitó gravedad después a ese contratiempo.
Por contra Villarreal cierra así un mal mes de diciembre, en el que ha quedado virtualmente eliminado en la Liga de Campeones europea y directamente KO en la Copa del Rey, tras caer el miércoles pasado ante un equipo de segunda división, Racing de Santander, por 2-1.
Pierde además su lugar en el podio de LaLiga y baja al cuarto lugar, cediendo el tercer puesto a Atlético de Madrid, que en el primer turno del domingo ganó 3-0 a Girona.
Villarreal queda a dos puntos de Atlético, a siete de Real Madrid y ya a once de Barcelona. Tiene, eso sí, dos partidos disputados menos que ese trío de cabeza.








