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COVID-19 e integración regional. Marruecos y África ejemplo para Centroamérica

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El COVID-19 es un fenómeno que desbordó la salud pública para configurarse como el factor dinámico que -para mal y para bien- está cambiando tanto las relaciones internacionales como la economía global.

El COVID-19 ha recibido, aún en bloques de naciones con profundo arraigo como la Unión Europea (UE), una respuesta fundamentalmente nacional. Mientras en Hungría el primer ministro Viktor Orban aprovechó la crisis sanitaria para concentrar más poder unipersonal en contracorriente de los principios y valores democráticos de su país y la UE; en Suecia, se apeló a la educación del pueblo para balancear las medidas sanitarias con las libertades individuales, y nunca sometieron a cuarentena a la población; mientras Italia, Francia y España, experimentaron la mayor cantidad de muertes desde la Segunda Guerra Mundial, sufrimiento extremo al que se sumó el Reino Unido un mes después. De hecho, cuando escribimos estas líneas, los tres países mediterráneos alcanzan un alivio por fin en sus cifras de muertes y nuevos contagios, en contraste con el Reino Unido que recorre el tramo ascendente de la crisis con el antecedente de su primer ministro hospitalizado por COVID-19.

Los efectos de la pandemia -en Asia, África, y América Latina y el Caribe- también han sido heterogéneos, pero en el curso de la emergencia se observan indicadores comunes sobre los cuales reflexionaremos en este artículo.

Wuhan está localizada en el centro de la vasta región sureste. Su posición es privilegiada y así lo exhibe la historia china tanto por su ubicación en la cuenca del Río Yangtzé (“el Gran Río”) como por su recorrido de más de 900 kilómetros hasta Shanghai y el Océano Pacífico. La transición china de economía emergente a potencia económica globalizada, con los terribles saldos medioambientales por todos conocidos, envolvió a Wuhan para bien y para mal. Por ello, la propagación del coronavirus estaba asegurada por la conectividad global del Siglo XXI pero China hizo muy poco o casi nada para su contención, por el contrario, ocultó la existencia de este nuevo virus hasta que las muertes en Wuhan desbordaron el control político del Partido Comunista y el silencio que había mantenido el director de la Organización Mundial de la Salud (Napoleón Campos, El Diario de Hoy, “Coronavirus. Historia y Globalización”. 04/03/2020, p. 17) El debate sobre su origen -si natural o en laboratorio- está ya abierto y difícilmente será zanjado por China ante la demanda tanto de investigaciones desde Australia pasando por Europa hasta Norteamérica como de reparación ante la recesión económica mundial.

Curiosamente, las naciones en el vecindario chino no han sido las más afectadas por el COVID-19. La frontera entre China y Corea, antes de la división entre Norte y Sur durante la Guerra Fría, era de casi 1,500 kilómetros. Corea del Sur, viejo amigo y cooperante de Centroamérica, se ha erigido como ejemplo en el combate anti-coronavirus: para mayo no registra ni fallecidos ni nuevos contagios. En la India, el país más poblado del planeta después de China (la frontera entre India y China es de más de 3 mil kilómetros), donde se registró el primer contagiado tan pronto como el 30 de enero y se temió lo peor, al 5 de mayo el coronavirus está relativamente contenido pues los contagiados confirmados son de 47 mil, con casi 13 mil recuperados y tan sólo 1,600 fallecidos. El primer ministro, Narendra Modi, manifestó el 27 de abril que la economía del país se encontraba en «buen estado» y pidió que se extendieran las medidas de restricción de movimientos por el coronavirus en los principales focos de contagio del país. «No existe motivo alguno para preocuparse por la situación económica», dijo Modi. Insistió en que el confinamiento podía ser levantado en algunas regiones. Modi solicitó a las autoridades de las diferentes regiones a preparar un plan de retorno a la «normalidad».

En América Latina y el Caribe (ALC), nuestro hermano centroamericano, Costa Rica, está por ponerle fin a la pandemia. Costa Rica es refugio de miles de nicaragüenses que huyen de la tiranía de Daniel Ortega; su proeza sanitaria es de aplaudir por haber conquistado un balance nada fácil entre población residente y un flujo de refugiados a mediana escala. Al 4 de mayo, ALC registran alrededor de 280 mil contagiados y 15 mil fallecidos la mayoría en Brasil (más de 8 mil muertes) seguido por México (2,271) y Ecuador (1,569). Las cifras son relativamente bajas en comparación a EEUU y Canadá en contagios y fallecidos. En las Américas, a ALC -con una población de 650 millones de habitantes, el doble de la de EEUU- corresponden tan sólo el 17 % de contagios confirmados y el 8 % de los fallecidos. Lamentablemente, al igual que en la UE, a pesar de los esquemas de integración regional y hemisféricos, la respuesta ha sido nacional como ya señalamos punteando Costa Rica como la salida más exitosa ante la crisis sanitaria.

En África, un continente con 1.3 mil millones de habitantes (el doble de ALC), los liderazgos históricos se han expresado también ante la pandemia robusteciendo, afortunadamente, la integración regional. El rey de Marruecos, Mohamed VI, lanzó el 15 de abril una propuesta a los mandatarios africanos para combatir la pandemia de manera conjunta y coordinada. El monarca marroquí alentó a configurar un cuadro operativo para la gestión concertada durante el curso del coronavirus. “Se trata de una iniciativa pragmática y orientada hacia la acción que permita que se compartan las experiencias y buenas prácticas con vistas a hacer frente al impacto sanitario, económico y social de la pandemia”, recogió un comunicado oficial de Marruecos.

La iniciativa del Rey Mohammed VI fue calificada como «no solo práctica y realista, sino también inclusiva y de sentido común» por el Vicepresidente Ejecutivo de la Academia Diplomática Africana, Mohamed H’Midouche. El enfoque participativo, que sustenta esta iniciativa, se fundamenta en los métodos de gestión más modernos, subrayó H’Midouche: el intercambio de «mejores prácticas» y la adopción de un enfoque de gestión basado en los resultados (incluidos los indicadores de desempeño), los cuales facilitarán el monitoreo y la evaluación de la matriz de acciones a ser aprobadas y adoptadas por los Jefes de Estado africanos en las próximas semanas.

El 20 de abril, la entidad legislativa de la Unión Africana (UA), el Parlamento Panafricano (PAP), con sede en Sudáfrica, saludó la iniciativa del monarca marroquí y destacó la trascendencia de compartir los conocimientos y la tecnología para enfrentar el COVID-19. La UA es la entidad hemisférica de África (el equivalente de la OEA). De hecho, los términos de inclusión y sentido común contenidos en la iniciativa del Rey de Marruecos están siendo ejecutados a cabalidad por el mismo Centro de Control de Enfermedades de la UA, con sede en Etiopía; sirva de ejemplo la fase de ensayos clínicos del té de hierbas patentado por el gobierno de Madagascar cuya base es la Artemisa (Artemisia Vulgaris) utilizada tradicionalmente para la cura del paludismo. El gobierno de Madagascar reporta ahora que el té es efectivo para curar y prevenir el coronavirus tras siete días de consumo. El té es distribuido masiva y gratuitamente, y goza de la aceptación entre los 27 millones de habitantes de la isla que reporta tan sólo 151 contagios y ningún fallecido.

Al 4 de mayo, los 55 Estados miembros de la UA registran casi 50 mil casos confirmados de contagio por COVID-19 y 2 mil fallecidos. Para quienes pensaron que el relativo subdesarrollo de no pocos países africanos iba a desembocar en una mortandad, las cifras como vemos son alentadoras: el gigante poblacional, Nigeria, de 200 millones de habitantes, a la fecha registra 2,800 contagios y menos de 100 fallecidos; el otro gigante, Sudáfrica, de 60 millones de habitantes, reporta casi 8 mil contagios y 138 fallecidos.

Como ya lo he señalado en otras de mis publicaciones en CRONIO, Marruecos, con una población de 37 millones, comparte con nosotros temas y problemáticas de interés nacional, regional, y mundial, al tiempo que Marruecos es socio extrarregional del Sistema de la Integración Centroamericana. Si bien en su territorio se registran, a la fecha, 5,200 contagiados confirmados, los fallecimientos son menos de 200, sin embargo, como lo anunció el 24 de abril su Ministro de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, al menos 341 marroquíes han fallecido en el exterior por coronavirus fundamentalmente en países de Europa. México reportó, oficialmente el 29 de abril, que 567 de sus connacionales habían muerto en el mundo por COVID-19 (2,271 fallecidos en territorio mexicano). A finales de abril, los países del “Triángulo Norte” reportaron como connacionales fallecidos en el exterior por COVID-19: El Salvador, 122 (13 en territorio nacional); Guatemala 64 (19 en territorio nacional), y Honduras a 39 (83 en territorio nacional). Debemos reconocer que las diásporas han puesto su cuota de sacrificio ante la pandemia.

La iniciativa de integración regional y combate al COVID-19 del Rey de Marruecos para África daría positivos frutos en Centroamérica donde ha predominado la lógica de “sálvese quien pueda”. Frente al éxito de Costa Rica destaca, lamentablemente, la tiranía de Daniel Ortega en Nicaragua. El 7 de abril, la directora de la Organización Panamericana de la Salud expresó la preocupación de su organización “por la respuesta al COVID-19 que se ve en Nicaragua”. Consideró “inadecuados la prevención y el control del COVID-19 en Nicaragua”. En El Salvador, a los errores en la aplicación de las medidas sanitarias como los primeros “albergues” donde confinaron viajeros de todos los orígenes que arribaban al aeropuerto internacional Oscar Arnulfo Romero, las aglomeraciones propiciadas por el propio gobierno el 30 de marzo para recibir un bono de US$ 300 y las decisiones penitenciarías hacinando aún más a los presos en las cárceles, se suman los irrespetos al Estado de Derecho, a la Independencia Judicial, a la Separación de Poderes y a la institucionalidad democrática. Un deterioro jurídico y político no visto en El Salvador desde la firma de los Acuerdos de Paz en enero de 1992.

Como si la crisis sanitaria no fuera suficiente, los países centroamericanos enfrentan la caída de las remesas que envían los paisanos desde el exterior junto al desplome de su productividad nacional y de las exportaciones demandadas desde EEUU por el shock en el consumo y la destrucción de empleos (30 millones de solicitudes para beneficio por desempleo había recibido el gobierno estadounidense a finales de abril, un indicador de la recesión en curso siendo del 4.8% la caída del PIB). Honduras reporta entre el 13 de marzo y el 13 de abril una baja en las remesas del orden del 43%. Los bancos centrales de El Salvador y Guatemala reportan disminuciones intermensuales de febrero a marzo del 3% y el 8%, respectivamente. El desplome se profundizará de abril-mayo en adelante.

Las remesas juegan el doble rol: evitan que miles de familias caigan en la pobreza y sacan de la pobreza a miles de familias más. Su disminución, en este contexto de vulnerabilidad, se traducen en hambre entre la población. Y de agudizarse el hambre habrá más migrantes -seguramente hasta nuevas caravanas- hacia el norte del continente. De hecho, la última caravana salió de Honduras apenas el 1 de febrero pasado. Estos factores son claves en la ecuación política que esperamos de cada gobierno, y de la región centroamericana en su conjunto, para la reconstrucción post-coronavirus. De no hacerlo, se precipita una crisis humanitaria no vista desde las guerras civiles del siglo pasado que desbordará los daños por la pandemia.

Una última reflexión.

Cuando se inicien las vacunaciones masivas a finales del 2020 y principios del 2021, el COVID-19 será una página por pasar en la historia de cada uno, de cada familia, de cada colectividad. El COVID-19, para entonces, habrá causado cientos de miles de muertes y millones de contagios, y millones más padecerán traumas emocionales por las pérdidas sufridas y las cuarentenas forzosas, si bien a la larga los daños serán limitados y acotados, y el mundo entero estará mejor preparado para futuras epidemias. Pero, el futuro no estará cifrado allí sino en las heridas para la convivencia ciudadana sobre todo en los países donde se respondió a la crisis sanitaria con autoritarismo, con violaciones a los Derechos Humanos, y sin audacia política. Estas heridas tardarán muchos años en sanar.

Por Napoleón Campos.

Especialista en Temas Internacionales.

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¡Necesitamos Un Nayib Bukele!: Mi Viaje A El Salvador

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Por David Fernández
Abogado, Teólogo y Periodista Bilingüe

En junio de 2024 tuve la experiencia que millones de latinoamericanos y ciudadanos del resto del mundo desean tener: visitar a El Salvador del Presidente Nayib Bukele, ¡y vaya que me gocé esa experiencia!

Amigos, conocidos y hasta desconocidos en mis redes sociales me enviaban sus comentarios con una envidia de la buena. De hecho, todavía me sorprenden la cantidad de reacciones que tuvieron mis fotos posteadas desde ese hermoso país, y al final casi todos los comentarios incluían la pregunta, ¿son ahora realmente seguras las calles en El Salvador? ¿Es verdad lo que se dice de ese país internacionalmente? Y mi respuesta contundente y con una sonrisa siempre fue: es cierto, es realmente seguro andar por las calles de cualquiera de los municipios de El Salvador, y ojalá este bien nunca cambie. Y eso es mucho decir, en particular de parte de este ciudadano de origen colombiano.

Mi país es conocido internacionalmente por muchísimas cosas buenas, pero también por otras nada aplaudibles, siendo la violencia una de esas. Además, después de haber estado en 14 países en 3 continentes, y ver la difícil realidad que se vive en muchos lugares de mi país, y compararlo con otros lugares pacíficos en los que he estado, siempre me daba curiosidad confirmar esa nueva realidad en El Salvador. Claro que ese país tiene varios retos, como todos, y los está enfrentando, pero el terrible cáncer de la violencia ya fue conquistado, y por ello me uno a cientos de millones de voces de alrededor del mundo que afirman, “¡necesitamos un Nayib Bukele en mi país!”.

Me encantó ver a los turistas, tanto en el aeropuerto en San Salvador como en un paso fronterizo por el que crucé para ir a Guatemala, detenerse para tomar fotos ante el retrato de tan celebrado presidente junto con la bandera de ese gran país; por mi parte, con gusto me tomé las mías. También, era una alegría para mí caminar por tantas calles de varios municipios (incluyendo alrededor de la nueva biblioteca BINAES, construida en el centro de la capital por el gobierno de China) donde las maras y los criminales en general les habían quitado la paz a los ciudadanos de todas las edades, pero que ahora todos, incluidos los extranjeros, podíamos caminar sin miedo al crimen las 24 horas del día. ¡Y esto cuánto lo deseamos los ciudadanos de todo el mundo que también suceda en nuestros países!

También, fue fascinante conocer al alto Comisionado Nacional de Valores de El Salvador, el Dr. Edgardo Cardoza, del círculo inmediato del Presidente Bukele, quien a nombre del mandatario saludó a la delegación de 52 personas de 7 países que estuvimos visitando esa nación por un evento de la organización internacional Vuelve A Casa – Conquistando Naciones. Conocimos detalles de los cambios y retos desde el punto de vista de la administración pública, y cómo diferentes sectores de la sociedad, entre ellos el de la gente de fe, están contribuyendo para lograrlos. Enfatizó la fe cristiana evangélica del Presidente, y cómo ella le motiva a crear un mejor país para todos los salvadoreños, y ahora para los visitantes extranjeros también. (Hace 5 años nuestra visita y los desplazamientos hubieran sido prácticamente imposibles.)

Sabemos que varios miembros de la comunidad internacional le dijeron al Presidente Bukele que la eliminación de la violencia en su país tomaría alrededor de 50 años con los programas que ellos ofrecían, pero admiro el valor del mandatario para decirles en su cara que no se iba a regir por la agenda global al respecto. En mi país, el presidente (un exguerrillero), algunos miembros del congreso (algunos exguerrilleros y otros políticos conocidos por ser corruptos) y ministros del gabinete nacional, infortunadamente todos fieles seguidores de la agenda globalista, han declarado que no harán nuevas cárceles, y así se burlan de la justicia. Por lo tanto, ellos no lograrán darles a sus conciudadanos el milagro que Bukele les dio a los salvadoreños, ni replicar el mismo ejemplo que él le dio al mundo entero.

La Biblia afirma que “el efecto de la justicia será la paz; y el producto de la rectitud, tranquilidad y seguridad para siempre”. El Presidente Bukele, quien siempre invoca a Dios en sus discursos, tiene varios retos, incluyendo el de la economía dolarizada, pero como le dije a varios salvadoreños, ‘lo más importante es la paz, sin ella nada se disfruta, ni siquiera los mejores y más grandes lujos; y aunque las cosas estén un poco costosas, es mejor así por ahora, que las cosas baratas pero sin paz’. Y vaya que necesitamos la verdadera justicia para que haya verdadera paz en nuestras naciones, y así luego poder disfrutar de todo lo bueno en la vida.

Entonces a mis lectores les digo, tal y como les dije a mis amigos, conocidos y desconocidos que respondieron en mis redes sociales con respecto a mi visita a El Salvador: vayan a ese hermoso y pacífico país, que goza de una buena infraestructura (buenas carreteras de doble carril por vía), que busca inversionistas, que ofrece una seguridad jurídica para las empresas (hasta Google inauguró su nuevo edificio allí), cuya gente es amable (aprovecho para dar un saludo a todos mis amigos salvadoreños, entre ellos Amabilex Rodríguez y Luis Trejo), con un clima agradable, con olas geniales para los surfistas, y hasta con una acogedora biblioteca abierta las 24 horas que vale la pena visitar ¡aún a las 2 de la mañana!.

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Samarcanda – tesoro histórico de Uzbekistán

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Adkhamjon Janobiddinov

La ciudad de Samarcanda, que figura entre las más antiguas del mundo y cuenta con una historia de más de 2750 años. Situada en el corazón de la República de Uzbekistán, Samarcanda sigue manteniendo su importancia en la actualidad.

Los historiadores estiman que la ciudad de Samarcanda se fundó hace 2700-2800 años. En los primeros tiempos, los habitantes de Samarcanda vivían en las colinas de Afrasiab. Afrasiab se consideraba la capital de la antigua provincia de Sogdiana, uno de los países más antiguos de Asia. Las colinas de Afrasiab siguen formando parte de Samarcanda incluso hoy en día y en ellas se han realizado muchas excavaciones. Durante las excavaciones se encontraron muchos artefactos históricos valiosos. Existen varias hipótesis sobre la migración de los habitantes de Samarcanda desde las colinas de Afrasiab a las zonas circundantes. Según algunas fuentes, tras la invasión de Samarcanda por los árabes, éstos trasladaron a la población de las colinas de Afrasiab a las zonas circundantes. También se dice que la invasión de los mongoles fue la razón principal de la migración de la población de Afrasiab a otras regiones, ya que la ciudad fue destruida en las guerras.

En la segunda mitad del siglo XIV, el emir Temur puso fin a la dominación de los mongoles en las regiones de Asia Central y estableció un estado central. Los historiadores dicen que el estado de Amir Timur constaba de los 27 estados actuales y que el nombre de este estado era Turan. Los historiadores escriben que se tardaba casi 6 meses en viajar desde el oeste hasta el este del imperio timúrida.

Durante el periodo timúrida, Samarcanda fue testigo de la construcción de muchos hitos y monumentos importantes, como el Registán, una gran plaza pública rodeada por tres madrasas, y la mezquita Bibi-Khanim, una de las mayores del mundo en aquella época. Los timúridas también promovieron el desarrollo de la literatura, la música y el arte en el imperio timúrida. El periodo timúrida también se caracterizó por un importante crecimiento y expansión económica, ya que Samarcanda se convirtió en un importante centro de comercio. La estratégica ubicación de la ciudad en la Ruta de la Seda, una importante ruta comercial que conectaba Asia Oriental y Europa, la convirtió en un centro de intercambio de bienes e ideas entre diferentes culturas y civilizaciones.

La importancia de Samarcanda como centro comercial de la Ruta de la Seda se remonta al siglo II a.C., cuando la ciudad se conocía como Marakanda y era un importante centro urbano del pueblo sogdiano. Con el paso de los siglos, la importancia de Samarcanda creció y se convirtió en una importante parada de la Ruta de la Seda, por la que pasaban mercaderes para intercambiar productos como seda, especias, metales preciosos y otros artículos de lujo.

En la actualidad, el legado del papel de Samarcanda en la historia de la Ruta de la Seda aún puede apreciarse en muchos de los edificios y monumentos históricos de la ciudad, como el Registán y la mezquita Bibi-Khanym, que atestiguan la importancia de la ciudad como centro de comercio y cultura. El rico patrimonio histórico y cultural de Samarcanda sigue inspirando a eruditos, escritores y viajeros.

Tras la dinastía timúrida, Samarcanda pasó a manos de los shaybaníes, que gobernaron la región desde el siglo XVI hasta el XVIII. Durante el periodo shaybánida, Samarcanda siguió desempeñando un papel importante en el comercio de la Ruta de la Seda, y el patrimonio cultural e intelectual de la ciudad continuó desarrollándose. Los shaybánidas siguieron patrocinando las artes y la arquitectura, y durante su reinado se construyeron muchos edificios y monumentos importantes, siendo uno de los más notables la construcción de las madrazas Sher Dor y Tillakori en la plaza Registan.

Muchos viajeros y eruditos importantes visitaron Samarcanda durante el periodo shaybánida y escribieron sobre sus experiencias. El famoso poeta y filósofo iraní Mirza Muhammad Haydar Dughlat, que visitó Samarcanda a mediados del siglo XVI y escribió sobre los bazares, jardines y mezquitas de la ciudad, es uno de ellos. Otro fue el viajero y explorador inglés Anthony Jenkinson, que visitó Samarcanda a finales del siglo XVI y quedó maravillado por su riqueza y belleza.

En los últimos años, Samarcanda ha experimentado un auge turístico, con visitantes llegados de todo el mundo para explorar los antiguos monumentos de la ciudad y sumergirse en su cultura única. El gobierno local ha invertido mucho en infraestructuras turísticas, con nuevos hoteles, restaurantes y medios de transporte que facilitan más que nunca la visita a este increíble destino. Además, Samarcanda acogió la 25ª Asamblea General de la OMT. A pesar de su modernización, Samarcanda ha sabido mantener su modo de vida tradicional. Los mercados locales, conocidos como bazares, siguen siendo una parte importante de la vida cotidiana de la ciudad, con vendedores que venden de todo, desde especias y textiles hasta artesanía tradicional y recuerdos. Los habitantes de la ciudad son amables y acogedores, deseosos de compartir su cultura e historia con los visitantes.

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Una protesta virtual como reacción lógica a la hegemonía occidental

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Hace muchos años los políticos progresistas se preguntaron ¿por qué es tan difícil construir un mundo multipolar? La raíz del problema está vinculada con recursos naturales, dineros y dominio internacional. Intentando tomar el control bajo todos los procesos globales, unos países acuden a la política sucia declarando que solo su visión es correcta y corresponde al las exigencias modernas de la sociedad. Unos países intentan sembrar mencionada visión en otros estados para distribuir su control político. Teniendo en cuenta la diversidad cultural del mundo moderno se hace más difícil establecer la hegemonía, por eso siempre inventan nuevos instrumentos de manipulación.

Destrozar a Brasil o como funciona la hegemonía occidental

Uno de los instrumentos más eficaz de la política sucia es amenazar a los competidores mediante terceras partes. Recientemente, Brasil se chocó con este instrumento de presión. Se sabe que Brasil es uno de los miembros de los BRICS (es una organización interestatal informal formada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Esta organización pretende desarrollar una amplia cooperación en economía, finanzas, educación, ciencia, cultura y otras áreas. Hace unos días el mando de los BRICS declaró que a partir del 1 de enero de 2024 el organismo internacional admiten a 6 nuevos países (Argentina, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes Unidos).

Dicha noticia provocó día de luto en los gabinetes de Estados Unidos y la UE. Es que los BRICS se alejan de los dólares realizando operaciones económicas en las modernas nacionales. Se sabe que los países occidentales encabezados por Estados Unidos intentaron diplomáticamente obstaculizar el desarrollo de los BRICS para guardar su dominio en la economía internacional. Ningún país occidental amenazó ni criticó abiertamente a los BRICS por el miedo de perder puntos políticos ante los ojos de la sociedad democrática, ya que se utilizaron las partes terceras. El ejemplo elocuente es Gunther Fehlinger, presidente del Comité Europeo para la Ampliación de la OTAN. Fehlinger criticaba abiertamente a los BRICS y precisamente al gobierno brasileño. En sus redes sociales acusó al presidente brasileño, Lula da Silva, de apoyar a Rusia demandando salir de los BRICS. Tras obtener una respuesta negativa a sus demandas, el liderazgo de la OTAN amenazó con poner la fragmentación de Brasil en la agenda de la cumbre del organismo militar.

Hay que repetir otra vez. El representante oficial de la OTAN amenaza al pueblo brasileño declarando la posibilidad de destrozar a Brasil por su posición política incorrecta. Según la versión de Fehlinger, será la liberación de las regiones brasileñas. Es evidente que el pueblo brasileño estaba sorprendido y enojado por este gesto político.

Brasil no es el único país en la lista de Fehlinger. El representante de la OTAN ofreció a sus seguidores de Twitter variantes como se puede destrozar a otros países que se unirán a los BRICS.

Entonces, así es el mundo de la hegemonía occidental orientado al dominio total. Si tu opinión no sigue la política común y “correcta” estarás fuera del sistema, te quedarás sin defensa y apoyo.

La cultura de la cancelación

Otro fenómeno de la hegemonía occidental se llama la cultura de la cancelación. Según unos diccionarios, la cultura de la cancelación es un neologismo y un fenómeno social que se desarrolla en las redes sociales que busca aislar a aquellas personas que han asumido actitudes o comportamientos que son mal vistos socialmente, aun cuando dichas conductas no constituyen un delito.

En Siglo XX unos países acudieron a este instrumento político para aislar en todos los modos a sus adversarios. Un ejemplo elocuente y bien conocido es el caso cubano. En marcos de su política exterior, Estados Unidos bloquearon económicamente y políticamente a la isla. El segundo paso de su bloqueo correspondía a la propaganda agresiva en los medios de comunicación contra entonces gobierno cubano. El tiempo no cambió nada, Cuba sigue siendo una amenaza a los intereses nacionales estadounidenses. Resulta que hoy la isla caribeña está aislada y sancionada por todas las partes.

Así funciona la cultura de la cancelación.

Lanzamiento de una protesta virtual como la respuesta dura a la hegemonía occidental
Unos consideran que la guerra en Ucrania es la consecuencia directa de hegemonía occidental, pero la guerra no es formalmente una guerra porque ni Rusia ha declarado la guerra a Ucrania ni este país a Rusia. A pesar de eso, todo el mundo sigue monitoreando este extenso conflicto militar.

Y todo el mundo se dividió en dos partes. Unos expresaron su apoyo total a Ucrania y los países occidentales acusando Rusia en intervención militar y crímenes de guerra. Los demás expresaron su apoyo a Rusia considerando que el mando ruso se vio obligado a llevar a cabo la guerra en Ucrania para defender al pueblo ruso residente en Ucrania y poner fin a la hegemonía occidental.

Hace unos días los fieles latinoamericanos a la posición rusa lanzaron en las redes sociales su protesta virtual contra la hegemonía occidental y su política devastadora y egoísta. Los mensajes publicados están acompañados con hashtag #suspendamosaloccidentejuntos. Hoy más gente se une a esa iniciativa y la promociona.

Según dicha manifestación virtual, los gobiernos europeos liderados por Estados Unidos decidieron que ellos tienen derecho de dictar a otros estados soberanos su voluntad. El objetivo de la acción es atraer la atención de los pueblos al problema de la hegemonía occidental y decir bienvenido a un mundo multipolar libre de política colonial. La idea consiste en divulgar en modo extenso hashtag #suspendamosaloccidentejuntos para mostrar a los países occidentales que su mundo basado en solo sus reglas está cayendo al vacío.

Los manifestantes llaman a sus lectores promocionar hashtag en Twitter y otras redes sociales tomando fotos con él. Unos usuarios de Telegram expresaron su soporto completo a dicha iniciativa exigiendo realizar un boicot contra medios de comunicación occidentales y comenzar a utilizar marcas y productos que provengan de los países que sean parte de los BRICS.

También unos usuarios de Telegram enviaron sus fotos en marcos del apoyo a la protesta virtual.

La iniciativa se extendió hasta Brasil donde hablan en portugués. La geografía de la protesta virtual está aumentando poco a poco.

El mundo está harto de hegemonía

No solo América Latina está cansada de la hegemonía occidental. En Estados Unidos también hablan más sobre el tema incómodo. Recientemente, la republicana Marjorie Taylor Greene considera que el mundo está harto de la política estadounidense y por eso crea nuevas organizaciones como los BRICS.

Vivimos en los tiempos cuando hay que respetar culturas y valores de otros países. Es evidente que un país pequeño, subdesarrollado y de poca población no puede hacer nada para resistir a la hegemonía. Pero eso no significa que un país más poderoso tiene derecho de utilizar los recursos de este país pequeño en sus propios beneficios.

Hay que construir mejor mundo. Quizás su construcción no sea a corto ni mediano plazo pero hay que imaginar, sostener y trabajar esa idea de generación en generación.

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