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ENTREGA ESPECIAL

Avanzar o retroceder, dilema de miles de migrantes en ciudad fronteriza mexicana

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Por: Por José Gabriel Martínez y Wu Hao | Xinhua Español

Tras seis meses de ansiedad e incertidumbre, la hondureña Rosalina aún se halla en la encrucijada de avanzar o retroceder en su propósito de ingresar con su hija a Estados Unidos desde la fronteriza ciudad mexicana de Reynosa, estado de Tamaulipas (noreste).

Conteniendo las lágrimas por momentos y sentada en un asiento improvisado con bloques para descansar una pierna adolorida como consecuencia de las enfermedades y percances que ha sufrido en su travesía migratoria, Rosalina comentó que su esposo y otros dos hijos residen en Estados Unidos.

Rosalina es una de los 2.000 migrantes trasladados hace unos días al albergue Senda de Vida, luego de habitar en un campamento improvisado en una de las principales plazas de Reynosa.

Durante su conversación con Xinhua, la hondureña miraba atenta a su hija que jugaba con otras niñas, a la vez que otras dos migrantes centroamericanas comían discretas raciones de arroz y escuchaban con atención su relato, sentadas en banquetas también improvisadas.

Rosalina señaló que las condiciones en su país de origen son «desesperantes», en gran medida por la inseguridad.

«Salimos buscando una mejor vida y por estar con nuestra familia», dijo la mujer, carente de certezas sobre el eventual éxito de su propósito, pero impulsada por el amor a los suyos y el deseo natural de estar con ellos.

Unos 9.000 migrantes están actualmente en los albergues de Reynosa o divagan en distintos puntos de la ciudad, en asentamientos y concentraciones irregulares que impactan de disímiles maneras su cotidianidad, explicó a Xinhua el presidente municipal, Carlos Peña.

El albergue Senda de Vida, ubicado a menos de 50 metros del río Bravo, que divide territorialmente a México y Estados Unidos, acoge a la mayor parte.

Concebida para 600 migrantes, la instalación está saturada, debido a la ola de migrantes centroamericanos, situación que impacta especialmente a las ciudades fronterizas mexicanas.

Las autoridades migratorias estadounidenses arrestaron a unos 1,7 millones de migrantes irregulares en el año fiscal 2021 (de octubre de 2020 a septiembre de 2021), de acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.

Los migrantes que permanecen en Reynosa, como Rosalina, buscan ingresar por cauces legales. Sin embargo, sus trámites son demorados o se estancan en la ciudad por la permanencia en el tiempo de la normativa sanitaria, conocida como Título 42.

El Título 42 es una orden de salud pública que adoptó en marzo de 2020 el Gobierno del entonces presidente estadounidense Donald Trump tras el inicio de la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19).

En virtud de ella, las autoridades fronterizas de Estados Unidos dejaron de procesar a discrecionalidad las solicitudes de asilo de los migrantes y los expulsan a México o los deportan.

En la opinión de Peña, los asentamientos irregulares de migrantes en Reynosa están potenciados por esa medida y «afectan muchísimo» a la ciudad en temas de seguridad, salubridad y economía.

El asentamiento irregular de migrantes más grande que sobrecogió a la ciudad estuvo por más de un año en la Plaza de la República.

Además de Rosalina, allí acamparon unos 3.000 migrantes procedentes de Honduras, El Salvador, Guatemala y Haití, muchos de los cuales ven renovadas sus esperanzas con el traslado al albergue.

El pastor Héctor Silva, a cargo de Senda de Vida, dijo a Xinhua que la situación migratoria actual desborda las capacidades del albergue y los recursos de la ciudad para la atención a los migrantes.

El Gobierno de Estados Unidos debería comprender, agregó el pastor, que cuando vaya a instrumentar algún título o decreto, tiene que haber una meta que «no ocasione todo lo que se está produciendo en la frontera con México».

Las autoridades mexicanas y estadounidenses previeron que la finalización del Título 42, anunciada para el 23 de mayo, provocará un flujo migratorio aún mayor que el visto hasta el momento, que mantiene en tensión a Reynosa y otras ciudades de la frontera.

Rosalina, por su parte, sólo espera que el fin de la medida o la asesoría legal que propicia el albergue faciliten el que Estados Unidos atienda su caso y el de otras muchas personas que buscan ingresar de manera regular.

«Ha sido mucho tiempo de esperar con mucho frío, calores, y en lugares en el que muchos no tenían donde dormir bien. También de estar con miedo de que nos pasara algo», remarcó la hondureña con evidente pesar.

Añadió que se siente afortunada de no haber sufrido maltratos en la travesía, a diferencia de otros migrantes, pero aseguró que recordará cómo enfermó y enfrentó otras vicisitudes, que superó sólo por sus ganas de volver a estar con su familia y tener juntos una vida que no pudieron tener en su país.

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ENTREGA ESPECIAL

Ella es Rute Cardoso, la esposa del futbolista Diogo Jota y madre de sus tres hijos: así fue su historia de amor

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Rute Cardoso, esposa del futbolista portugués Diogo Jota y madre de sus tres hijos, ha sido una figura clave en la vida del jugador del Liverpool, con quien compartió más de una década de relación. La pareja comenzó su historia de amor en 2013, cuando ambos eran estudiantes en Portugal, y desde entonces construyeron una sólida relación basada en el apoyo mutuo.

En 2017, Rute se trasladó con Jota a Inglaterra tras su fichaje por el Wolverhampton Wanderers, acompañándolo en su carrera profesional. Tras nueve años de relación, el futbolista le propuso matrimonio en 2022 y, finalmente, se casaron en junio de 2025, apenas unas semanas antes de la tragedia que acabó con su vida.

La pareja ya había formado una familia: su primer hijo nació en 2021, el segundo en 2023 y una hija en noviembre de 2024. A pesar de sus compromisos deportivos, Diogo Jota se destacó por su dedicación como padre y esposo. En una de sus últimas publicaciones, compartió un video con imágenes de su boda, acompañado por el mensaje: “Un día que nunca olvidaremos”.

El futbolista falleció este jueves 3 de julio, a los 28 años, en un accidente de tránsito ocurrido en la provincia de Zamora, España, donde también perdió la vida su hermano menor, André Silva. La noticia ha conmocionado al mundo del deporte y ha dejado un vacío profundo en su familia y seguidores.

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FOTOS | Se cumplen 17 años de la tragedia de la Málaga que cobró la vida de 32 personas de la iglesia Elim

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Este 3 de julio se conmemoran 17 años de una de las tragedias más dolorosas provocadas por la naturaleza en la historia reciente de El Salvador: el arrastre de un autobús por la repunta del río Arenal de Monserrat, en las cercanías de la colonia La Málaga, que dejó 32 víctimas mortales.

El suceso ocurrió la noche del jueves 3 de julio de 2008, cuando un autobús con 33 miembros de la Iglesia Misión Cristiana Elim retornaba a sus hogares tras una actividad religiosa. Cerca de las 8:00 p. m., la repentina crecida del río alcanzó al vehículo, provocando que el motor se apagara y quedara a merced de la corriente.

En el bus viajaban niños, mujeres y adultos mayores. En medio del caos, dos jóvenes intentaron escapar trepando al techo del autobús, pero solo uno de ellos, Fabricio Montoya, logró sobrevivir gracias a un lazo que un vecino le lanzó desde un punto seguro.

El resto de los ocupantes fueron arrastrados por la fuerte corriente. El primer día solo se recuperaron la mitad de los cuerpos, mientras que las demás víctimas fueron encontradas en los días siguientes, en distintos puntos a lo largo del cauce del río y sus afluentes.

La tragedia de La Málaga se convirtió en un símbolo del riesgo que representan las lluvias intensas para comunidades asentadas cerca de ríos y quebradas. Años después, sigue siendo un recordatorio de la importancia de la prevención y la respuesta rápida ante emergencias de origen natural.

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15 años del horror en Mejicanos: la masacre del microbús que marcó a El Salvador

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Este 20 de junio se cumplen 15 años de la masacre del microbús en Mejicanos, uno de los ataques más atroces perpetrados por las pandillas en la historia moderna de El Salvador. En la tarde de 2010, miembros de la Mara 18 secuestraron la ruta 47, la desviaron hacia la colonia Jardín, dispararon contra los pasajeros y luego incendiaron el vehículo con gasolina, dejando a decenas atrapados.

Carlos Oswaldo Alvarado, uno de los pandilleros que incendió el microbús de la ruta 47 para vengar el asesinato de uno de sus hermanos, fue condenado a 410 años de prisión, en marzo de 2016. Foto EDH/ Archivo

La tarde se tiñó de horror: al menos 17 personas murieron calcinadas, 15 quedaron heridas —muchas con quemaduras severas de tercer grado— y otras huyeron baleadas mientras intentaban escapar. Testimonios desgarradores narran el sacrificio de madres intentando salvar a sus hijos, solo para que los agresores les dispararan impunemente .

En septiembre de 2013, el pandillero Gustavo Ernesto López Huezo fue condenado a 66 años por ser el autor intelectual de la quema del microbús con 17 personas adentro. Foto EDH/ Archivo

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El presidente de entonces, Mauricio Funes, calificó los hechos como “terrorismo puro” y subrayó la necesidad de reforzar la seguridad nacional. Las autoridades apresaron a ocho pandilleros, incluido el autor intelectual, y tras largos juicios fueron condenados a penas mayores de 66 a 400 años de cárcel.

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Este ataque no ocurrió en el vacío, sino dentro de un ciclo de violencia entre pandillas —Mara 18 y MS‑13— que marcó a El Salvador desde los años 90, cuando esos grupos se afianzaron tras la guerra civil y las deportaciones desde Estados Unidos.

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En los últimos 30 años, las pandillas han dejado una enorme huella de dolor: se estima que entre 1992 y 2022, El Salvador sufrió cientos de miles de asesinatos violentos, muchos directamente relacionados con estas estructuras criminales. La tasa de homicidios alcanzó un pico de más de 140 por cada 100 000 habitantes en 1995 y luego un segundo pico en 2015 con 105 por cada 100 000, sumando alrededor de 7 977 y 6 656 homicidios en esos años, respectivamente.

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Desde 2019, bajo la gestión de Nayib Bukele con el Plan de Control Territorial y regímenes de excepción, las cifras de homicidios se desplomaron: de 52 por 100 000 en 2018 a menos de 8 en 2022, y un récord histórico de 114 homicidios totales en 2024 (1.9 por 100 000), el menor nivel desde los Acuerdos de Paz.

Sin embargo, el contraste entre la actualidad y aquel pasado atroz no debe ocultar que la violencia estructural persiste. La imposición de Estados de excepción ha implicado arrestos masivos (más de 78 000 sospechosos detenidos entre 2022 y 2024), y ha habido denuncias por derechos humanos . La derrota visible de las pandillas plantea ahora el desafío de una seguridad sostenible y respetuosa del Estado de Derecho.

Hoy, la conciencia social exige recordar el horror de Mejicanos no como un capítulo aislado, sino como una advertencia: sin inversión en educación, reconciliación comunitaria y oportunidades, la estructura delincuencial podría resurgir. El dolor de aquellas familias –en algunos casos apelando al perdón, en otros pidiendo justicia– vive en nuestra memoria colectiva .

A 15 años, las heridas siguen abiertas. Los rostros de los 17 muertos y de sus seres cercanos piden nuevas generaciones de salvadoreños que no se acostumbren a un ambiente de miedo. La esperanza radica en un país que vea la seguridad no solo como la ausencia de violencia, sino como la presencia de oportunidades para todos.

Que este aniversario renueve el compromiso: no solo con la memoria, sino con una sociedad que impida que hechos iguales o peores vuelvan a repetirse.

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